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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Gol peruano
Con la recalificación de Fitch Ratings, Perú se une a un selecto club del que solo Chile y México forman parte en América Latina. La implementación de los principios económicos básicos le ha permitido a Perú mantener una tasa de crecimiento sostenido en los últimos 15 años. Esta bonanza económica, es cierto, no ha solucionado los graves problemas sociales que tiene Perú, aunque sí ha ayudado a disminuir la pobreza y a crear oportunidades de crecimiento para cientos de miles de micro y pequeños empresarios.Por Raúl Ferro
La recalificación del riesgo de Perú por parte de la clasificadora Fitch Ratings, que a principios de abril otorgó al país sudamericano el tan ansiado grado de inversión, deja una clara lección sobre los méritos de mantener una economía ordenada y sobre las ventajas de manejar la política por un carril distinto del de la economía. Con la recalificación de Fitch, Perú se une a un selecto club del que solo Chile y México forman parte en América Latina.
La historia política peruana de los últimos 20 años registra varias crisis graves, desde el auge y caída de Alberto Fujimori hasta la apretada elección de Alan García en los últimos comicios generales, pasando por el gobierno de transición de Valentín Paniagua y la sonada administración de Alejandro Toledo. Pero pese a los altos y bajos de estos años, los distintos gobernantes mantuvieron los mismos principios básicos para el manejo de la economía que impuso Carlos Boloña, el ministro de Economía de Fujimori que lanzó las reformas a principios de los años noventa. ¿Cuáles fueron estos principios? Los básicos: disciplina fiscal, apertura comercial, privatización de la economía, independencia del Banco Central y una política monetaria enfocada en metas de inflación.
Esto ha permitido a Perú mantener una tasa de crecimiento sostenido en los últimos 15 años, con la excepción de una pequeña caída en 1998 como consecuencia de la crisis asiática. Pero no solo eso. El prudente manejo de la economía a lo largo de los años ha hecho posible también que Perú se subiera a la ola de las inversiones extranjeras de los últimos años, atrayendo miles de millones de dólares que están cambiando radicalmente el aparato productivo y de servicios del país y que han hecho aumentar dramáticamente sus exportaciones. En el sector minero, por ejemplo, operadores y proveedores coinciden en que Perú podría sobrepasar a Chile como destino de inversiones mineras en los próximos años.
Esta bonanza económica, es cierto, no ha solucionado los graves problemas sociales que tiene Perú, aunque sí ha ayudado a disminuir la pobreza y a crear oportunidades de crecimiento para cientos de miles de micro y pequeños empresarios. Cualquiera que visite Lima en estos días verá pobreza y miseria, pero también podrá sentir en el aire la intensa electricidad de los negocios y ver obras en construcción en todas partes. Las cifras macroeconómicas indican que el consumo interno ha aumentado fuertemente y se ha convertido en uno de los pilares de crecimiento del país. La estabilidad económica ha permitido también, por primera vez en la historia del país, crear un mercado hipotecario dirigido a personas de ingresos medios y medios-bajos, lo que ha desatado un boom constructor que a su vez ha generado miles de puestos de trabajo en los sectores de menores ingresos del país.
Perú necesitará trabajar intensamente para solucionar sus graves problemas de desigualdad y de exclusión. Necesita también encontrar modelos que le permitan extender el crecimiento económico a las zonas geográficas que han quedado rezagadas. Pero el país tiene hoy bases económicas sólidas para hacerlo y el grado de inversión le facilita aún más el camino.
No deja de ser paradójico que Perú haya alcanzado esta calificación bajo el gobierno de Alan García, quien hace 20 años, durante su primer mandato presidencial, desató una catástrofe económica que llevo al país al infierno de la hiperinflación y el caos productivo. García ha dicho que aprendió la lección, y la forma en que ha gobernado hasta ahora –manteniendo al ministro de Economía de Alejandro Toledo, por ejemplo– demuestra que no se trata solo de palabras.
