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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Modelo petrolero para armar
(Diario Perfil) Cuando se habla de petroleras estatales, América latina ofrece una gama variada de modelos y experiencias. Pemex y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) son casos en los que el nacionalismo energético y el oportunismo político se han traducido en manejos ineficientes que han destruido valor para ambas empresas y desembocaron en un descenso importante de la producción de crudo. En el otro extremo se encuentra Ecopetrol, la petrolera estatal colombiana, un caso de éxito continental. Como parte de un profundo proceso de transformación para dar competitividad al sector petrolero de Colombia, se cambió el marco regulatorio y se establecieron nuevas reglas de gobierno corporativo que blindaron a la petrolera de la interferencia política del Gobierno.Por Raúl Ferro
(Diario Perfil) Lo hecho, hecho está. La estatización de YPF es cuestionable en el fondo y especialmente en la forma, pero discutir sobre su conveniencia o no, es un ejercicio de poca utilidad. Lo que interesa es ahora el futuro, y la pregunta es qué camino tomará YPF para su evolución como petrolera controlada por el Estado.
Cuando se habla de petroleras estatales, América latina ofrece una gama variada de modelos y experiencias. Pemex y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) son casos en los que el nacionalismo energético y el oportunismo político se han traducido en manejos ineficientes que han destruido valor para ambas empresas y desembocaron en un descenso importante de la producción de crudo.
En el caso de Pemex, la dependencia del gobierno mexicano respecto a los ingresos petroleros han impedido que la petrolera estatal realice las inversiones necesarias para reponer reservas y mantener o aumentar su producción. Todo lo contrario, con el agotamiento de Cantarel, por lejos su principal depósito, la producción petrolera mexicana ha caído de niveles de 3,5 millones de barriles por día en el año 2000 a alrededor de tres millones diarios actualmente. Pemex necesita una reforma urgente pero ningún partido político en México se atrevió a ponerle el cascabel al gato. La manipulación política del nacionalismo petrolero anclado en la opinión pública mexicana ha frustrado cualquier intento en ese sentido. En Pdvsa, el papel de vaca lechera que la empresa representa para el gobierno de Hugo Chávez y el despido masivo, hace una década, de sus mejores profesionales por represalias políticas han convertido a la petrolera en una sombra de lo que era. Como en el caso de
México, la producción petrolera venezolana se desplomó de 3,2 millones de barriles por día a menos de 2,5 millones en la actualidad.
En el otro extremo se encuentra Ecopetrol, la petrolera estatal colombiana, un caso de éxito continental. Como parte de un profundo proceso de transformación para dar competitividad al sector petrolero de Colombia, se cambió el marco regulatorio y se establecieron nuevas reglas de gobierno corporativo que blindaron a la petrolera de la interferencia política del Gobierno. Una vez concluida esa reforma, Ecopetrol incorporó un modelo de negocios centrado en la eficiencia financiera y operativa, colocó parte de su capital en bolsa –dando preferencia en la primera ronda de oferta de acciones a trabajadores de la empresa y a inversionistas individuales locales– y se embarcó en un ambicioso programa de inversiones y mejoras productivas.
El resultado de estos cambios es que Colombia ha podido revertir el sostenido descenso de la producción de petróleo de la década pasada –de 838 mil barriles por día en 1999 a 551 mil barriles en 2004– y alcanzó un volumen de 950 mil barriles en 2011, recuperación en la que Ecopetrol ha cumplido un papel clave como productor y como facilitador de negocios para otros operadores.
A mediados de mayo, Ecopetrol se había convertido en la empresa con mayor valor de mercado, US$ 126.720 millones, desplazando a la petrolera estatal brasileña Petrobras.
La Argentina tiene la capacidad técnica y humana para que YPF se desarrolle como petrolera de clase mundial. Dependerá de las decisiones políticas del Gobierno, tanto en lo que se refiere a la regulación del sector como en lo concerniente al modelo empresarial que adopte.
A partir de la polémica nacionalización, que ha tenido un alto costo en imagen para el país y de desconfianza hacia los marcos legales argentinos, el Gobierno tiene oportunidad para construir una empresa modelo. La pregunta es si tendrá la visión necesaria y la voluntad política para hacerlo o si considerará a YPF simplemente como un instrumento para mantener el precio de los combustibles artificialmente bajo y como caja para financiar su alto tren de gasto.
