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Análisis Sínico
25-11-2025¿Cómo coexisten el desarrollo y la censura en la era de Xi-Jinping?: China y la paradoja del poder blando y el poder nocivo
Los datos de V-Dem y BTI revelan que el desarrollo chino no puede entenderse como una simple cuestión de progreso económico, sino que es más bien, una narrativa política que convierte la estabilidad en virtud y el silencio en consenso. El éxito del “milagro chino” no reside solo en su capacidad indiscutible de crecer sino también en su habilidad de redefinir lo que es el desarrollo y consecuentemente la libertad.
Por Oriana Gomez Florez
En China, el desarrollo no es sinónimo de libertad, sino una forma sofisticada de control. Con el comienzo de la era de Xi Jinping, en el año 2013, la estabilidad económica y la prosperidad eliminaron por completo las nociones liberales de derechos humanos y libertad de expresión. Con él comenzó la denominada “nueva era”, caracterizada por el establecimiento de un liderazgo personal en su figura y la permanencia indefinida en el poder. En particular, podríamos definir su gobierno, como argumenta Juan Pablo Cardenal, en base al famoso “Documento n.º 9”. Este marcó la orientación del gobierno chino en cuanto a ideología y resultó, entre otras cosas, en un deterioro abismal de la libertad de prensa y, por tanto, de la libertad de expresión. Este documento, el cual no fue realizado para ser público, demostró como el Partido Comunista Chino (PCCh), a través de la prohibición de la difusión de los valores políticos occidentales, colocó a los derechos humanos en clave relativa y a las libertades individuales como secundarias frente al desarrollo y la estabilidad.
Desde los discursos del PCCh hasta las pantallas de los medios internacionales, la prosperidad económica del gigante asiático se presenta como prueba de que el modelo chino funciona. En esta lógica, el desarrollo se convierte en un argumento moral, y el uso del poder blando (soft power) en una herramienta clave del modelo de gobernanza de China.
El poder blando, en la definición tradicional establecida por Joseph Nye, implica la capacidad que tiene un país de atraer a otros y ser legitimado en base a sus valores, historia, cultura, políticas e instituciones. No obstante, al igual que se considera que existe un modelo chino de desarrollo, también existe un modelo chino de poder blando. Esta versión, a veces denominada poder nocivo (sharp power), fue desarrollada por Christopher Walker, Shanthi Kalathil y Jessica Ludwig, quienes la definen como un tipo de poder que no solo busca atraer, sino que también disciplina, selecciona y silencia. Este se expresa con especial claridad en el campo mediático, donde Pekín ha construido una infraestructura comunicacional global que difunde su narrativa y neutraliza las voces críticas, tanto externas como internas. Como explica Javier Navarro Quiñones, el Departamento de Propaganda del Comité Central del PCCh ha desempeñado un papel clave en la articulación de un sistema alineado con los objetivos del modelo. El autor argumenta que China entendió que necesitaba consolidar conglomerados como China Media Group, Xinhua, Global Times, China Daily, y ejecutar a través de ellos un proceso orientado a “transmitir su propia narrativa y contrarrestar las campañas mediáticas occidentales”.
Otro ejemplo de este sistema de poder es el de los Institutos Confucio. China posee acuerdos institucionales a largo plazo con el mundo académico, en los que organiza y financia seminarios y proyectos de investigación. Objetivamente, la divulgación académica representa una forma de poder blando, pero, en el caso chino, posee un costado censurado que lo convierte en poder nocivo. Por ejemplo, no existen investigaciones oficiales que discutan lo ocurrido en el Tíbet, la situación en Hong Kong o debates más teóricos como la posible democratización de China. Este ejemplo de expansión y censura simultáneas deja en evidencia la dualidad “pacífica” y “coercitiva” que caracteriza el intento de China por atraer y legitimar su modelo.
Para visualizar claramente esta paradoja, podemos tomar datos del Varieties of Democracy (V-Dem), un programa internacional que mide distintos aspectos de la democracia y su calidad. Y en este caso, observar el índice de libertades civiles, la censura por parte del gobierno y la difusión de información falsa, tanto externa como doméstica. Adicionalmente, se utilizan datos del Bertelsmann Transformation Index (BTI), que evalúa el nivel de transformación política y económica de más de 120 países. No obstante, para este análisis, se considera principalmente el reporte 2024 de China, sin dejar de tener en cuenta las variaciones en años anteriores.
