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Análisis Sínico
25-11-2025China y la energía en América Latina: inversión estratégica y disputa por recursos críticos
La nueva estrategia se centra en una mayor integración de la cadena de valor del sector energético instrumentada a través de inversiones más concretas y específicas. Así, Latinoamérica no solo abastece a China de recursos minerales, sino que también se integra de manera directa en su entramado geopolítico energético.
Por Luisina Bertolaccini
“Desde una perspectiva biofísica básica el curso de la historia puede pensarse como la búsqueda por controlar mayores reservas y flujos de formas de energía cada vez más concentradas y versátiles, y por convertirlas en calor, luz y movimiento de manera cada vez más asequible y eficiente y menos costosa.”
-Vaclav Smil.
Estamos siendo testigos de una verdadera transformación global. La relación entre energía y sociedad actúa una vez más como ventana hacia cómo se verá el escenario mundial de los próximos años. Las energías renovables avanzan con fuerza, impulsadas no solo por la urgencia ambiental, sino también por la necesidad de mayor eficiencia. A su vez, esta transición acarrea un cambio en la gestión y distribución del capital global. Si bien surgen oportunidades para la innovación y el desarrollo sostenible, también aumentan los desafíos en cuanto a conflictos de equidad y soberanía.
La transición hacia una economía baja en carbono requiere enormes cantidades de metales para sustituir el actual modelo basado en combustibles fósiles. Actualmente, las cadenas de suministro para el procesamiento de estos metales están ampliamente dominadas por China. De manera simultánea, investigadores señalan que China ha modificado profundamente su enfoque en América Latina, optando por dejar de lado los voluminosos préstamos destinados a obras de infraestructura y concentrando sus esfuerzos en inversiones más selectivas y estratégicas, especialmente en sectores como el litio y la tecnología. Mediante esta focalización, busca consolidar un control sustancial sobre los recursos clave y ejercer una influencia decisiva en las cadenas de valor regionales, integrando a los países latinoamericanos dentro de su propia red productiva y financiera. De esa manera, la inversión enfocada en estos sectores no solo refuerza su dominio sobre las cadenas de integración globales, sino que también le permite posicionarse como un actor decisor indiscutido en la definición de las reglas y precios.
En paralelo, el auge de la inteligencia artificial y la expansión vertiginosa de los centros de datos están impulsando una demanda energética sin precedentes, intensificando la presión sobre los recursos minerales. El consumo de los centros de datos supera a gigantes establecidos como los vehículos eléctricos. A modo de referencia, solo pensando en la automotriz eléctrica, algunos economistas predicen que el consumo anual de litio, que actualmente se sitúa entre 2.000 y 3.000 toneladas métricas deberá aumentar significativamente (hasta aproximadamente 500.000 toneladas métricas) para poder satisfacer la producción anual prevista. Sumado a ello, para satisfacer estas emergentes demandas, será necesario construir miles de plantas solares y eólicas adicionales, lo que a su vez disparará la demanda de materiales como cobre. Se prevé que para 2050 la producción de grafito, litio y cobalto deberá incrementarse casi un 500%.
El vínculo entre Latinoamérica y China resulta entonces fundamental. En 2023, China recibió alrededor de un tercio de las exportaciones minerales de Latinoamérica. Además, la región le proporcionó el 98 % del carbonato de litio que este país compró en 2024. Esta relación comercial se complementa con inversiones chinas cada vez más específicas, alejándose de los gigantes créditos de infraestructura. Los préstamos soberanos, que antes representaban un pilar de la relación entre ambas regiones, ahora son mucho menos frecuentes y han perdido relevancia en la dinámica actual. En otras palabras, la nueva estrategia se centra en una mayor integración de la cadena de valor del sector energético instrumentada a través de inversiones más concretas y específicas. Así, Latinoamérica no solo abastece a China de recursos minerales, sino que también se integra de manera directa en su entramado geopolítico energético.
En otra arista de este complejo escenario, la manera en que se forman los precios de los metales revela una dimensión donde se disputa otra batalla estratégica. Los mercados financieros globales se ven sumamente determinados por los movimientos del precio de commodities internacional. Recientemente el gobierno de los Estados Unidos ha demostrado creciente preocupación por aquellos metales que se negocian principalmente por contratos OTC (over the counter), como el litio o el cobalto. El tamaño de los mercados OTC es significativamente mayor en tamaño al mercado de capitales más tradicional y regulado. Según, sus informes, estos commodities presentan menor liquidez y transparencia. Asimismo, sostienen que incluso en mercados más institucionalizados (como el London Metal Exchange) se han observado cuestionamientos a la fiabilidad de los precios, con algunos productores recurriendo a mecanismos alternativos ligados a mercados OTC en China. Esto no solo generaría una manipulación en los precios sino que también aumentaría la volatilidad.
