Artículos
Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
La democracia universal: ¿un estándar global o un concepto occidental?
La democracia es un conjunto de elementos que forman la base de una sociedad donde los derechos humanos de cada individuo, grupo e identidad son respetados. No es un concepto occidental sino universal, compatible con la multitud de diferencias y divergencias culturales que existen en el mundo. La democracia puede ser flexible y expresarse según las necesidades únicas de cada sociedad.Por Nicholas Probst
“La democracia tuvo su origen en la creencia de que,
siendo los hombres iguales en cierto aspecto, lo son en todo”
Aristóteles
Miles de años más tarde, el concepto de la democracia que tuvo sus raíces en la Antigua Grecia hoy en día es un sistema de gobierno universalmente aceptado por la comunidad internacional. Y, con el propósito de establecer pautas universales en cuanto a la definición y función de la democracia, la Unión Interparlamentaria Mundial (UIM), una organización internacional que incluye a 179 parlamentos de sus respectivos países, emprendió el gran trabajo de crear la Declaración Universal Sobre la Democracia. Adoptada en 1997 por un comité de 12 académicos y expertos elegidos por la UIM, la Declaración presenta los principios de la democracia, sus elementos y ejercicio, y su dimensión internacional. Además, el mismo grupo de expertos publicó el libro “Democracia: sus principios y realización”, en el cual cada autor contribuyó con un artículo profundizando en algunos puntos del documento oficial. Como relator general del comité, el Profesor Cherif Bassiouni, jurista egipcio, profesor de derecho y presidente de varias instituciones de derecho y derechos humanos, dedicó su capítulo a la cuestión de cómo la Declaración justifica la democracia como un concepto universal, y no tan solo una ideología entre las demás.
Para empezar, Bassiouni explica que el término “democracia” cuenta con múltiples definiciones, e incluso que dichas definiciones pueden coexistir en el mismo sitio al mismo tiempo. Según él, la democracia no solo es un estado, sino también, y principalmente, el proceso y la acción de avanzar hacia la condición de democracia a través de las medidas, leyes e instituciones garantizadas por un sistema democrático (la democratización). Por lo tanto, él concluye que “la democracia es una meta perfeccionable que siempre se está perfeccionando... [por lo cual] la democracia como meta nunca puede alcanzarse”. Sin embargo, aunque Bassiouni admite que la democracia es una meta inalcanzable que siempre está cambiando y perfeccionándose, él también confirma que pese a tantas “diferencias y divergencias de perspectivas en las distintas culturas del mundo..., parece que cuatro series de elementos son comunes para las distintas perspectivas contemporáneas de la democracia”: 1) Un gobierno elegido por el pueblo; 2) Derechos colectivos individuales representados de forma imparcial; 3) Un sistema justo para regular el establecimiento y transición de un gobierno; y 4) Existencia de mecanismos para asegurar la integridad y legitimidad de los procesos políticos.
Aquí es importante notar que Bassiouni nunca proporciona una definición fija para la democracia. Solamente menciona algunos de sus elementos, pero no cómo una sociedad debe alcanzarlas. Así, justifica su argumento central de que la democracia es un concepto universal compatible con la multitud de “diferencias y divergencias” culturales que existen en el mundo. Es precisamente gracias a esta ambigüedad que la democracia puede ser tan flexible y expresarse según las necesidades únicas de cada sociedad. Asimismo, Bassiouni afirma que “la democracia no es un modelo para copiar de otros estados, sino una meta que han de alcanzar todos los pueblos” para reforzar la idea de que la democracia es un concepto universal pero cuya aplicación varía de país a país.
A continuación, Bassiouni explica la conexión entre la democracia y los derechos humanos, citando la Declaración de Viena de Derechos Humanos para destacar que los derechos humanos son “derechos al nacer de todos los seres humanos… [cuya] protección y promoción es la responsabilidad primordial del gobierno”. Por lo tanto, los derechos humanos son derechos universales cuya protección es el deber y obligación de cada país, sin que importe su identidad cultural, social, económica, lingüística o religiosa. Y para promover estos derechos universales hace falta un sistema universal -- un sistema democrático. Según David Beetham, Director del Centro para los Estudios de Democratización en la Universidad de Leeds, la afirmación de que la democracia es la mejor manera de promover los derechos humanos no es una opinión ni “se debe a cualquier superioridad intrínseca de las estructuras occidentales”. Al contrario, es un hecho comprobado una y otra vez a través de la historia humana, la cual da testimonio de que “en nuestro siglo, han resultado ilusorios los intentos para democratizarlo por medio de regímenes populistas, marxistas o de un solo partido”. Así que la cuestión no es si un sistema democrático sea compatible con la variedad de identidades y culturas del mundo, sino si el gobierno es capaz de cumplir su deber de representar y respetar esta diversidad.
Finalmente, Bassiouni añade una breve mención de la dimensión internacional de la democracia. De acuerdo al profesor, ya que la democracia es un sistema universal con el propósito de promover los derechos universales, cualquier amenaza a ella en un país es la preocupación de todo el mundo. Por eso, es la responsabilidad de cada país, especialmente de los más desarrollados e industrializados, apoyar y ayudar en los esfuerzos democráticos de otros países.
A fin de cuentas, la democracia es un sistema donde es el gobierno el que responde a su gente, y no al contrario. Y aunque no es perfecta, la democracia es el único sistema que puede “curarse con más democracia” y así adaptarse para mejor representar los intereses de su pueblo. No es un modelo para seguir ni una ideología occidental, sino un conjunto de elementos que forman la base de una sociedad donde los derechos humanos de cada individuo, grupo e identidad son respetados. Por lo tanto, el reconocimiento y protección de estos derechos son la mejor indicación de la presencia y promoción de la democracia.
