Diálogo Latino Cubano
Promoción de la Apertura Política en Cuba
Cuba, la dictadura remanente de América Latina
A pesar del hecho objetivo que Cuba no es una democracia porque estableció un sistema de partido único y por ende sus autoridades no surgen de elecciones libres, justas y competitivas; y de tanta evidencia sobre las características represivas de su régimen, llama entonces la atención que en América Latina el gobierno de los hermanos Castro no sea visto como lo que evidentemente es: una dictadura.Por Gabriel C. Salvia
En el año 1973 la organización norteamericana Freedom House publicó el primer Índice "Libertad en el Mundo", un reporte anual sobre el estado global de la libertad, abarcando un considerable espectro de países. Las variables utilizadas para su elaboración son los derechos políticos y las libertades civiles, coincidentes con las utilizadas por Robert Dahl en su estudio sobre la democracia o poliarquía. En el índice de Freedom House cada país puede obtener un valor del 1 al 7, siendo 1 el mejor escenario posible y 7, el peor. Aquellos que reciben un puntaje entre 1 y 2,5 son catalogados como Libres, entre 3 y 5 como Parcialmente Libres y entre 5,5 y 7 como No Libres.
Desde 1973 al presente, Cuba es el único país de América Latina que siempre fue calificado como No Libre por Freedom House. En el primer informe "Libertad en el Mundo" de 1973, Cuba compartía en la región la calificación de No Libre junto a Haití, Panamá y Perú. En Haití gobernaba Jean-Claude Duvalier, conocido como Baby Doc; en Panamá Omar Torrijos Herrera; y en Perú Juan Velasco Alvarado.
Entre los años 1977 y 1978 se registraron en América Latina la mayor cantidad de Países No Libres en los informes de Freedom House: Argentina, Chile, Cuba, Haití, Panamá, Paraguay y Uruguay. En Argentina gobernaba Jorge Rafael Videla, en Chile Augusto Pinochet, en Paraguay Alfredo Stroessner y en Uruguay Aparicio Méndez.
En 1987 y 1988 Cuba ocupó por primera vez en soledad la condición de único país No Libre de América Latina, lo cual se repetiría en 1991, entre 1995 y 2000, y desde 2007 a la fecha. Entre 1992 y 1994, y entre 2001 y 2006, Cuba compartió la condición de No Libre con Haití, considerado este último como un "estado fallido".
Los datos que surgen de "Libertad en el Mundo" en estos 43 años ponen en evidencia la excepcionalidad que representa el régimen de partido único de Cuba en América Latina, lo cual convierte al gobierno de este país en la dictadura remanente de la región.
Sin embargo, a pesar del hecho objetivo que Cuba no es una democracia porque estableció un sistema de partido único y por ende sus autoridades no surgen de elecciones libres, justas y competitivas; y de tanta evidencia sobre las características represivas de su régimen que está documentada en su propia Constitución, Código Penal, Leyes Especiales y sentencias de los
Tribunales Populares - todo ello denunciado por las más prestigiosas organizaciones internacionales de Derechos Humanos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch - llama entonces la atención que en América Latina el gobierno de los hermanos Castro no sea visto como lo que evidentemente es: una dictadura.
Así, se llega al extremo en los organismos intergubernamentales regionales, como la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la más reciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de los cuales Cuba forma parte a pesar de la existencia de cláusulas democráticas y una serie de declaraciones que los hermanos Castro firman pero no cumplen, especialmente porque ningún otro gobierno se lo va a reclamar.
Por tal motivo, el proceso de normalización de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, que cuenta con mayoritario apoyo desde América Latina, encuentra su principal escollo en la falta de apertura política en la isla caribeña. Al respecto, en este proceso los países y organismos de la región no ponen el mismo énfasis en los reclamos de Estados Unidos y Cuba. Estados Unidos le reclama apertura política a Raúl Castro y Cuba le pide a Obama el levantamiento del embargo norteamericano. Pero resulta que América Latina siempre se pronuncia condenando el embargo económico de Estados Unidos, cuya eliminación depende del Congreso norteamericano, y nunca le reclama a Cuba que modifique la política de estado que reprime el ejercicio de las libertades democráticas fundamentales, lo cual depende exclusivamente del poder arbitrario de Raúl Castro.
¿Puede, entonces, esperarse una normalización democrática de Cuba sin un pronunciamiento de América Latina en favor de que allí se reconozcan los mismos derechos que, con sus más y sus menos, están vigentes en el resto de los países del hemisferio?
En definitiva, la mayoría de los países de América Latina desmerecen su propia democracia al aceptar la excepcionalidad de Cuba, cuyo régimen de partido y pensamiento único representa un claro límite en la región a la consolidación de la institucionalidad democrática, el estado de derecho y el respeto a las libertades fundamentales.
Gabriel C. Salvia es presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) y compilador del libro "Diplomacia y derechos humanos en Cuba: de la Primavera Negra a la liberación de presos políticos".