La diferencia central es que el contrato chino permite entrega física en China, mientras que el Chicago Mercantile Exchange se liquida financieramente y es usado mayormente por operadores institucionales. A medida que aumenta la demanda por minerales críticos, los mercados financieros continúan remodelando sus estructuras para mejorar su función de cobertura en la cadena de suministro. Cuando los precios de estos minerales se determinan crecientemente en mercados chinos (como Guangzhou Futures Exchange) en lugar de en mercados occidentales (como CME o LME), el poder de fijación de precios se desplaza hacia China, que es además el principal comprador e inversionista en el sector. En síntesis, la creciente centralidad de los mercados chinos en la formación de precios de minerales críticos consolida el liderazgo de China en las cadenas globales de suministro.
Estas nuevas estrategias en el mercado energético mundial tienen efectos centrales para América Latina. En primer lugar, una menor capacidad para influir en los precios de exportación. Si el precio global se define en mercados OTC o en contratos físicamente entregados en China, los países latinoamericanos quedan relegados como tomadores de precios (price takers) en vez de negociadores. Los contratos vinculados a cadenas de suministro chinas incentivan a productores latinoamericanos a integrarse a proyectos, financiamiento e infraestructura controlada por empresas chinas. A su vez, este fenómeno preocupa a Estados Unidos (otro price taker, al menos por ahora). Como consecuencia no solo se genera una dependencia financiera reforzada, sino que además aumentan las presiones en la región. Finalmente, se puede generar una mayor vulnerabilidad como consecuencia de la volatilidad. Si el mercado de referencia es menos transparente y más volátil (como el GFEX), los Estados y empresas latinoamericanas asumen más riesgo fiscal, exportador y de inversión al depender del precio de los metales, pero no determinarlo. Desafortunadamente, la región posee ya una larga historia que advierte sobre los peligros de encontrarse sujeta a las decisiones de otros países fijadores de precios. Tan solo basta con observar la trayectoria de los commodities y el comportamiento de los grandes actores occidentales.
Latinoamérica corre el riesgo de deslizarse por las hendiduras causadas por el conflicto de estas dos potencias. Como denota el estudio de la CFTC: “Studies suggest that friendshoring [i] could negatively impact real GDP in America and Europe, and have even more severe effects on countries caught between opposing economic blocks.” China ejerce cada vez más control sobre el suministro de minerales críticos. La introducción de nuevos contratos de metales en bolsas de futuros chinas se alinea con la estrategia de imponer su poder de fijación de precios. A su vez, Estados Unidos redobla sus esfuerzos en establecer respuestas basadas en alineamientos geopolíticos exclusivos. En este escenario, los países latinoamericanos enfrentan desafíos que trascienden el tradicional (mas no por ello menos grave) problema del endeudamiento público.
La estabilidad económica regional está cada vez más sujeta a la volatilidad y dinámica de los mercados de capitales globales. Si el poder de fijar esos precios se concentra en actores externos, ¿qué margen real queda para proteger intereses económicos soberanos? Los yacimientos de metales estratégicos ilusionan una vez más a un continente marcado por la dependencia y la desigualdad estructural. En definitiva, el futuro será escrito por quienes posean la capacidad de definir los precios de los minerales esenciales para la transición energética y, por ende, quién tenga el control sobre las palancas del desarrollo global. Estos debates marcarán el destino económico y político de la región en las próximas décadas.
Bibliografía
Baker, C. M., & Coleman, J. W. (2024). Metals Derivatives Markets and the Energy Transition. SMU Dedman School of Law Legal Studies Research Paper No. 632, Minnesota Legal Studies Research Paper Fort.
Kou, H., & Limandibhratha, N. (Abril de 2025). Power for AI: Easier Said Than Built. Obtenido de BloombergNEF: https://about.bnef.com/insights/commodities/power-for-ai-easier-said-than-built/
Myers, M. (2025). China’s New Playbook: Beijing is redefining its relationship with Latin America as it adopts new priorities and objectives. America’s Quarterly, 19(4).
Smil, V. (2021). Energía y Civilización. Una historia. Barcelona: Arpa.
Subcomité de Energía Transicional; Comité de Energía y Mercados Medioambientales; Comité del Mercado de Futuros de EE.UU. (2025). Considerations on the Evolution and Development of Critical Minerals Market.