*Director de Business Intelligence de BNamericasy analista de Cadal.
Fuente: Perfil.com (Buenos Aires, Argentina)
Raúl FerroConsejero ConsultivoAnalista de economía y negocios especializado en América Latina. Fue corresponsal en Sudamérica de distintos medios económicos de EE.UU. y el Reino Unido, director editorial de la revista AméricaEconomía y director de estudios de BNamericas. Es Director del Consejo Consultivo de CADAL.
(Diario Perfil) Lo hecho, hecho está. La estatización de YPF es cuestionable en el fondo y especialmente en la forma, pero discutir sobre su conveniencia o no, es un ejercicio de poca utilidad. Lo que interesa es ahora el futuro, y la pregunta es qué camino tomará YPF para su evolución como petrolera controlada por el Estado.
Cuando se habla de petroleras estatales, América latina ofrece una gama variada de modelos y experiencias. Pemex y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) son casos en los que el nacionalismo energético y el oportunismo político se han traducido en manejos ineficientes que han destruido valor para ambas empresas y desembocaron en un descenso importante de la producción de crudo.
En el caso de Pemex, la dependencia del gobierno mexicano respecto a los ingresos petroleros han impedido que la petrolera estatal realice las inversiones necesarias para reponer reservas y mantener o aumentar su producción. Todo lo contrario, con el agotamiento de Cantarel, por lejos su principal depósito, la producción petrolera mexicana ha caído de niveles de 3,5 millones de barriles por día en el año 2000 a alrededor de tres millones diarios actualmente. Pemex necesita una reforma urgente pero ningún partido político en México se atrevió a ponerle el cascabel al gato. La manipulación política del nacionalismo petrolero anclado en la opinión pública mexicana ha frustrado cualquier intento en ese sentido. En Pdvsa, el papel de vaca lechera que la empresa representa para el gobierno de Hugo Chávez y el despido masivo, hace una década, de sus mejores profesionales por represalias políticas han convertido a la petrolera en una sombra de lo que era. Como en el caso de
México, la producción petrolera venezolana se desplomó de 3,2 millones de barriles por día a menos de 2,5 millones en la actualidad.
En el otro extremo se encuentra Ecopetrol, la petrolera estatal colombiana, un caso de éxito continental. Como parte de un profundo proceso de transformación para dar competitividad al sector petrolero de Colombia, se cambió el marco regulatorio y se establecieron nuevas reglas de gobierno corporativo que blindaron a la petrolera de la interferencia política del Gobierno. Una vez concluida esa reforma, Ecopetrol incorporó un modelo de negocios centrado en la eficiencia financiera y operativa, colocó parte de su capital en bolsa –dando preferencia en la primera ronda de oferta de acciones a trabajadores de la empresa y a inversionistas individuales locales– y se embarcó en un ambicioso programa de inversiones y mejoras productivas.
El resultado de estos cambios es que Colombia ha podido revertir el sostenido descenso de la producción de petróleo de la década pasada –de 838 mil barriles por día en 1999 a 551 mil barriles en 2004– y alcanzó un volumen de 950 mil barriles en 2011, recuperación en la que Ecopetrol ha cumplido un papel clave como productor y como facilitador de negocios para otros operadores.
A mediados de mayo, Ecopetrol se había convertido en la empresa con mayor valor de mercado, US$ 126.720 millones, desplazando a la petrolera estatal brasileña Petrobras.
La Argentina tiene la capacidad técnica y humana para que YPF se desarrolle como petrolera de clase mundial. Dependerá de las decisiones políticas del Gobierno, tanto en lo que se refiere a la regulación del sector como en lo concerniente al modelo empresarial que adopte.
A partir de la polémica nacionalización, que ha tenido un alto costo en imagen para el país y de desconfianza hacia los marcos legales argentinos, el Gobierno tiene oportunidad para construir una empresa modelo. La pregunta es si tendrá la visión necesaria y la voluntad política para hacerlo o si considerará a YPF simplemente como un instrumento para mantener el precio de los combustibles artificialmente bajo y como caja para financiar su alto tren de gasto.
*Director de Business Intelligence de BNamericasy analista de Cadal.
Fuente: Perfil.com (Buenos Aires, Argentina)