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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos

17-10-2025

El Nobel que descoloca a la izquierda

Las reacciones virulentas contra el premio a María Corina Machado solo pueden ser interpretadas en Venezuela de una manera: como una descalificación de todos los esfuerzos realizados, al menos en la última década, por recuperar la democracia. El más reciente—y precisamente el que el Nobel reconoce— fue participar y votar masivamente, pese a tener todo en contra.
Por Rafael Uzcátegui

(Hora Cero) Las reacciones de buena parte de la izquierda internacional frente al Premio Nobel de la Paz 2025 otorgado a la venezolana María Corina Machado la condenan, en los hechos, a la irrelevancia dentro de cualquier futuro proceso de reinstitucionalización democrática del país. Ese espacio, que antes pudo ocupar la solidaridad latinoamericana, hoy lo llena Estados Unidos.

Antes del anuncio del Comité Noruego de la Paz, un amigo descartaba el rumor que fuera entregado a Donald Trump por su intervención en Gaza: “Es un proceso abierto y que apenas comienza, del cual aún desconocemos cuáles serán sus reales resultados”. Luego del viernes 10 de octubre, cuando ya era público que la galardonada era la venezolana, me lo encontré de nuevo. Esta vez estaba furioso: “María Corina Machado está pidiendo una intervención militar, no se lo merece”. Con todos los virajes y cambios de humores del presidente norteamericano en su diplomacia de la fuerza, este no sería un “proceso abierto y aún sin reales resultados”, sino un hecho consumado, a pesar que es tan incierto como improbable que un marine pise suelo venezolano. 

María Corina Machado ha sido una figura polémica. Pero quien haya seguido sin prejuicios su trayectoria política debe reconocer que es muy diferente a la del año 2010, cuando apenas recibía un 5% del favor del electorado, que la obligaba, en un escenario político dominado por hombres, a tener posturas radicales.

Las postulaciones al Nobel de la Paz finalizaron el pasado 31 de enero. Y como se lee nítidamente en el veredicto, los 5 miembros del Comité designados por el parlamento noruego reconocieron su liderazgo en las elecciones presidenciales del año 2024, una estrategia pacífica y no violenta, que obligaron a las autoridades venezolanas a realizar el más escandaloso fraude en su historia reciente.

Con todo y las virtudes del 28J, creo que María Corina Machado se ganó el Nobel un día después. Cuando los testigos comenzaron a leer los resultados en los centros de votación —como había sido diseñado por la estrategia opositora— se configuró una verdad popular, opuesta a la verdad de Estado que luego anunciaron los medios oficiales. La indignación fue enorme y, especialmente en los sectores populares, la gente salió espontáneamente a las calles, dando inicio a una rebelión nacional que incluso llegó a derribar nueve estatuas de Hugo Chávez.

Ese día, Machado recibió todo tipo de presiones para que alentara las protestas y llamara a tomar por asalto los centros de poder, incluido Miraflores. La María Corina de 2010, probablemente, habría convocado a una “calle sin retorno”. Pero la líder de Vente Venezuela en 2025 mantuvo el foco en la estrategia pacífica: demostrar el fraude con las actas en la mano. Gracias a esa decisión, en vez de las 24 personas asesinadas durante aquellos días por los organismos de seguridad, hoy quizás seguiríamos contando muertos.

Juzgar un libro por su dedicatoria

En lo personal, no me resulta cómodo el excesivo protagonismo de Estados Unidos en el conflicto venezolano. Pero sería ingenuo ignorar que ese espacio se abrió por los vacíos que dejaron otros países, especialmente los latinoamericanos. Durante años intenté —sin éxito— que los movimientos sociales de la región se solidarizaran con la causa democrática venezolana.

Por otro lado, también aprendí que uno no debería juzgar un libro solo por lo que dice su dedicatoria.

Las reacciones virulentas contra el premio solo pueden ser interpretadas en Venezuela de una manera: como una descalificación de todos los esfuerzos realizados, al menos en la última década, por recuperar la democracia. El más reciente—y precisamente el que el Nobel reconoce— fue participar y votar masivamente, pese a tener todo en contra.

Para muchos, esas reacciones equivalen a un respaldo indirecto al gobierno que perpetró el fraude, expulsó a un tercio de la población y es investigado por la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Como un aval a los más de 800 presos políticos, decenas en incomunicación. Es negar el trabajo que Michelle Bachelet, como Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, realizó para poner freno a los abusos.  Muchos de quienes alguna vez apoyaron la llamada “revolución bolivariana” no se distanciaron de ella por vergüenza ante su deriva autoritaria, las torturas o las desapariciones forzadas, sino porque Venezuela dejó de estar de moda en la pasarela del progresismo internacional.