Por un lado, V-Dem revela con nitidez una constante: en China, el control informativo no es una anomalía, sino una pieza estructural del sistema político. Desde 2013, el índice de libertades civiles se mantiene estancado en niveles muy bajos, lo que equivale a un contexto en el que la censura es directa, rutinaria y sistemática. En otras palabras, más que un retroceso, lo que se observa es una continuidad disciplinada del silencio: la libertad de expresión y la prensa permanecen sujetas a los mismos límites que hace más de una década.
Algo similar ocurre con el esfuerzo de censura gubernamental sobre los medios, el cual se sitúa de manera constante cerca del nivel mínimo y desciende aún más en los últimos años. Esto, según los parámetros, indica que la censura es directa y constante. Asimismo, las variables sobre desinformación difundidas por el gobierno a nivel internacional y doméstico completan este cuadro. En el ámbito internacional, el gobierno chino mantiene una presencia activa en la difusión de información engañosa y su frecuencia parece aumentar hacia 2018; mientras que en el ámbito doméstico conserva niveles relativamente estables a lo largo de todo el período. No obstante, ambos indicadores se mantienen en su valor más bajo, el cual, según la codificación de esta base de datos, indica que el gobierno logra difundir información falsa sobre todas las cuestiones políticas clave.
Ahora bien, ¿cuál es la justificación del PCCh con respecto a estos datos? En múltiples foros, China ha comunicado su visión particular y relativista de los derechos humanos. Por ejemplo, S. E. Qin Gang, ministro de Relaciones Exteriores, afirmó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2023 que: “Debe ser respetado el derecho de cada país a elegir de forma independiente su camino de desarrollo de los derechos humanos. Copiar a ciegas el modelo de otros países simplemente quedará mal adaptado a las propias condiciones y, del mismo modo, imponer el modelo propio a los demás solo causará daños interminables”. Pero ¿no es acaso en ese “camino independiente al desarrollo” donde precisamente se ven vulnerados los derechos humanos?
Asimismo, China ha dejado en claro que la estabilidad económica es el verdadero progreso. No obstante, los datos del BTI sugieren que el crecimiento abismal que ha conseguido el país queda en gran medida relegado al plano discursivo o macroeconómico. Si bien China ha desarrollado su economía de una forma impactante, al observar las transformaciones estructurales, no se registran cambios sustantivos. Según el análisis de Dorothea Krueger y Gina Picco, las variaciones del BTI son estables y presentan cambios menores a un punto. Incluso destacan que, en el régimen de bienestar, el promedio indica un progreso limitado y desigual, explicado por las brechas socioeconómicas y étnicas aún existentes que China se niega a reconocer públicamente. Esta negación se evidencia, por ejemplo, en este otro fragmento del ministro Qin Gang: “China es un país multiétnico unificado. Nuestras 56 etnias, diversas, pero bien integradas, están estrechamente unidas como los granos de una granada, formando así una comunidad de la nación china marcada por la solidaridad entre sí”.
En definitiva, los datos de V-Dem y BTI revelan que el desarrollo chino no puede entenderse como una simple cuestión de progreso económico, sino que es más bien, una narrativa política que convierte la estabilidad en virtud y el silencio en consenso. El éxito del “milagro chino” no reside solo en su capacidad indiscutible de crecer sino también en su habilidad de redefinir lo que es el desarrollo y consecuentemente la libertad. En este sentido, observamos que el poder blando y el poder nocivo chinos funcionan en la medida en que se desprestigian los derechos humanos políticos y civiles y se ratifican los derechos económicos y sociales, a costa de un crecimiento macroeconómico monumental y de una sociedad civil inexistente.
