La composición de la Asamblea Nacional refleja la fragmentación política de Ecuador. La coalición que apoyó a Arauz tiene 48 de los 137 asientos de la Asamblea, frente a 31 de la de Lasso y sus aliados. Pachakutik, por su parte, tiene 27 asientos. Ante este escenario, el presidente electo, Guillermo Lasso, deberá desplegar todas sus dotes negociadoras para ir adelante con las reformas pro inversión y pro empleo de su plan de gobierno y, especialmente, con las medidas de austeridad fiscal.

Por Raúl Ferro

Los tenedores de bonos ecuatorianos respiraron aliviados el lunes 12 de abril, después de confirmarse la victoria del candidato pro-mercado Guillermo Lasso en la segunda vuelta presidencial de Ecuador. Lasso venció con poco más del 52% de los votos a Andrés Arauz, el candidato del expresidente Rafael Correa, uno de los principales líderes del chavismo continental.

Pero esta segunda vuelta tiene otro actor, ausente pero presente: Yaku Pérez, líder del movimiento indígena Pachakutik, quien quedó fuera de la segunda vuelta por una diferencia mínima de votos con Lasso y, acusando fraude, pidió a sus seguidores votar nulo. Lo hizo casi un 39% de los votantes.

Completando el cuadro, la composición de la Asamblea Nacional refleja la fragmentación política de Ecuador. La coalición que apoyó a Arauz tiene 48 de los 137 asientos de la Asamblea, frente a 31 de la de Lasso y sus aliados. Pachakutik, por su parte, tiene 27 asientos.

Ante este escenario, Lasso deberá desplegar todas sus dotes negociadoras para ir adelante con las reformas pro inversión y pro empleo de su plan de gobierno y, especialmente, con las medidas de austeridad fiscal comprometidas con el Fondo Monetario Internacional en un acuerdo negociado por el gobierno saliente. Por ahora, Lasso ha descartado aumentar el IVA (12%), pero tendrá que delinear estrategias a mediano plazo para intentar reducir un déficit fiscal que en 2020 se ubicó en algo menos del 9% del PIB. Al ser una economía dolarizada, Ecuador tiene poca flexibilidad monetaria.

Lasso, de todas formas, cuenta con cierto viento de cola para enfrentar estos desafíos en el corto plazo. El mejor precio del petróleo –su principal producto de exportación, seguido de plátanos, camarones y madera de balsa, utilizada en los molinos eólicos para generar electricidad--, la esperada recuperación de la economía si la pandemia finalmente comienza a retroceder y unos US$1.000 millones de apoyo del acuerdo con el FMI, le darán cierto margen de maniobra.

El desafío vendrá más adelante. Los partidarios de Correa explotarán políticamente cualquier intento de ajuste fiscal, movilizando a una población que ya estalló en manifestaciones violentas a fines de 2019 cuando el gobierno intentó, infructuosamente, eliminar los subsidios a los combustibles. Por su lado, Pachakutik, se ha opuesto tradicionalmente al desarrollo de proyectos de explotación de recursos naturales, lo que interferirá en los planes del gobierno de generar inversión. Ecuador ha atraído en los últimos años el interés de varias mineras internacionales con proyectos de cobre y oro.

La elección de Lasso ha sido un golpe para los nostálgicos del chavismo de Correa y es una buena noticia para las libertades democráticas en Ecuador. Sin embargo, con más de una tercera parte del electorado marcando su rechazo por ambas opciones, una Asamblea fraccionada y controlada por la oposición y con casi una cuarta parte de la población viviendo bajo la línea de pobreza, los riesgos para la gobernabilidad del país y para la calidad de sus instituciones son preocupantemente altos.

Raúl Ferro

Consejero Consultivo

Analista de economía y negocios especializado en América Latina. Fue corresponsal en Sudamérica de distintos medios económicos de EE.UU. y el Reino Unido, director editorial de la revista AméricaEconomía y director de estudios de BNamericas. Es Director del Consejo Consultivo de CADAL.