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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
El cambalache regional de Alberto Fernández
Tanto Néstor Kirchner como Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa compartían la aspiración de perpetuarse indefinidamente en el poder, socavando la división e independencia de poderes. Todo lo contrario de Lagos, Bachelet, Vázquez y Mujica, en cuyos países no existe la reelección inmediata y se produjo alternancia en el poder con gobiernos de otro signo político. Y ni hablar de las diferencias en materia de transparencia de Chile y Uruguay.Por Gabriel C. Salvia
Es bastante contradictorio y despierta gran incertidumbre política el poner en una misma bolsa a presidentes que respetaron la institucionalidad democrática, la alternancia en el poder y la economía amigable con el mercado, con autócratas que erosionaron el estado de derecho, realizaron expropiaciones arbitrarias y aspiraban a “ir por todo”, violando así lo establecido en las cláusulas adoptadas no sólo por la OEA, sino hasta por la CELAC, la UNASUR y la OEI.
Por eso no se entiende el cambalache político del presidente Alberto Fernández al intervenir en una conversación con Lula da Silva, organizada el pasado viernes 26 de junio por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA: "Querido Lula, yo no lo tengo a Néstor, no lo tengo al Pepe Mujica, no lo tengo a Tabaré, no lo tengo a Lugo, no lo tengo a Evo, no la tengo a Michelle, no lo tengo a Lagos, no lo tengo a Correa. No lo tengo a Chávez. A duras penas somos dos que queremos cambiar el mundo. Uno está en México, se llama Andrés Manuel López Obrador y otro soy yo”.
Tanto Néstor Kirchner como Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa compartían la aspiración de perpetuarse indefinidamente en el poder, socavando la división e independencia de poderes. Todo lo contrario de Lagos, Bachelet, Vázquez y Mujica, en cuyos países no existe la reelección inmediata y se produjo alternancia en el poder con gobiernos de otro signo político. Y ni hablar de las diferencias en materia de transparencia de Chile y Uruguay, no sólo con los países gobernados por los populistas bolivarianos, sino también con el Brasil de Lula da Silva con su mensalao y lava jato, y los doce años y medio de kirchnerismo en Argentina caracterizados por una corrupción tan obscena como documentada.
Lo expresado por el presidente Fernández se produjo el mismo día de la votación de una resolución sobre Venezuela en la OEA, que condenaba las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de ese país de suspender a las directivas de dos partidos opositores y la designación de miembros del Consejo Nacional Electoral hecha por el TSJ y que corresponde por ley a la Asamblea Nacional, el único poder en manos de la oposición. La resolución fue aprobada por 21 países y Argentina junto a México se abstuvieron.
Una semana antes, Argentina y México junto a Bahamas, Brasil, Chile, Perú y Uruguay votaban en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU –integrada por ocho países de América Latina y el Caribe- a favor de una resolución que expresaba su gran preocupación por la situación de los derechos humanos en Nicaragua. Solamente Venezuela votó en contra.
Si Fernández sueña con “cambiar el mundo” antes tiene que pronunciarse si está a favor de la globalización de la democracia y los derechos humanos o de los autoritarismos que reprimen las libertades fundamentales. Es decir, si su gobierno es el que condena a la dictadura de Ortega en la ONU o el que se abstiene de condenar a la dictadura de Maduro en la OEA.
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
Es bastante contradictorio y despierta gran incertidumbre política el poner en una misma bolsa a presidentes que respetaron la institucionalidad democrática, la alternancia en el poder y la economía amigable con el mercado, con autócratas que erosionaron el estado de derecho, realizaron expropiaciones arbitrarias y aspiraban a “ir por todo”, violando así lo establecido en las cláusulas adoptadas no sólo por la OEA, sino hasta por la CELAC, la UNASUR y la OEI.
Por eso no se entiende el cambalache político del presidente Alberto Fernández al intervenir en una conversación con Lula da Silva, organizada el pasado viernes 26 de junio por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA: "Querido Lula, yo no lo tengo a Néstor, no lo tengo al Pepe Mujica, no lo tengo a Tabaré, no lo tengo a Lugo, no lo tengo a Evo, no la tengo a Michelle, no lo tengo a Lagos, no lo tengo a Correa. No lo tengo a Chávez. A duras penas somos dos que queremos cambiar el mundo. Uno está en México, se llama Andrés Manuel López Obrador y otro soy yo”.
Tanto Néstor Kirchner como Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa compartían la aspiración de perpetuarse indefinidamente en el poder, socavando la división e independencia de poderes. Todo lo contrario de Lagos, Bachelet, Vázquez y Mujica, en cuyos países no existe la reelección inmediata y se produjo alternancia en el poder con gobiernos de otro signo político. Y ni hablar de las diferencias en materia de transparencia de Chile y Uruguay, no sólo con los países gobernados por los populistas bolivarianos, sino también con el Brasil de Lula da Silva con su mensalao y lava jato, y los doce años y medio de kirchnerismo en Argentina caracterizados por una corrupción tan obscena como documentada.
Lo expresado por el presidente Fernández se produjo el mismo día de la votación de una resolución sobre Venezuela en la OEA, que condenaba las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de ese país de suspender a las directivas de dos partidos opositores y la designación de miembros del Consejo Nacional Electoral hecha por el TSJ y que corresponde por ley a la Asamblea Nacional, el único poder en manos de la oposición. La resolución fue aprobada por 21 países y Argentina junto a México se abstuvieron.
Una semana antes, Argentina y México junto a Bahamas, Brasil, Chile, Perú y Uruguay votaban en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU –integrada por ocho países de América Latina y el Caribe- a favor de una resolución que expresaba su gran preocupación por la situación de los derechos humanos en Nicaragua. Solamente Venezuela votó en contra.
Si Fernández sueña con “cambiar el mundo” antes tiene que pronunciarse si está a favor de la globalización de la democracia y los derechos humanos o de los autoritarismos que reprimen las libertades fundamentales. Es decir, si su gobierno es el que condena a la dictadura de Ortega en la ONU o el que se abstiene de condenar a la dictadura de Maduro en la OEA.