Los venezolanos sienten que la izquierda los ha dejado solos en su lucha por la democracia. Por eso es casi imposible que puedan identificarse ahora con sus referentes o con su propio imaginario, y que concluyan que, precisamente ha sido todo eso, lo que los oprime y los ha obligado a salir forzadamente de su país.

¿Qué habría ocurrido si buena parte de la izquierda internacional hubiese sido más lúcida y mejor informada sobre la realidad venezolana? Especulo algunas consecuencias posibles:

1) Si no se hubiera legitimado internacionalmente la matriz de opinión de que todos los críticos del bolivarianismo eran de “derecha”, se hubiera ayudado a debilitar la polarización, permitiendo la expresión y consolidación de una oposición democrática al chavismo con mayor diversidad ideológica, que hubiera permitido a su vez la articulación orgánica y la actuación política abierta de las disidencias internas existentes en el “Socialismo del siglo XXI”.

2) Si no se hubiera repetido acríticamente que cualquier malestar social dentro de la Venezuela chavista era creado por Estados Unidos, hubiera permitido tanto a países gobernados por el progresismo como a diferentes organizaciones sociales internacionales haberse convertido en un contrapeso a la influencia de la Casa Blanca. Este sector hubiera promovido y liderado espacios de presión y diálogo para una resolución democrática del conflicto luego del fraude electoral del 28J.

3) Si la izquierda internacional no le hubiera dado un cheque en blanco a Hugo Chávez primero, y por extensión a Nicolás Maduro, se hubiera convertido en parte de los referentes políticos y sociales de quienes dentro del país luchan por el regreso a la democracia, matizando la reacción conservadora de una opinión pública agotada por el conflicto y desesperada por un cambio.

4) Si buena parte del progresismo internacional no se hubiera callado frente a las acciones más antidemocráticas del chavismo, le hubiera elevado el costo político de sus actuaciones y lo hubiera presionado para aceptar la alternabilidad en el poder. Esto incluso le hubiera allanado el camino para tener un futuro, como movimiento político, dentro del país.

5) Si a nivel internacional no se hubieran silenciado las críticas sobre el aumento de las violaciones de derechos humanos dentro de Venezuela, quizás se hubieran salvado algunas vidas, de personas asesinadas en manifestaciones, o se hubiera evitado el sufrimiento de víctimas y familiares de presos políticos sometidos a torturas.

6) Si las alertas sobre las ausencias de medidas estructurales de combate a la pobreza promovidas por el proyecto bolivariano hubieran tenido eco en sus sectores internacionales de apoyo, el gobierno se hubiera visto forzado a tomar medidas contra la ineficacia y la corrupción. La presión por el uso racional de sus ingresos durante la llamada década de los commodities, en el que toda la región se favoreció de los altos precios de sus exportaciones, hubiera evitado la aparición de una emergencia humanitaria compleja, y con ello de la peor crisis de migración forzada del continente.

Mandela, otro premio Nobel, transitó de la lucha armada a la reconciliación. Como figura pública que es, María Corina Machado puede y debe ser interpelada, pero por las razones correctas. Cazadores de Fake News, una iniciativa de verificación de información, publicó un artículo desmintiendo los principales bulos que las izquierdas repiten sobre su figura. El más recurrente es el que descontextualiza la comunicación que MCM envió en 2018 a diferentes gobiernos para solicitar acciones en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los crédulos repiten la versión de Jorge Rodríguez que le habría pedido, recientemente, a Benjamin Netanyahu “invadir Venezuela y matar a los chavistas”.

Mientras los militantes revolucionarios siguen expresando su irritación por sentirse desplazados del lugar imaginario que creen ocupar en la redención de la humanidad, los venezolanos como yo le exigiremos en adelante a María Corina Machado estar a la altura de la responsabilidad que implica ser Premio Nobel. Es mucho más perspicaz —y necesario— que opinar desde la bilis.

Rafael Uzcátegui
Rafael Uzcátegui
Defensor de derechos humanos, sociólogo y editor independiente. Actualmente es Director del Laboratorio de Paz. Desde el año 2006 formó parte del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), siendo su Coordinador General desde el año 2015 hasta el 2023. Autor de los libros "La rebeldía más allá de la izquierda", "Venezuela: La revolución como espectáculo. Una crítica anarquista al gobierno bolivariano" y "Corazón de tinta". Es columnista regular en diferentes medios nacionales e internacionales. Miembro de la Internacional de Resistentes a la Guerra (WRI-IRG). Co-creador de la radio web "Humano Derecho".
 
 
 

 
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