Artículos
Monitoreo de la gobernabilidad democrática
Petro convocó a un gran acuerdo nacional
Los votantes colombianos le dieron su confianza por primera vez a un candidato de izquierda, quien llamó a mejorar el capitalismo colombiano para superar «el feudalismo y la esclavitud» en uno de los países más desiguales de América Latina. Tanto él como la vicepresidenta electa, Francia Márquez, subrayaron la necesidad de dejar atrás los odios y sectarismos que tienen dividido al país, a fin de que Colombia sea una sola nación, unida en su diversidad. Por Hugo Machín Fajardo
Colombia dio un paso más en esa vocación de cambio evidenciado desde 2016 cuando se hizo el referendo por la paz —que perdió el presidente Juan Manuel Santos—, en las elecciones de 2018, así como las elecciones legislativas de marzo de 2022, donde el resultado electoral produjo un Congreso equilibrado.
Ganó Gustavo Petro (62) con un 50,44% de los votos, equivalente a 11.281.013 votos, sobre Rodolfo Hernández (77), con un 47,31% que son 10.580.412 votos.
La diferencia de más de 700 mil votos permitió que ya en el preconteo Petro fuera reconocido como presidente electo por el actual presidente Iván Duque, así como por Hernández y todo el espectro político.
La campaña fue tan baja, agresiva e insultante, que sorprendió tener los resultados electorales en una hora. La Registraduría cumplió absolutamente. En números absolutos, Petro batió un record en cantidad de votos.
Hernández, con el apoyo del establishment, más el del expresidente Álvaro Uribe, creció de casi cinco millones a 10.580.000, que de todas formas no sumaron la totalidad de los cinco millones (430.000 menos) obtenidos por Federico Gutiérrez, el candidato apoyado en primera vuelta por el expresidente Uribe, que no logró pasar al balotaje.
Pero igualmente hubiera ganado Petro al sumar 2.753.000 votos a los 8.527.000 obtenidos en primera vuelta.
Petro ganó en la periferia del país y en cuatro importantes ciudades (Bogotá, Cali, Cartagena y Barranquilla) y Hernández lo hizo en el centro del país, en Medellín y Bucaramanga, la ciudad de la que fue alcalde.
Votó un 4% más que en la primera vuelta y la abstención fue de 42%, cuando en la primera vuelta fue de 45,09%. Votó el 58% de los 39 millones habilitados para votar, o sea 22 millones. Pero en esa votación miles de votos no fueron a favor de Petro, sino «en contra de Rodolfo Hernández», y en el otro bloque ciudadano, miles de votos no fueron a favor de Hernández sino «en contra de Petro».
Previo al domingo 19, las encuestan evidenciaban que un 40% de los ciudadanos no se sentía representado por ninguno de los dos.
Los candidatos
Colombia no se merecía un presidente que desprecia la función legislativa, como es el caso de Hernández. Décadas atrás fue electo concejal en Bucaramanga, pero no asumió funciones como tal, al punto de ser sancionado por omisión en el cargo.
No merecía un presidente admirador de Hitler, que ha dicho que se pasa «la ley por el culo» (sic), y que siendo alcalde golpeó en público a un concejal, amenazándolo con pegarle «un tiro». Un dirigente que ha tenido, además, varias expresiones irrespetuosas y machistas hacia las mujeres, y que tenía abierto un proceso por presunta actuación indebida en una concesión pública.
¿Y se merece Colombia un presidente como Petro? Si bien no marcó con suficiente claridad su distanciamiento con el chavismo, con lo que generó legítimo temor en diez millones de votantes que no lo eligieron, Petro no se identifica con «la izquierda» latinoamericana representada por Nicolás Maduro, Díaz-Cancel y Daniel Ortega, que es con quienes se suele identificar a la izquierda en esta región.
Hubo y hay gobiernos de izquierda en América Latina que se han mantenido dentro del marco institucional, y llegado el momento de traspasar el poder lo han hecho (Brasil, Chile, Uruguay) más allá de lo que pueda opinarse sobre esas gestiones. Incluso el kirchnerismo, que ahora gobierna en cuerpo ajeno, cuando triunfó Mauricio Macri en 2015, a regañadientes y sin mirarlo a los ojos, la entonces presidenta le pasó el mando.
