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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Presencias, ausencias y promesas de cara a próxima elección del Consejo de Derechos Humanos de la ONU
Once de los 17 países candidatos para las próximas elecciones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU formularon sus promesas en un evento virtual organizado por el International Service for Human Rights y Amnesty International. La situación de los derechos humanos en la región china de Xinjiang generó silencios e incomodidad. Afganistán dio la nota. Por Ramiro Pellet Lastra
De cara a la próxima votación para integrar el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, varios de los países candidatos para el nuevo período presentaron sus promesas y se sometieron a una exigente ronda de preguntas de la sociedad civil, en un evento virtual que buscó echar luz sobre qué esperar de quienes aspiran a proteger y promover a poblaciones e individuos oprimidos por los poderes de turno.
El evento tuvo lugar el 7 de septiembre a instancias del International Service for Human Rights (ISHR) y Amnesty International, las dos entidades organizadoras, y obtuvo una significativa convocatoria de 11 de los 18 países que aspiran a ser electos. Los siete restantes prefirieron mantenerse al margen del escrutinio público.
El Consejo está integrado por 47 Estados miembros, que son elegidos por la mayoría de los miembros de la Asamblea General a través de votación directa. La votación de este año, en octubre, decide la renovación de 14 lugares.
La propuesta era escuchar las promesas y compromisos de los países aspirantes, y la sumatoria de las distintas presentaciones reveló un panorama absolutamente diverso en materia de derechos humanos, así como de intereses y posibilidades de cada uno de los Estados.
Costa Rica, Chile y Venezuela
Por América Latina estuvieron presentes Costa Rica y Chile, con la previsible ausencia de Venezuela, cuyo récord en derechos humanos ha estado en un declive permanente durante la extensa administración del presidente Nicolás Maduro, con denuncias tanto de entidades de la sociedad civil como de organismos internacionales y países individuales.
Las dos naciones latinoamericanas fueron las únicas que tomaron la palabra en respuesta a una pregunta de la ONG Human Rights Watch, que lanzó el interrogante a los representantes de todos los candidatos. La pregunta pidió referirse al reciente informe de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en la región china de Xinjiang.
De acuerdo con el informe presentado el 1 de septiembre por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, en su último día en funciones, se estaban cometiendo allí “graves violaciones de los derechos humanos” contra los musulmanes uigures, que pueden equivaler a “crímenes contra la humanidad”.
El informe llegó cuatro años después de que un comité de expertos de la ONU llamara la atención sobre “informes creíbles” de que más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas fueron internados en campos de “reeducación” y adoctrinamiento.
Chile y Costa Rica cubrieron el silencio que envolvió por un instante la reunión virtual, pero de todos modos prefirieron no cargar las tintas contra el gobierno chino. Ambos insistieron en cambio en que el diálogo era más valioso que la confrontación.
“En el caso de China lo que queremos en realidad es avanzar con los mayores estándares de protección de derechos humanos, pero con una capacidad y una vocación de diálogo con todos los Estados, y eso es lo más importante”, dijo el representante de Costa Rica, Christian Guillermet Fernández. Y agregó que el Consejo de Derechos Humanos “no tiene que ser un club de amigos, sino que deben estar aquellos países convencidos de que el desarrollo se basa en el camino de la promoción y protección de los derechos humanos, pero también traer al seno del Consejo países que tienen otras visiones y que tienen otras realidades”.
El representante chileno, Tomás Pascual, dijo que su país “respalda totalmente el trabajo de la Alta Comisionada”, e insistió, al igual que su colega Guillermet, en trabajar con todos los Estados, pueblos y actores.
La propuesta afgana
Mención aparte merece Afganistán, un país tan convulsionado que su representante permanente en la ONU en Ginebra, Nasser Ahmad Andisha, que tomó parte del evento virtual, está radicalmente enfrentado al régimen en funciones, el de la milicia integrista de los talibanes. Como él mismo subrayó, el récord en derechos humanos de este grupo extremista es de los peores del mundo.
Andisha insistió en candidatear a su país como miembro del Consejo de Derechos Humanos, pero por razones algo distintas al resto, y desde luego sin los talibanes.
“La candidatura de Afganistán puede parecer inusual para algunos, pero no lo es”, señaló. “Los que tienen el poder de facto en Kabul están entre los peores abusadores de los derechos humanos del mundo moderno. Por eso las delegaciones afganas que no están bajo el control de los talibanes pueden hablar con autoridad sobre temas de derechos humanos sobre la base de experiencias vividas del pueblo de Afganistán”.
Pero, sobre todo, más que hacer promesas, Andisha les pidió a los demás países que fueran ellos los que se comprometieran a señalar los atropellos a los derechos humanos en su país, y a trabajar por subsanarlos.
En un contexto absolutamente distinto, Alemania dijo que hasta ahora ha estado usando la vicepresidencia del Consejo “para promover el rol de la sociedad civil y de las ONG” en el organismo, y se comprometió a bregar por la participación habitual de las ONG en las sesiones.
Además de los países mencionados estuvieron presentes Bélgica, Georgia, Corea del Sur, Kirguistán, Rumania y Sudáfrica, cada cual con sus promesas. Los ausentes, más allá de la mencionada Venezuela, fueron Argelia, Bahréin, Bangladesh, Marruecos, Sudán y Vietnam.
