Artículos
Análisis Sínico
El avance chino sobre el Tíbet
Según el informe global 2023 de Human Rights Watch sobre China, «Las autoridades de las zonas tibetanas siguen imponiendo severas restricciones a las libertades de religión, expresión, circulación y reunión». Por otra parte, se encuentra la cuestión económica en juego. El Tíbet es un territorio con grandes recursos naturales y China tiene su ojo puesto en la extracción del cobre, la cromita, petróleo y gas natural.Por Gina Picco
Las relaciones entre China y la región del Tíbet tienen orígenes históricos, pero el suceso del 1° de octubre de 1949 marcó el inicio de la larga lucha tibetana por su libertad. Por aquel entonces, el Partido Comunista Chino (PCCh) había invadido el Tíbet con fines de “liberación pacífica”. A partir de esa fecha, la Región Autónoma del Tíbet (RAT) pasaría a ser parte del territorio chino donde el respeto por los derechos humanos no sería reconocido ni mucho menos acatado.
En la actualidad, según el informe global 2023 de Human Rights Watch sobre China, "Las autoridades de las zonas tibetanas siguen imponiendo severas restricciones a las libertades de religión, expresión, circulación y reunión. Las preocupaciones populares sobre cuestiones como la reubicación masiva, la degradación medioambiental o la eliminación progresiva de la lengua tibetana en la educación primaria se enfrentan a la represión... Bajo una intensa censura, se sigue deteniendo a tibetanos por delitos en Internet, como tener contenidos prohibidos en sus teléfonos".
El PCCh está tomando estrategias políticas alineadas con el objetivo de asfixiar la identidad y la autonomía del pueblo tibetano. En materia política, el régimen autoritario chino imposibilita que las elecciones sean libres ya que se encarga de vetar candidatos que no sirvan a su partido o ideología; y tampoco permite que las regiones autónomas formulen su propia legislación aunque su constitución teóricamente lo avale. Entre otras cuestiones, la libertad de expresión y asociación se ven profundamente dañadas. Según el informe de Human Rights Watch, esto se debe a que la vigilancia cibernética sobre los medios de comunicación y la inexistencia de un marco legal para organizarse en un partido político hacen que estas áreas se vean altamente restringidas.
Asimismo, China ha invadido la arena cultural tibetana con el fin de socavar su identidad. Para ello empleó distintas campañas nacionales como la de “Sinización”; la anulación gradual de la lengua tibetana; y el “Plan de acción de transferencia de mano de obra y capacitación para agricultores y pastores”. La primera se basa en que culturas no chinas, como la de la RAT, pasen a estar únicamente bajo su influencia de manera tal que la pluralidad de etnias culturales se concentre en la de la etnia china Han. Por su parte, las otras dos tienen un objetivo similar a la anterior, pero más abarcativo ya que modifica el ecosistema en el que los tibetanos gozan de su cultura. En cuanto al idioma tibetano, el PCCh pretende debilitar la comunicación cultural entre las generaciones tibetanas a través de la prohibición de la enseñanza de su lengua materna a los más jóvenes. Por lo que corresponde al último, este plan aspira a forzar a los granjeros y nómades a ceder los derechos de uso sobre sus tierras para convertirse en trabajadores asalariados en áreas urbanas. Esto implica que vivan en condiciones limitantes para el ejercicio de sus costumbres y la transmisión de su cultura.
Por su parte, la RAT también sufre adoctrinamiento religioso por parte del comunismo chino. En este sentido, los líderes chinos obligan a los integrantes de los monasterios tibetanos a: 1) jurarle lealtad a la ideología socialista china y a su partido representante; 2) renunciar a su creencia hacia el Dalai Lama; y 3) asistir a clases de “educación” política. A su vez, este tipo de limitaciones llega a dirigentes como el Panchen Lama y el Dalai Lama. Como es sabido, la cultura tibetana asigna a las figuras religiosas cierto poder político, por lo que no resulta extraño creer que China quisiera intervenir en la elección de estos. Para lograr su objetivo, el PCCh montó un sistema de elección arbitrario que localiza a los próximos candidatos de aquellos puestos. Mas no se debe de perder de vista que el propósito subyacente es el de alinear aquellos postulantes con la ideología china y así terminar de concentrar su poder sobre el Tíbet.
Por otra parte, se encuentra la cuestión económica en juego. El Tíbet es un territorio con grandes recursos naturales y China tiene su ojo puesto en la extracción del cobre, la cromita, petróleo y gas natural. A su vez, la amenaza no termina en los minerales, sino que también se expande a los recursos hídricos. Al contener a los ríos que alimentan a más de dos mil millones de personas de la población global, el PCCh ha llevado a cabo un proceso de construcción de presas y plantas hidroeléctricas con empresas estatales para incrementar el valor de sus bolsillos. Esto tiene consecuencias graves puesto que se daña a los lugares sagrados de la cultura tibetana y se transforma la economía y ecología de la región. Sin mencionar los impactos profundamente negativos en cuanto al calentamiento global, ya que se aumenta el peligro del derretimiento de los glaciares y agotamiento de la reserva de agua del Himalaya.