Petro tampoco es un presidente débil legislativamente. No es Pedro Castillo, el actual presidente de Perú, que no tiene respaldo legislativo (solo 22 congresistas sobre 130); ni es el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, que cuenta con una bancada de 19 legisladores sobre 142. Petro tiene 20 senadores sobre 108, y buena representación sobre los 172 diputados. En total se estima que cuenta con cerca del 35% del apoyo del Congreso.
El discurso del triunfo del Pacto Histórico, tanto de Petro como de la vicepresidenta electa, Francia Márquez —la sorpresa electoral de la primera vuelta— fue conciliatorio, de reconocimiento de que hay dos mitades en Colombia, de proponer un acuerdo nacional, de mejorar el capitalismo colombiano para superar «el feudalismo y la esclavitud» según él existentes en regiones del país: «Vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia. No porque lo adoremos, sino porque tenemos que superar el feudalismo en Colombia, la nueva esclavitud, superar mentalidades atávicas, ligada al mundo de siervos, de esclavos».
«El cambio consiste en dejar el odio, los sectarismos, atrás. Las elecciones mostraron dos Colombias cercanas en términos de votos, nosotros queremos que Colombia, los cincuenta millones de colombianos dentro de su enorme diversidad, sea una Colombia», añadió.
Estas expresiones son parecidas a las pronunciadas en 2018 por el actual presidente, Iván Duque, cuando triunfó precisamente sobre Petro en segunda vuelta.
Petro solicitó además al Fiscal General de la Nación la liberación «de los jóvenes» procesados a raíz de los desmanes ocurridos durante las protestas públicas de los últimos años contra la gestión de Duque. La respuesta del fiscal Francisco Barboza fue recordarle que existe la separación de poderes, que se dirija al Congreso y, si es pertinente, se modifique las leyes penales.
Los que votaron por Hernández, dijo Petro, «son bienvenidos en este gobierno. No vamos, a partir de este gobierno, a utilizar el poder en función de destruir al oponente (…) La oposición que tendremos, bajo los liderazgos que quieran, sea el de Uribe, Federico, Rodolfo, el de todos juntos, será siempre bienvenida en el Palacio de Nariño, para dialogar sobre los problemas de Colombia».
El mensaje enviado por la vicepresidenta electa Francia Márquez —primera afrocolombiana en acceder a esa responsabilidad en la historia del país— fue un llamado a la unión para impulsar un país diferente. Llamó a la reconciliación y a trabajar todos juntos por un país más justo, digno y en paz. Agradeció «a Dios y la Virgen María, a los ancestros y ancestras», y recordó también «a los líderes sociales asesinados, jóvenes asesinados, mujeres violentadas y desaparecidas», víctimas recurrentes de los varios grupos armados que actúan en el país.
Internacional
«Colombia potencia mundial de la vida», quiere ser la meta de Petro. El tema del cambio climático fue el elegido por Petro para buscar «otra manera de entendernos» con Estados Unidos «sin exclusiones de países». Propuso a todos los gobiernos de América sentarse a dialogar «para acelerar los pasos hacia una economía descarbonizada». Convocó a los progresismos» de América Latina a una integración más efectiva. Dijo que es insostenible seguir pensando en una economía basada en el petróleo y el gas, y que debían optar por «una economía productiva y no extractivista».
El 10 de junio la calificadora Fitch Ratings había adelantado que ganara quien ganara, tendría que llegar a consensos. Y señaló que, en cualquier caso, la necesidad de trabajar con un Congreso fragmentado y controles y equilibrios institucionales deberían ayudar a limitar el alcance de cambios políticos radicales.
Para Fitch, las áreas clave de posibles reformas son la política fiscal, la del sector petrolero y el gas, las pensiones, la seguridad, la salud, la vivienda y la educación, muchas de las cuales —dice— podrían implicar presiones fiscales.
