Artículos
Monitoreo de la gobernabilidad democrática
El circulo vicioso de las elecciones argentinas
Hay que remarcar que la principal debilidad de la democracia argentina es el círculo vicioso establecido por los políticos tradicionales, quienes basan una parte importante de su caudal electoral en el clientelismo políticoPor Gabriel C. Salvia
La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina arrojó como resultado un amplio triunfo del aparato partidario peronista, reuniendo sus tres candidatos el 60 por ciento de los votos. De esta manera, Carlos Menem (24,36%) y Néstor Kirchner (22%) competirán en el ballottage a realizarse el 18 de mayo próximo, intentando cada uno de ellos recibir en la segunda vuelta los votos que el pasado 27 de abril obtuvieron el otro candidato peronista, Adolfo Rodríguez Saa (14,12%), el centrista Ricardo López Murphy (16,34%) y la socialdemócrata Elisa Carrió (14,14%).
En consecuencia, hay que remarcar que la principal debilidad de la democracia argentina es el círculo vicioso establecido por los políticos tradicionales, quienes basan una parte importante de su caudal electoral en el clientelismo político: principalmente dádivas sociales y empleo público que utilizan los aparatos partidarios para movilizar como ganado a su electorado cautivo. De esto se deduce que ninguno de los candidatos que pasaron al ballottage, Carlos Menem y Néstor Kirchner, se suicidarían políticamente impulsando necesarias reformas institucionales, económicas y sociales que impliquen desarticular su “aparato electoral”.
El clientelismo político se observó claramente en los feudos de los tres candidatos peronistas, quienes ganaron en sus provincias –La Rioja (81,27% para Menem), Santa Cruz (78,75% para Kirchner) y San Luis (87,54% para Rodríguez Saa)- con una abrumadora mayoría de votos. En estos casos, muchos electores concurrieron a votar por sus empleadores, asegurándose de esta manera la “estabilidad laboral”. Lo mismo sucedió en otras provincias y municipios en los cuales el “referente” del lugar respaldaba a uno de estos candidatos; e inclusive en la única provincia donde el partido radical logró un decoroso resultado fue en el Chaco, la tierra del presidente de ese partido y gobernador de ese distrito (19,58% contra un 2,34% a nivel nacional).
Para que quede clara la influencia del electorado cautivo en los feudos provinciales y municipales, es interesante mostrar los porcentajes electorales en la Capital Federal, donde reside el electorado más independiente: López Murphy 25,82%; Carrió 19,83; Kirchner 19,46; Menem 16,02; y Rodríguez Saa 8,24.
A tal punto los empleados públicos representan un alto caudal electoral a nivel nacional, que ningún candidato, incluyendo los partidarios de una reforma del estado, se atrevieron a proponer una reducción de las plantillas estatales y repiten al unísono: “el ajuste ya se hizo”. Es un hecho que la devaluación monetaria afectó al salario de los empleados públicos, pero también afectó a los trabajadores del sector privado. Por lo tanto, el problema en el sector público sigue siendo el mismo: hay muchos empleados en áreas que no deberían existir, otros en organismos que se superponen y muchos otros exceden la cantidad de agentes necesarios en una determinada dependencia. Además, en la mayoría de los casos, el personal estatal excedente ingresó por recomendación política y no por concurso, gozando del privilegio de la “estabilidad laboral del empleado público” que por lógica no tiene el empleado del sector privado.
Este exceso de empleo público, más los subsidios y planes sociales, representan una enorme carga para el sector privado, repercutiendo negativamente en su productividad y afectando el empleo genuino. Si a esto se le suman los sectores económicos prebendarios, es decir aquellos que viven a costa del consumidor, se termina conformando así un cóctel explosivo que estalla con mayor pobreza y con la emigración de los más productivos.
Los políticos deberían considerar que además del voto democrático para designar funcionarios públicos, existen otros votos: uno es la elección de dónde algunos argentinos deciden depositar su dinero y el otro es dónde otros argentinos deciden ir a vivir. El político exitoso argentino será aquel que obtenga los votos que están en el exterior.