Ramiro Pellet LastraCoordinador EditorialPeriodista y escritor. Graduado en Comunicación Social y Periodismo en la Universidad del Salvador, con un posgrado en Relaciones Internacionales en la Universidad de Belgrano. Su experiencia en periodismo incluye la Agencia France Presse -en la sede regional para América Latina de Montevideo-, así como las secciones Cultura y Mundo del diario La Nación. Como autor publicó las novelas No va más, El legado del Inca y La noche triste de Gardel.
De cara a la próxima votación para integrar el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, varios de los países candidatos para el nuevo período presentaron sus promesas y se sometieron a una exigente ronda de preguntas de la sociedad civil, en un evento virtual que buscó echar luz sobre qué esperar de quienes aspiran a proteger y promover a poblaciones e individuos oprimidos por los poderes de turno.
El evento tuvo lugar el 7 de septiembre a instancias del International Service for Human Rights (ISHR) y Amnesty International, las dos entidades organizadoras, y obtuvo una significativa convocatoria de 11 de los 18 países que aspiran a ser electos. Los siete restantes prefirieron mantenerse al margen del escrutinio público.
El Consejo está integrado por 47 Estados miembros, que son elegidos por la mayoría de los miembros de la Asamblea General a través de votación directa. La votación de este año, en octubre, decide la renovación de 14 lugares.
La propuesta era escuchar las promesas y compromisos de los países aspirantes, y la sumatoria de las distintas presentaciones reveló un panorama absolutamente diverso en materia de derechos humanos, así como de intereses y posibilidades de cada uno de los Estados.
Costa Rica, Chile y Venezuela
Por América Latina estuvieron presentes Costa Rica y Chile, con la previsible ausencia de Venezuela, cuyo récord en derechos humanos ha estado en un declive permanente durante la extensa administración del presidente Nicolás Maduro, con denuncias tanto de entidades de la sociedad civil como de organismos internacionales y países individuales.
Las dos naciones latinoamericanas fueron las únicas que tomaron la palabra en respuesta a una pregunta de la ONG Human Rights Watch, que lanzó el interrogante a los representantes de todos los candidatos. La pregunta pidió referirse al reciente informe de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en la región china de Xinjiang.
De acuerdo con el informe presentado el 1 de septiembre por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, en su último día en funciones, se estaban cometiendo allí “graves violaciones de los derechos humanos” contra los musulmanes uigures, que pueden equivaler a “crímenes contra la humanidad”.
El informe llegó cuatro años después de que un comité de expertos de la ONU llamara la atención sobre “informes creíbles” de que más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas fueron internados en campos de “reeducación” y adoctrinamiento.
Chile y Costa Rica cubrieron el silencio que envolvió por un instante la reunión virtual, pero de todos modos prefirieron no cargar las tintas contra el gobierno chino. Ambos insistieron en cambio en que el diálogo era más valioso que la confrontación.
“En el caso de China lo que queremos en realidad es avanzar con los mayores estándares de protección de derechos humanos, pero con una capacidad y una vocación de diálogo con todos los Estados, y eso es lo más importante”, dijo el representante de Costa Rica, Christian Guillermet Fernández. Y agregó que el Consejo de Derechos Humanos “no tiene que ser un club de amigos, sino que deben estar aquellos países convencidos de que el desarrollo se basa en el camino de la promoción y protección de los derechos humanos, pero también traer al seno del Consejo países que tienen otras visiones y que tienen otras realidades”.
El representante chileno, Tomás Pascual, dijo que su país “respalda totalmente el trabajo de la Alta Comisionada”, e insistió, al igual que su colega Guillermet, en trabajar con todos los Estados, pueblos y actores.
La propuesta afgana
Mención aparte merece Afganistán, un país tan convulsionado que su representante permanente en la ONU en Ginebra, Nasser Ahmad Andisha, que tomó parte del evento virtual, está radicalmente enfrentado al régimen en funciones, el de la milicia integrista de los talibanes. Como él mismo subrayó, el récord en derechos humanos de este grupo extremista es de los peores del mundo.
Andisha insistió en candidatear a su país como miembro del Consejo de Derechos Humanos, pero por razones algo distintas al resto, y desde luego sin los talibanes.
“La candidatura de Afganistán puede parecer inusual para algunos, pero no lo es”, señaló. “Los que tienen el poder de facto en Kabul están entre los peores abusadores de los derechos humanos del mundo moderno. Por eso las delegaciones afganas que no están bajo el control de los talibanes pueden hablar con autoridad sobre temas de derechos humanos sobre la base de experiencias vividas del pueblo de Afganistán”.
Pero, sobre todo, más que hacer promesas, Andisha les pidió a los demás países que fueran ellos los que se comprometieran a señalar los atropellos a los derechos humanos en su país, y a trabajar por subsanarlos.
En un contexto absolutamente distinto, Alemania dijo que hasta ahora ha estado usando la vicepresidencia del Consejo “para promover el rol de la sociedad civil y de las ONG” en el organismo, y se comprometió a bregar por la participación habitual de las ONG en las sesiones.
Además de los países mencionados estuvieron presentes Bélgica, Georgia, Corea del Sur, Kirguistán, Rumania y Sudáfrica, cada cual con sus promesas. Los ausentes, más allá de la mencionada Venezuela, fueron Argelia, Bahréin, Bangladesh, Marruecos, Sudán y Vietnam.