[i] Friendshoring consiste en reubicar partes de la cadena de suministros a países que se consideran “ambigables” o “aliados”.
“Desde una perspectiva biofísica básica el curso de la historia puede pensarse como la búsqueda por controlar mayores reservas y flujos de formas de energía cada vez más concentradas y versátiles, y por convertirlas en calor, luz y movimiento de manera cada vez más asequible y eficiente y menos costosa.”
-Vaclav Smil.
Estamos siendo testigos de una verdadera transformación global. La relación entre energía y sociedad actúa una vez más como ventana hacia cómo se verá el escenario mundial de los próximos años. Las energías renovables avanzan con fuerza, impulsadas no solo por la urgencia ambiental, sino también por la necesidad de mayor eficiencia. A su vez, esta transición acarrea un cambio en la gestión y distribución del capital global. Si bien surgen oportunidades para la innovación y el desarrollo sostenible, también aumentan los desafíos en cuanto a conflictos de equidad y soberanía.
La transición hacia una economía baja en carbono requiere enormes cantidades de metales para sustituir el actual modelo basado en combustibles fósiles. Actualmente, las cadenas de suministro para el procesamiento de estos metales están ampliamente dominadas por China. De manera simultánea, investigadores señalan que China ha modificado profundamente su enfoque en América Latina, optando por dejar de lado los voluminosos préstamos destinados a obras de infraestructura y concentrando sus esfuerzos en inversiones más selectivas y estratégicas, especialmente en sectores como el litio y la tecnología. Mediante esta focalización, busca consolidar un control sustancial sobre los recursos clave y ejercer una influencia decisiva en las cadenas de valor regionales, integrando a los países latinoamericanos dentro de su propia red productiva y financiera. De esa manera, la inversión enfocada en estos sectores no solo refuerza su dominio sobre las cadenas de integración globales, sino que también le permite posicionarse como un actor decisor indiscutido en la definición de las reglas y precios.
En paralelo, el auge de la inteligencia artificial y la expansión vertiginosa de los centros de datos están impulsando una demanda energética sin precedentes, intensificando la presión sobre los recursos minerales. El consumo de los centros de datos supera a gigantes establecidos como los vehículos eléctricos. A modo de referencia, solo pensando en la automotriz eléctrica, algunos economistas predicen que el consumo anual de litio, que actualmente se sitúa entre 2.000 y 3.000 toneladas métricas deberá aumentar significativamente (hasta aproximadamente 500.000 toneladas métricas) para poder satisfacer la producción anual prevista. Sumado a ello, para satisfacer estas emergentes demandas, será necesario construir miles de plantas solares y eólicas adicionales, lo que a su vez disparará la demanda de materiales como cobre. Se prevé que para 2050 la producción de grafito, litio y cobalto deberá incrementarse casi un 500%.
El vínculo entre Latinoamérica y China resulta entonces fundamental. En 2023, China recibió alrededor de un tercio de las exportaciones minerales de Latinoamérica. Además, la región le proporcionó el 98 % del carbonato de litio que este país compró en 2024. Esta relación comercial se complementa con inversiones chinas cada vez más específicas, alejándose de los gigantes créditos de infraestructura. Los préstamos soberanos, que antes representaban un pilar de la relación entre ambas regiones, ahora son mucho menos frecuentes y han perdido relevancia en la dinámica actual. En otras palabras, la nueva estrategia se centra en una mayor integración de la cadena de valor del sector energético instrumentada a través de inversiones más concretas y específicas. Así, Latinoamérica no solo abastece a China de recursos minerales, sino que también se integra de manera directa en su entramado geopolítico energético.
En otra arista de este complejo escenario, la manera en que se forman los precios de los metales revela una dimensión donde se disputa otra batalla estratégica. Los mercados financieros globales se ven sumamente determinados por los movimientos del precio de commodities internacional. Recientemente el gobierno de los Estados Unidos ha demostrado creciente preocupación por aquellos metales que se negocian principalmente por contratos OTC (over the counter), como el litio o el cobalto. El tamaño de los mercados OTC es significativamente mayor en tamaño al mercado de capitales más tradicional y regulado. Según, sus informes, estos commodities presentan menor liquidez y transparencia. Asimismo, sostienen que incluso en mercados más institucionalizados (como el London Metal Exchange) se han observado cuestionamientos a la fiabilidad de los precios, con algunos productores recurriendo a mecanismos alternativos ligados a mercados OTC en China. Esto no solo generaría una manipulación en los precios sino que también aumentaría la volatilidad.