Hugo Machín FajardoRedactor Especial del Portal Análisis LatinoPeriodista desde 1969, una forzada interrupción entre 1973 -1985, no le impidió ejercer el periodismo clandestino. Secuestrado en 1981 por la dictadura uruguaya, permaneció desaparecido y torturado hasta 1982, en que fue recluido en el Penal de Libertad hasta 1985. Ex -docente de periodismo en Universidad ORT, de Montevideo. Ex vicepresidente de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU). Jurado del Premio Periodismo para la Tolerancia, 2004, de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) /Unión Europea. Coordinó "Periodismo e Infancia-2005". Integró diversas redacciones periodísticas de medios y agencias de noticias en Montevideo, Uruguay. Actualmente se desempeña como free -lance.
Colombia dio un paso más en esa vocación de cambio evidenciado desde 2016 cuando se hizo el referendo por la paz —que perdió el presidente Juan Manuel Santos—, en las elecciones de 2018, así como las elecciones legislativas de marzo de 2022, donde el resultado electoral produjo un Congreso equilibrado.
Ganó Gustavo Petro (62) con un 50,44% de los votos, equivalente a 11.281.013 votos, sobre Rodolfo Hernández (77), con un 47,31% que son 10.580.412 votos.
La diferencia de más de 700 mil votos permitió que ya en el preconteo Petro fuera reconocido como presidente electo por el actual presidente Iván Duque, así como por Hernández y todo el espectro político.
La campaña fue tan baja, agresiva e insultante, que sorprendió tener los resultados electorales en una hora. La Registraduría cumplió absolutamente. En números absolutos, Petro batió un record en cantidad de votos.
Hernández, con el apoyo del establishment, más el del expresidente Álvaro Uribe, creció de casi cinco millones a 10.580.000, que de todas formas no sumaron la totalidad de los cinco millones (430.000 menos) obtenidos por Federico Gutiérrez, el candidato apoyado en primera vuelta por el expresidente Uribe, que no logró pasar al balotaje.
Pero igualmente hubiera ganado Petro al sumar 2.753.000 votos a los 8.527.000 obtenidos en primera vuelta.
Petro ganó en la periferia del país y en cuatro importantes ciudades (Bogotá, Cali, Cartagena y Barranquilla) y Hernández lo hizo en el centro del país, en Medellín y Bucaramanga, la ciudad de la que fue alcalde.
Votó un 4% más que en la primera vuelta y la abstención fue de 42%, cuando en la primera vuelta fue de 45,09%. Votó el 58% de los 39 millones habilitados para votar, o sea 22 millones. Pero en esa votación miles de votos no fueron a favor de Petro, sino «en contra de Rodolfo Hernández», y en el otro bloque ciudadano, miles de votos no fueron a favor de Hernández sino «en contra de Petro».
Previo al domingo 19, las encuestan evidenciaban que un 40% de los ciudadanos no se sentía representado por ninguno de los dos.
Los candidatos
Colombia no se merecía un presidente que desprecia la función legislativa, como es el caso de Hernández. Décadas atrás fue electo concejal en Bucaramanga, pero no asumió funciones como tal, al punto de ser sancionado por omisión en el cargo.
No merecía un presidente admirador de Hitler, que ha dicho que se pasa «la ley por el culo» (sic), y que siendo alcalde golpeó en público a un concejal, amenazándolo con pegarle «un tiro». Un dirigente que ha tenido, además, varias expresiones irrespetuosas y machistas hacia las mujeres, y que tenía abierto un proceso por presunta actuación indebida en una concesión pública.
¿Y se merece Colombia un presidente como Petro? Si bien no marcó con suficiente claridad su distanciamiento con el chavismo, con lo que generó legítimo temor en diez millones de votantes que no lo eligieron, Petro no se identifica con «la izquierda» latinoamericana representada por Nicolás Maduro, Díaz-Cancel y Daniel Ortega, que es con quienes se suele identificar a la izquierda en esta región.