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista internacional de derechos humanos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista trabajó en gráfica, radio y TV.
Compiló varios libros, entre ellos "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021) y "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023),
y es autor de "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). También es autor de varios informes, entre los que se destacan "Las sillas del Consejo: autoritarismos y democracias en la evolución de la integración del órgano de DDHH de la ONU" y "Memoria cerrada: La complicidad de la revolución cubana con la dictadura militar argentina".
En el año 1973 la organización norteamericana Freedom House publicó el primer Índice "Libertad en el Mundo", un reporte anual sobre el estado global de la libertad, abarcando un considerable espectro de países. Las variables utilizadas para su elaboración son los derechos políticos y las libertades civiles, coincidentes con las utilizadas por Robert Dahl en su estudio sobre la democracia o poliarquía. En el índice de Freedom House cada país puede obtener un valor del 1 al 7, siendo 1 el mejor escenario posible y 7, el peor. Aquellos que reciben un puntaje entre 1 y 2,5 son catalogados como Libres, entre 3 y 5 como Parcialmente Libres y entre 5,5 y 7 como No Libres.
Desde 1973 al presente, Cuba es el único país de América Latina que siempre fue calificado como No Libre por Freedom House. En el primer informe "Libertad en el Mundo" de 1973, Cuba compartía en la región la calificación de No Libre junto a Haití, Panamá y Perú. En Haití gobernaba Jean-Claude Duvalier, conocido como Baby Doc; en Panamá Omar Torrijos Herrera; y en Perú Juan Velasco Alvarado.
Entre los años 1977 y 1978 se registraron en América Latina la mayor cantidad de Países No Libres en los informes de Freedom House: Argentina, Chile, Cuba, Haití, Panamá, Paraguay y Uruguay. En Argentina gobernaba Jorge Rafael Videla, en Chile Augusto Pinochet, en Paraguay Alfredo Stroessner y en Uruguay Aparicio Méndez.
En 1987 y 1988 Cuba ocupó por primera vez en soledad la condición de único país No Libre de América Latina, lo cual se repetiría en 1991, entre 1995 y 2000, y desde 2007 a la fecha. Entre 1992 y 1994, y entre 2001 y 2006, Cuba compartió la condición de No Libre con Haití, considerado este último como un "estado fallido".
Los datos que surgen de "Libertad en el Mundo" en estos 43 años ponen en evidencia la excepcionalidad que representa el régimen de partido único de Cuba en América Latina, lo cual convierte al gobierno de este país en la dictadura remanente de la región.
Sin embargo, a pesar del hecho objetivo que Cuba no es una democracia porque estableció un sistema de partido único y por ende sus autoridades no surgen de elecciones libres, justas y competitivas; y de tanta evidencia sobre las características represivas de su régimen que está documentada en su propia Constitución, Código Penal, Leyes Especiales y sentencias de los
Tribunales Populares - todo ello denunciado por las más prestigiosas organizaciones internacionales de Derechos Humanos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch - llama entonces la atención que en América Latina el gobierno de los hermanos Castro no sea visto como lo que evidentemente es: una dictadura.
Así, se llega al extremo en los organismos intergubernamentales regionales, como la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la más reciente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de los cuales Cuba forma parte a pesar de la existencia de cláusulas democráticas y una serie de declaraciones que los hermanos Castro firman pero no cumplen, especialmente porque ningún otro gobierno se lo va a reclamar.
Por tal motivo, el proceso de normalización de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, que cuenta con mayoritario apoyo desde América Latina, encuentra su principal escollo en la falta de apertura política en la isla caribeña. Al respecto, en este proceso los países y organismos de la región no ponen el mismo énfasis en los reclamos de Estados Unidos y Cuba. Estados Unidos le reclama apertura política a Raúl Castro y Cuba le pide a Obama el levantamiento del embargo norteamericano. Pero resulta que América Latina siempre se pronuncia condenando el embargo económico de Estados Unidos, cuya eliminación depende del Congreso norteamericano, y nunca le reclama a Cuba que modifique la política de estado que reprime el ejercicio de las libertades democráticas fundamentales, lo cual depende exclusivamente del poder arbitrario de Raúl Castro.
¿Puede, entonces, esperarse una normalización democrática de Cuba sin un pronunciamiento de América Latina en favor de que allí se reconozcan los mismos derechos que, con sus más y sus menos, están vigentes en el resto de los países del hemisferio?
En definitiva, la mayoría de los países de América Latina desmerecen su propia democracia al aceptar la excepcionalidad de Cuba, cuyo régimen de partido y pensamiento único representa un claro límite en la región a la consolidación de la institucionalidad democrática, el estado de derecho y el respeto a las libertades fundamentales.
Gabriel C. Salvia es presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) y compilador del libro "Diplomacia y derechos humanos en Cuba: de la Primavera Negra a la liberación de presos políticos".