Bibliografía
Bertelsmann Stiftung. (2024). Bertelsmann Transformation Index (BTI) 2024: China Country Dashboard. https://bti-project.org/en/reports/country-dashboard/CHN
Cardenal, J. P. (2025, enero 27). Sin prensa libre en China: por qué nos afecta. Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). https://www.cadal.org/publicaciones/articulos/?id=17319
Coppedge, Michael, John Gerring, Carl Henrik Knutsen, Staffan I. Lindberg, Jan Teorell, David Altman, Fabio Angiolillo, Michael Bernhard, Agnes Cornell, M. Steven Fish, Linnea Fox, Lisa Gastaldi, Haakon Gjerløw, Adam Glynn, Ana Good God, Sandra Grahn, Allen Hicken, Katrin Kinzelbach, Joshua Krusell, Kyle L. Marquardt, Kelly McMann, Valeriya Mechkova, Juraj Medzihorsky, Natalia Natsika, Anja Neundorf, Pamela Paxton, Daniel Pemstein, Johannes von Römer, Brigitte Seim, Rachel Sigman, Svend-Erik Skaaning, Jeffrey Staton, Aksel Sundström, Marcus Tannenberg, Eitan Tzelgov, Yi-ting Wang, Felix Wiebrecht, Tore Wig, Steven Wilson and Daniel Ziblatt. 2025. "V-Dem [Country-Year/Country-Date] Dataset v15" Varieties of Democracy (V-Dem) Project. https://doi.org/10.23696/vdemds25
Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China. (2023, 28 de febrero). Declaración de S. E. Qin Gang ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Recuperado de https://www.fmprc.gov.cn/esp/wjb/wjbz/zyjh/202302/t20230228_11032425.html
Nye Jr, J. (2018). How sharp power threatens soft power. URL: https://www. foreignaffairs. com/articles/china/2018-01-24/howsharp-power-threatens-soft-power (дата обращения: 15.10. 2022).
Picco, G., & Krueger, D. (2024, agosto 14). Transformaciones limitadas: China en el BTI 2006–2024. Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). https://www.cadal.org/publicaciones/articulos/?id=16696
Quiñones, J. N. (2025). La cultura como herramienta de la política exterior de China, durante la gestión del secretario general Xi Jinping. Cuadernos de Nuestra América, (014), 9-25.
Walker, C. (2018). What Is" Sharp Power”? Journal of democracy, 29(3), 9-23.
Oriana Gomez FlorezLicenciada en Estudios Internacionales por la Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, Argentina. Su artículo "¿Cómo coexisten el desarrollo y la censura en la era de Xi-Jinping?: China y la paradoja del poder blando y el poder nocivo" recibió una Mención Especial en la convocatoria al Premio “Análisis Sínico: Descifrando China” en el marco del seminario “La China de Xi Jinping”, organizado por CADAL y la Fundación Konrad Adenauer en octubre de 2025.
En China, el desarrollo no es sinónimo de libertad, sino una forma sofisticada de control. Con el comienzo de la era de Xi Jinping, en el año 2013, la estabilidad económica y la prosperidad eliminaron por completo las nociones liberales de derechos humanos y libertad de expresión. Con él comenzó la denominada “nueva era”, caracterizada por el establecimiento de un liderazgo personal en su figura y la permanencia indefinida en el poder. En particular, podríamos definir su gobierno, como argumenta Juan Pablo Cardenal, en base al famoso “Documento n.º 9”. Este marcó la orientación del gobierno chino en cuanto a ideología y resultó, entre otras cosas, en un deterioro abismal de la libertad de prensa y, por tanto, de la libertad de expresión. Este documento, el cual no fue realizado para ser público, demostró como el Partido Comunista Chino (PCCh), a través de la prohibición de la difusión de los valores políticos occidentales, colocó a los derechos humanos en clave relativa y a las libertades individuales como secundarias frente al desarrollo y la estabilidad.
Desde los discursos del PCCh hasta las pantallas de los medios internacionales, la prosperidad económica del gigante asiático se presenta como prueba de que el modelo chino funciona. En esta lógica, el desarrollo se convierte en un argumento moral, y el uso del poder blando (soft power) en una herramienta clave del modelo de gobernanza de China.
