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Monitoreo de la gobernabilidad democrática

28-05-2012

Las tres facetas del desarrollo

En América Latina, Chile sigue al frente del ranking regional, subiendo una posición en el global con respecto al 2010 –puesto 15- desplazando ahora a Austria. Uruguay es el segundo país en el ranking latinoamericano y en el global se ubica en el puesto número 23. Costa Rica continúa descendiendo, este año cinco lugares respecto a 2010, pero se mantiene tercero en el ranking de América Latina seguido por Panamá. En total, 10 países latinoamericanos mejoraron su puntaje respecto a la edición anterior, uno –Perú- se mantuvo igual, y 9 disminuyeron su calificación. Los retrocesos más importantes son los de México, Nicaragua y Venezuela.
Por Gabriel C. Salvia

Sobre un total de 173 países, Nueva Zelandia vuelve a encabezar el ranking global de desarrollo “Democracia, Mercado y Transparencia” que publica el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), seguida ahora por el otro país de Oceanía, Australia. Dinamarca, tercero, sigue al frente del ranking de la Unión Europea, que en su último lugar tiene –no por casualidad- a Grecia. Albania, en el puesto 73, reúne el puntaje que más se aproxima al del promedio global (5,16), debajo del cual se ubican el 55,5% de los estados incluidos en este ranking.

El ranking “Democracia, Mercado y Transparencia” plantea que los pilares que hacen al desarrollo son tres: las libertades democráticas, la economía de mercado y la transparencia gubernamental. De esta manera, los países que pueden definirse como desarrollados deben garantizar cada una de estas tres facetas necesarias para el progreso político, económico e institucional. Para la elaboración del ranking se combinan y ponderan en forma equitativa, los datos que aparecen en las ediciones de las siguientes publicaciones: Freedom of the World, de Freedom House; Índice de Libertad Económica, de Heritage Foundation y Wall Street Journal; y el Índice de Percepción de la Corrupción, de Transparency International.

Como datos curiosos, entre los diez primeros países del ranking no hay ninguno que pueda ser considerado un “imperio”: Nueva Zelandia (0.922), Australia (0.899), Dinamarca (0,898), Suiza (0,893), Finlandia (0,885), Canadá (0,885), Suecia (0,880), Holanda (0,870), Luxemburgo (0,859) y Noruega (0,859). Todos estos países tienen el mejor puntaje en libertades democráticas y altísimos niveles de transparencia, lo cual explica por qué un “Estado de bienestar” –como cuatro de los casos que figuran en el “top ten”- representa también una alternativa para el desarrollo.

Otro dato interesante, de acuerdo a esta manera de entender el desarrollo, es la ubicación de China. El gigante asiático aparece en el puesto 150 debido a que registra una de las peores calificaciones que otorga Freedom House, un mediocre desempeño en libertad económica y un aplazo en transparencia. De esta manera, a pesar de ser una potencia económica, el carácter dictatorial de China y con ello los vicios asociados a la corrupción, muestran –según este ranking- que la “apertura” que ya lleva más de cuarenta años no ha sido suficiente para acercarle el desarrollo a su pueblo.

En América Latina, Chile sigue al frente del ranking regional, subiendo una posición en el global con respecto al 2010 –puesto 15- desplazando ahora a Austria. Uruguay es el segundo país en el ranking latinoamericano y en el global se ubica en el puesto número 23. Costa Rica continúa descendiendo, este año cinco lugares respecto a 2010, pero se mantiene tercero en el ranking de América Latina seguido por Panamá. En total, 10 países latinoamericanos mejoraron su puntaje respecto a la edición anterior, uno –Perú- se mantuvo igual, y 9 disminuyeron su calificación. Los retrocesos más importantes son los de México, Nicaragua y Venezuela.

Respecto a los países latinoamericanos, solamente tres reciben la mejor calificación de Freedom House, los cuales encabezan el ranking regional; y dieciséis, es decir el ochenta por ciento, están aplazados en materia de transparencia. El caso chileno es sorprendente, ocupando el 15º lugar a nivel global con un puntaje de 0,824. Pero no es casualidad, teniendo en cuenta que Chile también lidera regionalmente los siguientes rankings: Índice de Desarrollo Humano, The Global Competitiveness Index y Doing Business, quedando segundo, después de Uruguay, en el Prosperity Ranking.

En definitiva, si se comparte la idea de que el desarrollo requiere conjuntamente altos estándares en materia de libertades civiles, políticas, económicas y transparencia gubernamental, el ranking global que ofrece CADAL ayuda a comprender muy fácilmente por qué en algunos países se goza de una mayor calidad de vida que en otros y también permite a cada uno desde su lugar ver las fortalezas y debilidades de su propio país.

Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

 

Gabriel C. Salvia
Gabriel C. Salvia
Director General
Activista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil. 
 
 
 

 
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