Gina PiccoVoluntariaEstudiante de Relaciones Internacionales. Colabora como voluntaria asistiendo en la participación de CADAL en la Red Internacional por el Tíbet.
Las relaciones entre China y la región del Tíbet tienen orígenes históricos, pero el suceso del 1° de octubre de 1949 marcó el inicio de la larga lucha tibetana por su libertad. Por aquel entonces, el Partido Comunista Chino (PCCh) había invadido el Tíbet con fines de “liberación pacífica”. A partir de esa fecha, la Región Autónoma del Tíbet (RAT) pasaría a ser parte del territorio chino donde el respeto por los derechos humanos no sería reconocido ni mucho menos acatado.
En la actualidad, según el informe global 2023 de Human Rights Watch sobre China, "Las autoridades de las zonas tibetanas siguen imponiendo severas restricciones a las libertades de religión, expresión, circulación y reunión. Las preocupaciones populares sobre cuestiones como la reubicación masiva, la degradación medioambiental o la eliminación progresiva de la lengua tibetana en la educación primaria se enfrentan a la represión... Bajo una intensa censura, se sigue deteniendo a tibetanos por delitos en Internet, como tener contenidos prohibidos en sus teléfonos".
El PCCh está tomando estrategias políticas alineadas con el objetivo de asfixiar la identidad y la autonomía del pueblo tibetano. En materia política, el régimen autoritario chino imposibilita que las elecciones sean libres ya que se encarga de vetar candidatos que no sirvan a su partido o ideología; y tampoco permite que las regiones autónomas formulen su propia legislación aunque su constitución teóricamente lo avale. Entre otras cuestiones, la libertad de expresión y asociación se ven profundamente dañadas. Según el informe de Human Rights Watch, esto se debe a que la vigilancia cibernética sobre los medios de comunicación y la inexistencia de un marco legal para organizarse en un partido político hacen que estas áreas se vean altamente restringidas.
Asimismo, China ha invadido la arena cultural tibetana con el fin de socavar su identidad. Para ello empleó distintas campañas nacionales como la de “Sinización”; la anulación gradual de la lengua tibetana; y el “Plan de acción de transferencia de mano de obra y capacitación para agricultores y pastores”. La primera se basa en que culturas no chinas, como la de la RAT, pasen a estar únicamente bajo su influencia de manera tal que la pluralidad de etnias culturales se concentre en la de la etnia china Han. Por su parte, las otras dos tienen un objetivo similar a la anterior, pero más abarcativo ya que modifica el ecosistema en el que los tibetanos gozan de su cultura. En cuanto al idioma tibetano, el PCCh pretende debilitar la comunicación cultural entre las generaciones tibetanas a través de la prohibición de la enseñanza de su lengua materna a los más jóvenes. Por lo que corresponde al último, este plan aspira a forzar a los granjeros y nómades a ceder los derechos de uso sobre sus tierras para convertirse en trabajadores asalariados en áreas urbanas. Esto implica que vivan en condiciones limitantes para el ejercicio de sus costumbres y la transmisión de su cultura.
Por su parte, la RAT también sufre adoctrinamiento religioso por parte del comunismo chino. En este sentido, los líderes chinos obligan a los integrantes de los monasterios tibetanos a: 1) jurarle lealtad a la ideología socialista china y a su partido representante; 2) renunciar a su creencia hacia el Dalai Lama; y 3) asistir a clases de “educación” política. A su vez, este tipo de limitaciones llega a dirigentes como el Panchen Lama y el Dalai Lama. Como es sabido, la cultura tibetana asigna a las figuras religiosas cierto poder político, por lo que no resulta extraño creer que China quisiera intervenir en la elección de estos. Para lograr su objetivo, el PCCh montó un sistema de elección arbitrario que localiza a los próximos candidatos de aquellos puestos. Mas no se debe de perder de vista que el propósito subyacente es el de alinear aquellos postulantes con la ideología china y así terminar de concentrar su poder sobre el Tíbet.
Por otra parte, se encuentra la cuestión económica en juego. El Tíbet es un territorio con grandes recursos naturales y China tiene su ojo puesto en la extracción del cobre, la cromita, petróleo y gas natural. A su vez, la amenaza no termina en los minerales, sino que también se expande a los recursos hídricos. Al contener a los ríos que alimentan a más de dos mil millones de personas de la población global, el PCCh ha llevado a cabo un proceso de construcción de presas y plantas hidroeléctricas con empresas estatales para incrementar el valor de sus bolsillos. Esto tiene consecuencias graves puesto que se daña a los lugares sagrados de la cultura tibetana y se transforma la economía y ecología de la región. Sin mencionar los impactos profundamente negativos en cuanto al calentamiento global, ya que se aumenta el peligro del derretimiento de los glaciares y agotamiento de la reserva de agua del Himalaya.