El poder blando, en la definición tradicional establecida por Joseph Nye, implica la capacidad que tiene un país de atraer a otros y ser legitimado en base a sus valores, historia, cultura, políticas e instituciones. No obstante, al igual que se considera que existe un modelo chino de desarrollo, también existe un modelo chino de poder blando. Esta versión, a veces denominada poder nocivo (sharp power), fue desarrollada por Christopher Walker, Shanthi Kalathil y Jessica Ludwig, quienes la definen como un tipo de poder que no solo busca atraer, sino que también disciplina, selecciona y silencia. Este se expresa con especial claridad en el campo mediático, donde Pekín ha construido una infraestructura comunicacional global que difunde su narrativa y neutraliza las voces críticas, tanto externas como internas. Como explica Javier Navarro Quiñones, el Departamento de Propaganda del Comité Central del PCCh ha desempeñado un papel clave en la articulación de un sistema alineado con los objetivos del modelo. El autor argumenta que China entendió que necesitaba consolidar conglomerados como China Media Group, Xinhua, Global Times, China Daily, y ejecutar a través de ellos un proceso orientado a “transmitir su propia narrativa y contrarrestar las campañas mediáticas occidentales”.
Otro ejemplo de este sistema de poder es el de los Institutos Confucio. China posee acuerdos institucionales a largo plazo con el mundo académico, en los que organiza y financia seminarios y proyectos de investigación. Objetivamente, la divulgación académica representa una forma de poder blando, pero, en el caso chino, posee un costado censurado que lo convierte en poder nocivo. Por ejemplo, no existen investigaciones oficiales que discutan lo ocurrido en el Tíbet, la situación en Hong Kong o debates más teóricos como la posible democratización de China. Este ejemplo de expansión y censura simultáneas deja en evidencia la dualidad “pacífica” y “coercitiva” que caracteriza el intento de China por atraer y legitimar su modelo.
Para visualizar claramente esta paradoja, podemos tomar datos del Varieties of Democracy (V-Dem), un programa internacional que mide distintos aspectos de la democracia y su calidad. Y en este caso, observar el índice de libertades civiles, la censura por parte del gobierno y la difusión de información falsa, tanto externa como doméstica. Adicionalmente, se utilizan datos del Bertelsmann Transformation Index (BTI), que evalúa el nivel de transformación política y económica de más de 120 países. No obstante, para este análisis, se considera principalmente el reporte 2024 de China, sin dejar de tener en cuenta las variaciones en años anteriores.
Por un lado, V-Dem revela con nitidez una constante: en China, el control informativo no es una anomalía, sino una pieza estructural del sistema político. Desde 2013, el índice de libertades civiles se mantiene estancado en niveles muy bajos, lo que equivale a un contexto en el que la censura es directa, rutinaria y sistemática. En otras palabras, más que un retroceso, lo que se observa es una continuidad disciplinada del silencio: la libertad de expresión y la prensa permanecen sujetas a los mismos límites que hace más de una década.
Algo similar ocurre con el esfuerzo de censura gubernamental sobre los medios, el cual se sitúa de manera constante cerca del nivel mínimo y desciende aún más en los últimos años. Esto, según los parámetros, indica que la censura es directa y constante. Asimismo, las variables sobre desinformación difundidas por el gobierno a nivel internacional y doméstico completan este cuadro. En el ámbito internacional, el gobierno chino mantiene una presencia activa en la difusión de información engañosa y su frecuencia parece aumentar hacia 2018; mientras que en el ámbito doméstico conserva niveles relativamente estables a lo largo de todo el período. No obstante, ambos indicadores se mantienen en su valor más bajo, el cual, según la codificación de esta base de datos, indica que el gobierno logra difundir información falsa sobre todas las cuestiones políticas clave.
Ahora bien, ¿cuál es la justificación del PCCh con respecto a estos datos? En múltiples foros, China ha comunicado su visión particular y relativista de los derechos humanos. Por ejemplo, S. E. Qin Gang, ministro de Relaciones Exteriores, afirmó ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2023 que: “Debe ser respetado el derecho de cada país a elegir de forma independiente su camino de desarrollo de los derechos humanos. Copiar a ciegas el modelo de otros países simplemente quedará mal adaptado a las propias condiciones y, del mismo modo, imponer el modelo propio a los demás solo causará daños interminables”. Pero ¿no es acaso en ese “camino independiente al desarrollo” donde precisamente se ven vulnerados los derechos humanos?
