Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos

08-08-2014

Dos sentencias por el genocidio camboyano

¿Cuántos muertos dejó esta utopía rural comunista? Las cifras varían y será imposible llegar a un número preciso, porque resulta difícil saber cuántos murieron por hambre, enfermedad –mataron a los médicos y enfermeras, y no producían medicamentos-, torturas y ejecuciones. No obstante, se estima que las víctimas fueron entre 1.700.000 y dos millones, lo que significa entre un cuarto y un tercio de la población del país.
Por Ricardo López Göttig

Dos antiguos líderes del Jmer Rouge, el partido comunista de Camboya que gobernó salvajemente entre 1975 y 1979, fueron sentenciados a prisión perpetua por la deportación de la población de las ciudades al campo, en la que murieron miles de personas. Son dos octogenarios: Nuon Chea, de 88 años; y Khieu Samphan, de 83. Otros líderes del movimiento Jmer Rouge murieron durante el proceso; pero el principal de ellos, el enigmático Pol Pot, falleció en la selva en 1998 antes de que comenzaran los juicios por crímenes contra la humanidad.

El Reino de Camboya se independizó de Francia en 1954 pero, siendo parte del convulsionado Sudeste asiático, fue también escenario colateral de las dos guerras de Vietnam. Cuando se abolió la monarquía, comenzó la guerra civil del gobierno militar de Lon Nol contra guerrillas marxistas, que finalmente tomaron la capital Phnom Penh en 1975.

Khieu Samphan y Nuon Chea

Con el argumento de que querían proteger a la población urbana de posibles bombardeos de Estados Unidos, el Jmer Rouge obligó a todos los habitantes a partir hacia el campo. En estas marchas, que duraron días o semanas, fallecieron miles por falta de atención médica, agua y alimentos. Esta disposición no fue transitoria, porque el régimen de Pol Pot tenía el propósito de establecer una utopía comunista agraria, procurando dar un salto por encima de las etapas históricas por las que, según Karl Marx, debían pasar todas las sociedades en su evolución: el capitalismo y el socialismo. Se abandonaron las ciudades, asesinaron a los profesionales universitarios, antiguos funcionarios y monjes, fueron abolidas la moneda y la propiedad privada y se dividió a las familias. Los grandes complejos de palacios y templos fueron olvidados, devorados por la jungla. Por debajo de los líderes del Jmer Rouge, los soldados militantes eran adolescentes y preadolescentes, por lo que no tuvieron escrúpulos en intentar en barrer con todo lo que significara el pasado. Establecieron sistemas de clasificación social muy rigurosos en los campos colectivos, en los que únicamente se permitía la propiedad de un tazón y una cuchara, y en el que toda queja se interpretaba como una conducta burguesa a ser eliminada con la muerte.

Las purgas también se desataron contra miembros del propio Jmer Rouge, con las clásicas acusaciones de colaboración de aldeas completas con la CIA y el régimen socialista de Vietnam. Sólo la República Popular China sostenía al régimen comunista camboyano, y cabe subrayar que el reformista Deng Xiaoping mantuvo ese sostén político al Jmer Rouge.

¿Cuántos muertos dejó esta utopía rural comunista? Las cifras varían y será imposible llegar a un número preciso, porque resulta difícil saber cuántos murieron por hambre, enfermedad –mataron a los médicos y enfermeras, y no producían medicamentos-, torturas y ejecuciones. No obstante, se estima que las víctimas fueron entre 1.700.000 y dos millones, lo que significa entre un cuarto y un tercio de la población del país. En 1979, el país fue liberado por el ejército de Vietnam, que instaló un gobierno aliado que puso fin a los campos de exterminio, pero la guerra civil continuó hasta los años noventa.

Fue con la restauración de la monarquía constitucional del Rey Sihanuk y el apoyo de la comunidad internacional que Camboya pudo comenzar a sanar sus profundas heridas, restablecer la paz e investigar los crímenes contra la humanidad. Como testigos silenciosos del horror, en cada aldea se levantan grandes osarios de las víctimas, para preservar la memoria: la memoria de ellos y la nuestra.

Infobae.com (Buenos Aires, Argentina), 8 de agosto de 2014

Ricardo López Göttig
Ricardo López Göttig
Director del Instituto Václav Havel
Profesor y Doctor en Historia, egresado de la Universidad de Belgrano y de la Universidad Karlova de Praga (República Checa), respectivamente. Doctorando en Ciencia Política. Es profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Belgrano, y profesor en las maestrías en Relaciones Internacionales de la UB y de la Universidad del Salvador. Fue profesor visitante en la Universidad Torcuato Di Tella, en la Universidad ORT Uruguay y en la Universidad de Pavía (Italia). Autor de los libros “Origen, mitos e influencias del antisemitismo en el mundo” (2019) y “Milada Horáková. Defensora de los derechos humanos y víctima de los totalitarismos” (2020), ambos publicados por CADAL y la Fundación Konrad Adenauer, entre otros. Fue Director de Museos y Preservación Patrimonial de la Provincia de Buenos Aires (2015-2019).
 
 
 

 
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