Derechos Humanos y
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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos

11-09-2013

Assad, el genocida impune y sus aliados

Mucho antes del episodio gravísimo ocurrido en el distrito de Al Goutha de Damasco el dictador Bashar Assad ya era un criminal de guerra de foja completa: desde marzo de 2011 su ejército mató sistemáticamente a decenas de miles de civiles, según documentadas investigaciones). Sus fuerzas han perpetrado delitos de lesa humanidad a repetición, al recurrir a las armas pesadas (con las que no cuentan los rebeldes) contra los civiles. ¿Nadie se interroga en América Latina sobre cómo sancionar al genocida sirio?
Por Pablo Díaz de Brito

El gran público ha fijado —finalmente— su atención en la tremenda guerra civil y el genocidio en Siria, que se prolongan desde hace dos años y medio. El disparador fue el ataque químico del 21 de agosto contra barrios rebeldes de Damasco, pero sobre todo la decisión de Estados Unidos de anunciar una represalia militar ante ese crimen, que no duda en atribuir a la dictadura siria.

Mucho antes de este episodio gravísimo ocurrido en el distrito de Al Goutha de Damasco el dictador Bashar Assad ya era un criminal de guerra de foja completa: desde marzo de 2011 su ejército mató sistemáticamente a decenas de miles de civiles, según documentadas investigaciones (de la ONU y de ONGs como Amnistía y el Observatorio Sirio, que cifra en 10.000 los niños asesinados). Sus fuerzas han perpetrado delitos de lesa humanidad a repetición, al recurrir a las armas pesadas (con las que no cuentan los rebeldes) contra los civiles: artillería, misiles balísticos y aviones destruyeron ciudades enteras como Homs, Aleppo, Darayaa, Hama, y ahora se ensañan con los barrios de Damasco. De manera que el uso masivo de armas químicas, de probarse finalmente, sería sólo la culminación esperable de una conducta genocida sistemática de Assad.

Por todo esto la propuesta (o imposición) rusa a su aliado Assad de entregar las armas químicas es, de ser real y no una jugada diversiva, un gran paso adelante, y fue bien recibida por Obama. Pero este avance ni remotamente puede terminar con la enorme tragedia siria. Assad seguirá con total impunidad lanzando obuses y bombas de aviación contra la población civil. Sólo un embargo total y eficaz de armas puede frenarlo, pero curiosamente nadie habla de esta alternativa.

El líder socialista sirio junto a aliados latinoamericanos

Hay además una desproporción abismal entre la indignación que generó el plan de ataque de Obama y la que producen (o, mejor, no producen) los reiterados crímenes de guerra que perpetra Assad. El mecanismo que podría llevar a un embargo de armas está bloqueado por Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero no se han visto marchas de pacifistas indignados contra este bloqueo, que permite a Assad continuar con su carnicería. Tampoco los países miembros no permanentes del Consejo, como Argentina, se han mostrado interesados en impulsar alguna iniciativa, pese a la probada y reiterada comisión de delitos de lesa humanidad que perpetra el dictador sirio. ¿Nadie se interroga en América latina sobre cómo sancionar al genocida sirio? Una omisión directamente cómplice en el caso de los países bolivarianos, que derraman cataratas retóricas contra "el imperio" y se envuelven cínicamente en el pacifismo pontificio mientras mantienen alianzas activas con Rusia e Irán y, por cierto, con el mismo Assad.

Pablo Díaz de Brito
Pablo Díaz de Brito
Periodista.
 
 
 

 
 
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