Nicholas ProbstEx-pasante internacional en CADALEstudiante de Relaciones Internacionales de la Johns Hopkins University (Clase 2024). Pasante internacional en CADAL entre junio y julio de 2021
“La democracia tuvo su origen en la creencia de que,
siendo los hombres iguales en cierto aspecto, lo son en todo”
Aristóteles
Miles de años más tarde, el concepto de la democracia que tuvo sus raíces en la Antigua Grecia hoy en día es un sistema de gobierno universalmente aceptado por la comunidad internacional. Y, con el propósito de establecer pautas universales en cuanto a la definición y función de la democracia, la Unión Interparlamentaria Mundial (UIM), una organización internacional que incluye a 179 parlamentos de sus respectivos países, emprendió el gran trabajo de crear la Declaración Universal Sobre la Democracia. Adoptada en 1997 por un comité de 12 académicos y expertos elegidos por la UIM, la Declaración presenta los principios de la democracia, sus elementos y ejercicio, y su dimensión internacional. Además, el mismo grupo de expertos publicó el libro “Democracia: sus principios y realización”, en el cual cada autor contribuyó con un artículo profundizando en algunos puntos del documento oficial. Como relator general del comité, el Profesor Cherif Bassiouni, jurista egipcio, profesor de derecho y presidente de varias instituciones de derecho y derechos humanos, dedicó su capítulo a la cuestión de cómo la Declaración justifica la democracia como un concepto universal, y no tan solo una ideología entre las demás.
Para empezar, Bassiouni explica que el término “democracia” cuenta con múltiples definiciones, e incluso que dichas definiciones pueden coexistir en el mismo sitio al mismo tiempo. Según él, la democracia no solo es un estado, sino también, y principalmente, el proceso y la acción de avanzar hacia la condición de democracia a través de las medidas, leyes e instituciones garantizadas por un sistema democrático (la democratización). Por lo tanto, él concluye que “la democracia es una meta perfeccionable que siempre se está perfeccionando... [por lo cual] la democracia como meta nunca puede alcanzarse”. Sin embargo, aunque Bassiouni admite que la democracia es una meta inalcanzable que siempre está cambiando y perfeccionándose, él también confirma que pese a tantas “diferencias y divergencias de perspectivas en las distintas culturas del mundo..., parece que cuatro series de elementos son comunes para las distintas perspectivas contemporáneas de la democracia”: 1) Un gobierno elegido por el pueblo; 2) Derechos colectivos individuales representados de forma imparcial; 3) Un sistema justo para regular el establecimiento y transición de un gobierno; y 4) Existencia de mecanismos para asegurar la integridad y legitimidad de los procesos políticos.
Aquí es importante notar que Bassiouni nunca proporciona una definición fija para la democracia. Solamente menciona algunos de sus elementos, pero no cómo una sociedad debe alcanzarlas. Así, justifica su argumento central de que la democracia es un concepto universal compatible con la multitud de “diferencias y divergencias” culturales que existen en el mundo. Es precisamente gracias a esta ambigüedad que la democracia puede ser tan flexible y expresarse según las necesidades únicas de cada sociedad. Asimismo, Bassiouni afirma que “la democracia no es un modelo para copiar de otros estados, sino una meta que han de alcanzar todos los pueblos” para reforzar la idea de que la democracia es un concepto universal pero cuya aplicación varía de país a país.
A continuación, Bassiouni explica la conexión entre la democracia y los derechos humanos, citando la Declaración de Viena de Derechos Humanos para destacar que los derechos humanos son “derechos al nacer de todos los seres humanos… [cuya] protección y promoción es la responsabilidad primordial del gobierno”. Por lo tanto, los derechos humanos son derechos universales cuya protección es el deber y obligación de cada país, sin que importe su identidad cultural, social, económica, lingüística o religiosa. Y para promover estos derechos universales hace falta un sistema universal -- un sistema democrático. Según David Beetham, Director del Centro para los Estudios de Democratización en la Universidad de Leeds, la afirmación de que la democracia es la mejor manera de promover los derechos humanos no es una opinión ni “se debe a cualquier superioridad intrínseca de las estructuras occidentales”. Al contrario, es un hecho comprobado una y otra vez a través de la historia humana, la cual da testimonio de que “en nuestro siglo, han resultado ilusorios los intentos para democratizarlo por medio de regímenes populistas, marxistas o de un solo partido”. Así que la cuestión no es si un sistema democrático sea compatible con la variedad de identidades y culturas del mundo, sino si el gobierno es capaz de cumplir su deber de representar y respetar esta diversidad.
Finalmente, Bassiouni añade una breve mención de la dimensión internacional de la democracia. De acuerdo al profesor, ya que la democracia es un sistema universal con el propósito de promover los derechos universales, cualquier amenaza a ella en un país es la preocupación de todo el mundo. Por eso, es la responsabilidad de cada país, especialmente de los más desarrollados e industrializados, apoyar y ayudar en los esfuerzos democráticos de otros países.
A fin de cuentas, la democracia es un sistema donde es el gobierno el que responde a su gente, y no al contrario. Y aunque no es perfecta, la democracia es el único sistema que puede “curarse con más democracia” y así adaptarse para mejor representar los intereses de su pueblo. No es un modelo para seguir ni una ideología occidental, sino un conjunto de elementos que forman la base de una sociedad donde los derechos humanos de cada individuo, grupo e identidad son respetados. Por lo tanto, el reconocimiento y protección de estos derechos son la mejor indicación de la presencia y promoción de la democracia.