Hubo y hay gobiernos de izquierda en América Latina que se han mantenido dentro del marco institucional, y llegado el momento de traspasar el poder lo han hecho (Brasil, Chile, Uruguay) más allá de lo que pueda opinarse sobre esas gestiones. Incluso el kirchnerismo, que ahora gobierna en cuerpo ajeno, cuando triunfó Mauricio Macri en 2015, a regañadientes y sin mirarlo a los ojos, la entonces presidenta le pasó el mando.
Petro tampoco es un presidente débil legislativamente. No es Pedro Castillo, el actual presidente de Perú, que no tiene respaldo legislativo (solo 22 congresistas sobre 130); ni es el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, que cuenta con una bancada de 19 legisladores sobre 142. Petro tiene 20 senadores sobre 108, y buena representación sobre los 172 diputados. En total se estima que cuenta con cerca del 35% del apoyo del Congreso.
El discurso del triunfo del Pacto Histórico, tanto de Petro como de la vicepresidenta electa, Francia Márquez —la sorpresa electoral de la primera vuelta— fue conciliatorio, de reconocimiento de que hay dos mitades en Colombia, de proponer un acuerdo nacional, de mejorar el capitalismo colombiano para superar «el feudalismo y la esclavitud» según él existentes en regiones del país: «Vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia. No porque lo adoremos, sino porque tenemos que superar el feudalismo en Colombia, la nueva esclavitud, superar mentalidades atávicas, ligada al mundo de siervos, de esclavos».
«El cambio consiste en dejar el odio, los sectarismos, atrás. Las elecciones mostraron dos Colombias cercanas en términos de votos, nosotros queremos que Colombia, los cincuenta millones de colombianos dentro de su enorme diversidad, sea una Colombia», añadió.
Estas expresiones son parecidas a las pronunciadas en 2018 por el actual presidente, Iván Duque, cuando triunfó precisamente sobre Petro en segunda vuelta.
Petro solicitó además al Fiscal General de la Nación la liberación «de los jóvenes» procesados a raíz de los desmanes ocurridos durante las protestas públicas de los últimos años contra la gestión de Duque. La respuesta del fiscal Francisco Barboza fue recordarle que existe la separación de poderes, que se dirija al Congreso y, si es pertinente, se modifique las leyes penales.
Los que votaron por Hernández, dijo Petro, «son bienvenidos en este gobierno. No vamos, a partir de este gobierno, a utilizar el poder en función de destruir al oponente (…) La oposición que tendremos, bajo los liderazgos que quieran, sea el de Uribe, Federico, Rodolfo, el de todos juntos, será siempre bienvenida en el Palacio de Nariño, para dialogar sobre los problemas de Colombia».
El mensaje enviado por la vicepresidenta electa Francia Márquez —primera afrocolombiana en acceder a esa responsabilidad en la historia del país— fue un llamado a la unión para impulsar un país diferente. Llamó a la reconciliación y a trabajar todos juntos por un país más justo, digno y en paz. Agradeció «a Dios y la Virgen María, a los ancestros y ancestras», y recordó también «a los líderes sociales asesinados, jóvenes asesinados, mujeres violentadas y desaparecidas», víctimas recurrentes de los varios grupos armados que actúan en el país.
Internacional
«Colombia potencia mundial de la vida», quiere ser la meta de Petro. El tema del cambio climático fue el elegido por Petro para buscar «otra manera de entendernos» con Estados Unidos «sin exclusiones de países». Propuso a todos los gobiernos de América sentarse a dialogar «para acelerar los pasos hacia una economía descarbonizada». Convocó a los progresismos» de América Latina a una integración más efectiva. Dijo que es insostenible seguir pensando en una economía basada en el petróleo y el gas, y que debían optar por «una economía productiva y no extractivista».
El 10 de junio la calificadora Fitch Ratings había adelantado que ganara quien ganara, tendría que llegar a consensos. Y señaló que, en cualquier caso, la necesidad de trabajar con un Congreso fragmentado y controles y equilibrios institucionales deberían ayudar a limitar el alcance de cambios políticos radicales.
Para Fitch, las áreas clave de posibles reformas son la política fiscal, la del sector petrolero y el gas, las pensiones, la seguridad, la salud, la vivienda y la educación, muchas de las cuales —dice— podrían implicar presiones fiscales.