Solidarizamos desde estas líneas con Artículo19 y su labor en defensa de la libertad de prensa y la democracia, sumándonos a voces como la del relator del Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Amnistía Internacional, que, entre otras organizaciones, han mostrado su preocupación por las actitudes del presidente mexicano.

Por Raúl Ferro

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ganó las elecciones presidenciales de 2018 con números contundentes, 53% del total de los votos. Tiene una cómoda mayoría en ambas cámaras del congreso y su nivel de aprobación en la actualidad es de alrededor del 65%.

Cuesta entender que un gobernante con semejante acumulación de poder manifieste cotidianamente que es acosado por las fuerzas “neoliberales” y que use su tribuna para denostar –no para contraargumentar—a sus críticos.

El más reciente episodio involucra a Artículo19, una prestigiosa ONG internacional dedicada a la defensa de la libertad de expresión y de la profesión periodística frente a los abusos del poder y que cuenta con una reconocida trayectoria en México. Datos de un informe del capítulo mexicano de la ONG sobre persecución y acoso de periodistas orquestado desde el gobierno, con la agencia de noticias estatal Notimex a la cabeza, fueron recogidos en un reporte crítico a la situación de la libertad de prensa en México publicado por el Departamento de Estado de Estados Unidos. Ante esto, en su habitual conferencia de prensa “mañanera”, el pasado 31 de marzo el presidente descalificó a Artículo19, acusándola de estar financiada por empresas y por el gobierno de Estados Unidos. Como es habitual, López Obrador, en lugar de defender con argumentos las críticas concretas de la ONG, se limitó a desacreditarla.

Este comportamiento es impropio de un presidente democrático. Hay varias razones que lo pueden explicar. El primero es comunicacional. En una actitud abusiva por parte de quien detenta el poder y en contra del juego democrático, resulta mucho más fácil instalar la narrativa de la injerencia extranjera que responder a las acusaciones concretas, especialmente cuando el ofendido goza de un apoyo tan amplio como el que muestran las encuestas en estos momentos.

También es una estrategia propia del antiguo PRI, el partido al que perteneció López Obrador cuando se inició en política y que, manipulando todos los resortes del poder, gobernó México durante 70 años. Cooptar a los medios y a la clase intelectual –y denostar y perseguir a los críticos—fue un sello del PRI que el actual presidente mexicano parece querer revivir.

Actualmente hay libertad de prensa en México. Imperfecta y golpeada, con persecuciones y asesinatos de periodistas en un escenario de compleja violencia delincuencial, pero vigente. En este escenario, sin embargo, la actitud del presidente López Obrador ante la prensa crítica es preocupante y peligrosa, más en estos tiempos de desinformación digital. La actitud del presidente forma parte de su idea de gobernar sin intermediarios, en comunicación directa con el pueblo, como planteó en los primeros meses de su mandato. Una visión que desprecia los mecanismos de check and balance imprescindibles para que la democracia funcione y que ha llevado a López Obrador a desmontar algunas de las reformas implementadas en México en las últimas décadas para salir del autoritarismo priista y avanzar hacia una democracia plena.

Solidarizamos desde estas líneas con Artículo19 y su labor en defensa de la libertad de prensa y la democracia, sumándonos a voces como la del relator del Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Amnistía Internacional, que, entre otras organizaciones, han mostrado su preocupación por las actitudes del presidente mexicano.

Raúl Ferro

Consejero Consultivo

Analista de economía y negocios especializado en América Latina. Fue corresponsal en Sudamérica de distintos medios económicos de EE.UU. y el Reino Unido, director editorial de la revista AméricaEconomía y director de estudios de BNamericas. Es Director del Consejo Consultivo de CADAL.