Raúl Ferro es Director de Desarrollo de Contenidos de Business News Americas.
Raúl FerroConsejero ConsultivoAnalista de economía y negocios especializado en América Latina. Fue corresponsal en Sudamérica de distintos medios económicos de EE.UU. y el Reino Unido, director editorial de la revista AméricaEconomía y director de estudios de BNamericas. Es Director del Consejo Consultivo de CADAL.
La recalificación del riesgo de Perú por parte de la clasificadora Fitch Ratings, que a principios de abril otorgó al país sudamericano el tan ansiado grado de inversión, deja una clara lección sobre los méritos de mantener una economía ordenada y sobre las ventajas de manejar la política por un carril distinto del de la economía. Con la recalificación de Fitch, Perú se une a un selecto club del que solo Chile y México forman parte en América Latina.
La historia política peruana de los últimos 20 años registra varias crisis graves, desde el auge y caída de Alberto Fujimori hasta la apretada elección de Alan García en los últimos comicios generales, pasando por el gobierno de transición de Valentín Paniagua y la sonada administración de Alejandro Toledo. Pero pese a los altos y bajos de estos años, los distintos gobernantes mantuvieron los mismos principios básicos para el manejo de la economía que impuso Carlos Boloña, el ministro de Economía de Fujimori que lanzó las reformas a principios de los años noventa. ¿Cuáles fueron estos principios? Los básicos: disciplina fiscal, apertura comercial, privatización de la economía, independencia del Banco Central y una política monetaria enfocada en metas de inflación.
Esto ha permitido a Perú mantener una tasa de crecimiento sostenido en los últimos 15 años, con la excepción de una pequeña caída en 1998 como consecuencia de la crisis asiática. Pero no solo eso. El prudente manejo de la economía a lo largo de los años ha hecho posible también que Perú se subiera a la ola de las inversiones extranjeras de los últimos años, atrayendo miles de millones de dólares que están cambiando radicalmente el aparato productivo y de servicios del país y que han hecho aumentar dramáticamente sus exportaciones. En el sector minero, por ejemplo, operadores y proveedores coinciden en que Perú podría sobrepasar a Chile como destino de inversiones mineras en los próximos años.
Esta bonanza económica, es cierto, no ha solucionado los graves problemas sociales que tiene Perú, aunque sí ha ayudado a disminuir la pobreza y a crear oportunidades de crecimiento para cientos de miles de micro y pequeños empresarios. Cualquiera que visite Lima en estos días verá pobreza y miseria, pero también podrá sentir en el aire la intensa electricidad de los negocios y ver obras en construcción en todas partes. Las cifras macroeconómicas indican que el consumo interno ha aumentado fuertemente y se ha convertido en uno de los pilares de crecimiento del país. La estabilidad económica ha permitido también, por primera vez en la historia del país, crear un mercado hipotecario dirigido a personas de ingresos medios y medios-bajos, lo que ha desatado un boom constructor que a su vez ha generado miles de puestos de trabajo en los sectores de menores ingresos del país.
Perú necesitará trabajar intensamente para solucionar sus graves problemas de desigualdad y de exclusión. Necesita también encontrar modelos que le permitan extender el crecimiento económico a las zonas geográficas que han quedado rezagadas. Pero el país tiene hoy bases económicas sólidas para hacerlo y el grado de inversión le facilita aún más el camino.
No deja de ser paradójico que Perú haya alcanzado esta calificación bajo el gobierno de Alan García, quien hace 20 años, durante su primer mandato presidencial, desató una catástrofe económica que llevo al país al infierno de la hiperinflación y el caos productivo. García ha dicho que aprendió la lección, y la forma en que ha gobernado hasta ahora –manteniendo al ministro de Economía de Alejandro Toledo, por ejemplo– demuestra que no se trata solo de palabras.
Raúl Ferro es Director de Desarrollo de Contenidos de Business News Americas.