La diferencia central es que el contrato chino permite entrega física en China, mientras que el Chicago Mercantile Exchange se liquida financieramente y es usado mayormente por operadores institucionales. A medida que aumenta la demanda por minerales críticos, los mercados financieros continúan remodelando sus estructuras para mejorar su función de cobertura en la cadena de suministro. Cuando los precios de estos minerales se determinan crecientemente en mercados chinos (como Guangzhou Futures Exchange) en lugar de en mercados occidentales (como CME o LME), el poder de fijación de precios se desplaza hacia China, que es además el principal comprador e inversionista en el sector. En síntesis, la creciente centralidad de los mercados chinos en la formación de precios de minerales críticos consolida el liderazgo de China en las cadenas globales de suministro.
Estas nuevas estrategias en el mercado energético mundial tienen efectos centrales para América Latina. En primer lugar, una menor capacidad para influir en los precios de exportación. Si el precio global se define en mercados OTC o en contratos físicamente entregados en China, los países latinoamericanos quedan relegados como tomadores de precios (price takers) en vez de negociadores. Los contratos vinculados a cadenas de suministro chinas incentivan a productores latinoamericanos a integrarse a proyectos, financiamiento e infraestructura controlada por empresas chinas. A su vez, este fenómeno preocupa a Estados Unidos (otro price taker, al menos por ahora). Como consecuencia no solo se genera una dependencia financiera reforzada, sino que además aumentan las presiones en la región. Finalmente, se puede generar una mayor vulnerabilidad como consecuencia de la volatilidad. Si el mercado de referencia es menos transparente y más volátil (como el GFEX), los Estados y empresas latinoamericanas asumen más riesgo fiscal, exportador y de inversión al depender del precio de los metales, pero no determinarlo. Desafortunadamente, la región posee ya una larga historia que advierte sobre los peligros de encontrarse sujeta a las decisiones de otros países fijadores de precios. Tan solo basta con observar la trayectoria de los commodities y el comportamiento de los grandes actores occidentales.
Latinoamérica corre el riesgo de deslizarse por las hendiduras causadas por el conflicto de estas dos potencias. Como denota el estudio de la CFTC: “Studies suggest that friendshoring [i] could negatively impact real GDP in America and Europe, and have even more severe effects on countries caught between opposing economic blocks.” China ejerce cada vez más control sobre el suministro de minerales críticos. La introducción de nuevos contratos de metales en bolsas de futuros chinas se alinea con la estrategia de imponer su poder de fijación de precios. A su vez, Estados Unidos redobla sus esfuerzos en establecer respuestas basadas en alineamientos geopolíticos exclusivos. En este escenario, los países latinoamericanos enfrentan desafíos que trascienden el tradicional (mas no por ello menos grave) problema del endeudamiento público.
La estabilidad económica regional está cada vez más sujeta a la volatilidad y dinámica de los mercados de capitales globales. Si el poder de fijar esos precios se concentra en actores externos, ¿qué margen real queda para proteger intereses económicos soberanos? Los yacimientos de metales estratégicos ilusionan una vez más a un continente marcado por la dependencia y la desigualdad estructural. En definitiva, el futuro será escrito por quienes posean la capacidad de definir los precios de los minerales esenciales para la transición energética y, por ende, quién tenga el control sobre las palancas del desarrollo global. Estos debates marcarán el destino económico y político de la región en las próximas décadas.
Bibliografía
Baker, C. M., & Coleman, J. W. (2024). Metals Derivatives Markets and the Energy Transition. SMU Dedman School of Law Legal Studies Research Paper No. 632, Minnesota Legal Studies Research Paper Fort.
Kou, H., & Limandibhratha, N. (Abril de 2025). Power for AI: Easier Said Than Built. Obtenido de BloombergNEF: https://about.bnef.com/insights/commodities/power-for-ai-easier-said-than-built/
Myers, M. (2025). China’s New Playbook: Beijing is redefining its relationship with Latin America as it adopts new priorities and objectives. America’s Quarterly, 19(4).
Smil, V. (2021). Energía y Civilización. Una historia. Barcelona: Arpa.
Subcomité de Energía Transicional; Comité de Energía y Mercados Medioambientales; Comité del Mercado de Futuros de EE.UU. (2025). Considerations on the Evolution and Development of Critical Minerals Market.
[i] Friendshoring consiste en reubicar partes de la cadena de suministros a países que se consideran “ambigables” o “aliados”.










