Gabriel Salvia es Director del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina www.cadal.org
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina arrojó como resultado un amplio triunfo del aparato partidario peronista, reuniendo sus tres candidatos el 60 por ciento de los votos. De esta manera, Carlos Menem (24,36%) y Néstor Kirchner (22%) competirán en el ballottage a realizarse el 18 de mayo próximo, intentando cada uno de ellos recibir en la segunda vuelta los votos que el pasado 27 de abril obtuvieron el otro candidato peronista, Adolfo Rodríguez Saa (14,12%), el centrista Ricardo López Murphy (16,34%) y la socialdemócrata Elisa Carrió (14,14%).
En consecuencia, hay que remarcar que la principal debilidad de la democracia argentina es el círculo vicioso establecido por los políticos tradicionales, quienes basan una parte importante de su caudal electoral en el clientelismo político: principalmente dádivas sociales y empleo público que utilizan los aparatos partidarios para movilizar como ganado a su electorado cautivo. De esto se deduce que ninguno de los candidatos que pasaron al ballottage, Carlos Menem y Néstor Kirchner, se suicidarían políticamente impulsando necesarias reformas institucionales, económicas y sociales que impliquen desarticular su “aparato electoral”.
El clientelismo político se observó claramente en los feudos de los tres candidatos peronistas, quienes ganaron en sus provincias –La Rioja (81,27% para Menem), Santa Cruz (78,75% para Kirchner) y San Luis (87,54% para Rodríguez Saa)- con una abrumadora mayoría de votos. En estos casos, muchos electores concurrieron a votar por sus empleadores, asegurándose de esta manera la “estabilidad laboral”. Lo mismo sucedió en otras provincias y municipios en los cuales el “referente” del lugar respaldaba a uno de estos candidatos; e inclusive en la única provincia donde el partido radical logró un decoroso resultado fue en el Chaco, la tierra del presidente de ese partido y gobernador de ese distrito (19,58% contra un 2,34% a nivel nacional).
Para que quede clara la influencia del electorado cautivo en los feudos provinciales y municipales, es interesante mostrar los porcentajes electorales en la Capital Federal, donde reside el electorado más independiente: López Murphy 25,82%; Carrió 19,83; Kirchner 19,46; Menem 16,02; y Rodríguez Saa 8,24.
A tal punto los empleados públicos representan un alto caudal electoral a nivel nacional, que ningún candidato, incluyendo los partidarios de una reforma del estado, se atrevieron a proponer una reducción de las plantillas estatales y repiten al unísono: “el ajuste ya se hizo”. Es un hecho que la devaluación monetaria afectó al salario de los empleados públicos, pero también afectó a los trabajadores del sector privado. Por lo tanto, el problema en el sector público sigue siendo el mismo: hay muchos empleados en áreas que no deberían existir, otros en organismos que se superponen y muchos otros exceden la cantidad de agentes necesarios en una determinada dependencia. Además, en la mayoría de los casos, el personal estatal excedente ingresó por recomendación política y no por concurso, gozando del privilegio de la “estabilidad laboral del empleado público” que por lógica no tiene el empleado del sector privado.
Este exceso de empleo público, más los subsidios y planes sociales, representan una enorme carga para el sector privado, repercutiendo negativamente en su productividad y afectando el empleo genuino. Si a esto se le suman los sectores económicos prebendarios, es decir aquellos que viven a costa del consumidor, se termina conformando así un cóctel explosivo que estalla con mayor pobreza y con la emigración de los más productivos.
Los políticos deberían considerar que además del voto democrático para designar funcionarios públicos, existen otros votos: uno es la elección de dónde algunos argentinos deciden depositar su dinero y el otro es dónde otros argentinos deciden ir a vivir. El político exitoso argentino será aquel que obtenga los votos que están en el exterior.
Gabriel Salvia es Director del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina www.cadal.org