Asimismo, China ha dejado en claro que la estabilidad económica es el verdadero progreso. No obstante, los datos del BTI sugieren que el crecimiento abismal que ha conseguido el país queda en gran medida relegado al plano discursivo o macroeconómico. Si bien China ha desarrollado su economía de una forma impactante, al observar las transformaciones estructurales, no se registran cambios sustantivos. Según el análisis de Dorothea Krueger y Gina Picco, las variaciones del BTI son estables y presentan cambios menores a un punto. Incluso destacan que, en el régimen de bienestar, el promedio indica un progreso limitado y desigual, explicado por las brechas socioeconómicas y étnicas aún existentes que China se niega a reconocer públicamente. Esta negación se evidencia, por ejemplo, en este otro fragmento del ministro Qin Gang: “China es un país multiétnico unificado. Nuestras 56 etnias, diversas, pero bien integradas, están estrechamente unidas como los granos de una granada, formando así una comunidad de la nación china marcada por la solidaridad entre sí”.
En definitiva, los datos de V-Dem y BTI revelan que el desarrollo chino no puede entenderse como una simple cuestión de progreso económico, sino que es más bien, una narrativa política que convierte la estabilidad en virtud y el silencio en consenso. El éxito del “milagro chino” no reside solo en su capacidad indiscutible de crecer sino también en su habilidad de redefinir lo que es el desarrollo y consecuentemente la libertad. En este sentido, observamos que el poder blando y el poder nocivo chinos funcionan en la medida en que se desprestigian los derechos humanos políticos y civiles y se ratifican los derechos económicos y sociales, a costa de un crecimiento macroeconómico monumental y de una sociedad civil inexistente.
Bibliografía
Bertelsmann Stiftung. (2024). Bertelsmann Transformation Index (BTI) 2024: China Country Dashboard. https://bti-project.org/en/reports/country-dashboard/CHN
Cardenal, J. P. (2025, enero 27). Sin prensa libre en China: por qué nos afecta. Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). https://www.cadal.org/publicaciones/articulos/?id=17319
Coppedge, Michael, John Gerring, Carl Henrik Knutsen, Staffan I. Lindberg, Jan Teorell, David Altman, Fabio Angiolillo, Michael Bernhard, Agnes Cornell, M. Steven Fish, Linnea Fox, Lisa Gastaldi, Haakon Gjerløw, Adam Glynn, Ana Good God, Sandra Grahn, Allen Hicken, Katrin Kinzelbach, Joshua Krusell, Kyle L. Marquardt, Kelly McMann, Valeriya Mechkova, Juraj Medzihorsky, Natalia Natsika, Anja Neundorf, Pamela Paxton, Daniel Pemstein, Johannes von Römer, Brigitte Seim, Rachel Sigman, Svend-Erik Skaaning, Jeffrey Staton, Aksel Sundström, Marcus Tannenberg, Eitan Tzelgov, Yi-ting Wang, Felix Wiebrecht, Tore Wig, Steven Wilson and Daniel Ziblatt. 2025. "V-Dem [Country-Year/Country-Date] Dataset v15" Varieties of Democracy (V-Dem) Project. https://doi.org/10.23696/vdemds25
Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China. (2023, 28 de febrero). Declaración de S. E. Qin Gang ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Recuperado de https://www.fmprc.gov.cn/esp/wjb/wjbz/zyjh/202302/t20230228_11032425.html
Nye Jr, J. (2018). How sharp power threatens soft power. URL: https://www. foreignaffairs. com/articles/china/2018-01-24/howsharp-power-threatens-soft-power (дата обращения: 15.10. 2022).
Picco, G., & Krueger, D. (2024, agosto 14). Transformaciones limitadas: China en el BTI 2006–2024. Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). https://www.cadal.org/publicaciones/articulos/?id=16696
Quiñones, J. N. (2025). La cultura como herramienta de la política exterior de China, durante la gestión del secretario general Xi Jinping. Cuadernos de Nuestra América, (014), 9-25.
Walker, C. (2018). What Is" Sharp Power”? Journal of democracy, 29(3), 9-23.










































