Artículos
Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Después de las elecciones
El lunes 29 de junio del 2009, mientras los líderes partidarios discutan sobre los resultados electorales de la jornada anterior, en las universidades de Argentina se deberá comenzar a evaluar porqué se ha dejado de ser la fuente de donde surgen los nuevos líderes.Por Ricardo López Göttig
El sábado 9 de mayo, en horas de la medianoche, se develaron algunas incógnitas en torno a las candidaturas para las elecciones de renovación legislativa en Argentina. El kirchnerismo ha puesto en marcha su curioso experimento de las candidaturas “testimoniales”, con funcionarios que se postulan a bancas de diputados nacionales, legisladores y concejales, con el único objetivo de figurar en las listas pero con el aviso previo de que no asumirán en las bancas.
Tanto las listas del oficialismo como las de la oposición fueron el fruto de negociaciones entre unos pocos líderes partidarios, en las que no hubo participación y competencia electoral en los partidos políticos. Las urnas para las elecciones internas, en la Argentina del siglo XXI, parecen estar muy guardadas, arrumbadas y olvidadas…
El oficialismo se ha plegado con entusiasmo a una fórmula que le resultó exitosa al entonces presidente Menem en los años noventa: convocar a figuras del deporte y el espectáculo para sumar votos. Dos figuras políticas actuales provienen de aquellos tiempos: el senador Carlos Reutemann y el gobernador bonaerense Daniel Scioli, hoy devenido en kirchnerista. El ex presidente Néstor Kirchner ha profundizado esta tendencia hacia la “farandulización” de la política argentina, incluyendo a artistas y deportistas como candidatos y promotores en la campaña electoral. Este fenómeno, que goza de aceptación por un amplio sector de la ciudadanía argentina que sufraga por estas figuras que provienen del mundo del entretenimiento, debería llamar a la reflexión a un sector que está cada vez más ausente de los ámbitos parlamentarios: los intelectuales.
Son cada vez más escasos los políticos argentinos que puedan exhibir una trayectoria académica, literaria y científica. Las universidades, que deberían ser los ámbitos naturales en donde se formaran los políticos del porvenir, son proveedoras de asesores, técnicos y funcionarios a los candidatos mediáticos, pero los graduados universitarios han pasado a un segundo plano en la consideración de la opinión pública.
Más allá de la tendencia de la videopolítica de convertir en un espectáculo hueco y colorido lo que debería ser un debate de ideas y propuestas fecundo e inteligente, es un dato preocupante que los académicos e intelectuales se retiren a posiciones discretas o invisibles, ya que esto empobrece la calidad de la discusión democrática. La fama desplaza al prestigio, la notoriedad reemplaza a la capacidad de despertar la reflexión.
El lunes 29 de junio del 2009, mientras los líderes partidarios discutan sobre los resultados electorales de la jornada anterior, en las universidades de Argentina se deberá comenzar a evaluar porqué se ha dejado de ser la fuente de donde surgen los nuevos líderes, abandonando ese espacio a los protagonistas de la pantalla chica.
El autor es miembro del Consejo Académico de CADAL y Director de la Licenciatura en Ciencia Política de la Universidad de Belgrano.
Ricardo López GöttigDirector del Instituto Václav Havel
Profesor y Doctor en Historia, egresado de la Universidad de Belgrano y de la Universidad Karlova de Praga (República Checa), respectivamente. Doctorando en Ciencia Política. Es profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Belgrano, y profesor en las maestrías en Relaciones Internacionales de la UB y de la Universidad del Salvador. Fue profesor visitante en la Universidad Torcuato Di Tella, en la Universidad ORT Uruguay y en la Universidad de Pavía (Italia). Autor de los libros “Origen, mitos e influencias del antisemitismo en el mundo” (2019) y “Milada Horáková. Defensora de los derechos humanos y víctima de los totalitarismos” (2020), ambos publicados por CADAL y la Fundación Konrad Adenauer, entre otros. Fue Director de Museos y Preservación Patrimonial de la Provincia de Buenos Aires (2015-2019).
El sábado 9 de mayo, en horas de la medianoche, se develaron algunas incógnitas en torno a las candidaturas para las elecciones de renovación legislativa en Argentina. El kirchnerismo ha puesto en marcha su curioso experimento de las candidaturas “testimoniales”, con funcionarios que se postulan a bancas de diputados nacionales, legisladores y concejales, con el único objetivo de figurar en las listas pero con el aviso previo de que no asumirán en las bancas.
Tanto las listas del oficialismo como las de la oposición fueron el fruto de negociaciones entre unos pocos líderes partidarios, en las que no hubo participación y competencia electoral en los partidos políticos. Las urnas para las elecciones internas, en la Argentina del siglo XXI, parecen estar muy guardadas, arrumbadas y olvidadas…
El oficialismo se ha plegado con entusiasmo a una fórmula que le resultó exitosa al entonces presidente Menem en los años noventa: convocar a figuras del deporte y el espectáculo para sumar votos. Dos figuras políticas actuales provienen de aquellos tiempos: el senador Carlos Reutemann y el gobernador bonaerense Daniel Scioli, hoy devenido en kirchnerista. El ex presidente Néstor Kirchner ha profundizado esta tendencia hacia la “farandulización” de la política argentina, incluyendo a artistas y deportistas como candidatos y promotores en la campaña electoral. Este fenómeno, que goza de aceptación por un amplio sector de la ciudadanía argentina que sufraga por estas figuras que provienen del mundo del entretenimiento, debería llamar a la reflexión a un sector que está cada vez más ausente de los ámbitos parlamentarios: los intelectuales.
Son cada vez más escasos los políticos argentinos que puedan exhibir una trayectoria académica, literaria y científica. Las universidades, que deberían ser los ámbitos naturales en donde se formaran los políticos del porvenir, son proveedoras de asesores, técnicos y funcionarios a los candidatos mediáticos, pero los graduados universitarios han pasado a un segundo plano en la consideración de la opinión pública.
Más allá de la tendencia de la videopolítica de convertir en un espectáculo hueco y colorido lo que debería ser un debate de ideas y propuestas fecundo e inteligente, es un dato preocupante que los académicos e intelectuales se retiren a posiciones discretas o invisibles, ya que esto empobrece la calidad de la discusión democrática. La fama desplaza al prestigio, la notoriedad reemplaza a la capacidad de despertar la reflexión.
El lunes 29 de junio del 2009, mientras los líderes partidarios discutan sobre los resultados electorales de la jornada anterior, en las universidades de Argentina se deberá comenzar a evaluar porqué se ha dejado de ser la fuente de donde surgen los nuevos líderes, abandonando ese espacio a los protagonistas de la pantalla chica.
El autor es miembro del Consejo Académico de CADAL y Director de la Licenciatura en Ciencia Política de la Universidad de Belgrano.