Artículos
Corea del Norte bajo la lupa
Complicidad estratégica: ¿Qué hay detrás del veto a la resolución del Consejo de Seguridad?
Detrás del telón de fondo de Naciones Unidas, ni China ni Rusia se sentaron a dialogar respecto del borrador con la batería de sanciones a aplicar y se descartó de plano la aplicación de la resolución.Por Agustín Menéndez
Por primera vez desde 2006 China y Rusia vetaron nuevas sanciones contra Corea del Norte desde el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El jueves 26 de mayo, y en el marco de la invasión rusa a Ucrania, ambos países se pronunciaron contra una nueva batería de sanciones financieras dirigidas, dando pie a fuertes cuestionamientos por parte de los demás países con poder de veto en el Consejo de Seguridad y el resto de la comunidad internacional.
Corea del Norte ha venido desarrollando su programa nuclear y misilístico con enorme éxito en las últimas dos décadas y en lo que va del año ha realizado más de una docena de pruebas de misiles balísticos, todas las cuales violan resoluciones anteriores del Consejo de Seguridad y que han recibido críticas de los países en la región al poner en riesgo a sus habitantes.
Para que se apruebe y adopte una resolución en el consejo es necesario obtener nueve votos a favor de 15 delegaciones que votan y, desde ya, ningún veto de los miembros permanentes (Rusia, China, Francia, Reino Unido y Estados Unidos). En este caso, los otros 13 miembros del Consejo de Seguridad votaron para adoptar la resolución.
La lectura por parte de los miembros permanentes atentos a esta nueva actitud por parte de China y Rusia es que ambos países van a defender y darle rienda suelta a Corea del Norte para que siga comportándose como el matón en la región. Ello demuestra una falta de coherencia, por un lado, en relación a las sanciones que anteriormente se aplicaban sin titubeos y de confianza que deberían proyectar ambos países en relación a brindar seguridad y asegurar y mantener la paz a nivel global y regional.
Dista mucho, este último punto, en ser cumplido por Rusia dada la invasión en Ucrania, la anterior anexión de Crimea en el año 2014, la invasión a Georgia en el 2008 y las reiteradas amenazas a todos los países que se encuentran entre la Federación Rusa y los países miembros de la OTAN. En el caso chino, la persecución de etnias minoritarias fronteras adentro, las amenazas constantes contra Taiwán para anexar la isla a la fuerza y la absoluta ausencia de canales democráticos para dirimir controversias y dirigir el país son otra muestra de que en la región del noreste asiático pocas esperanzas se albergan para un cambio.
Respecto al programa misilístico, se cree que las sanciones no sirven para detener los testeos y que, al contrario, afectan al grueso de la población sin afectar a la élite que vive mayoritariamente en Pyongyang. Se suma a ello el argumento de que en medio de la pandemia por COVID-19 que afecta a Corea del Norte, implementar sanciones empeora aún más la posibilidad de que ingrese ayuda humanitaria en un contexto sumamente delicado y achica el margen de acción del régimen para recibir las ya escasas divisas que consigue por sus propios medios.
En conclusión, detrás del telón de fondo de Naciones Unidas, ni China ni Rusia se sentaron a dialogar respecto del borrador con la batería de sanciones a aplicar y se descartó de plano la aplicación de la resolución. Se cree que con la amenaza de Estados Unidos, la OTAN y la presión internacional contra Rusia, la reacción de este último es contrarrestar dándole un paraguas de protección al vecino díscolo de la Península. Para China, en cambio, es una cuestión de imponer cierto freno a las pretensiones de Estados Unidos y remarcar un punto que se encuentra en discusión hace mucho tiempo: la eficacia y efectividad de las sanciones financieras para imponer una conducta o hacer respetar los principios de la Carta de las Naciones Unidas de una forma no coercitiva.
A futuro se espera que China y Rusia sigan en este camino irresponsable, mientras hacen valer su peso en el Consejo de Seguridad, brindando auxilio a aquellos gobiernos totalitarios y autoritarios que les permitan utilizar como peones en el juego estratégico contra Estados Unidos y sus aliados.
Agustín MenéndezInvestigador AsociadoLicenciado en Ciencia Política y Abogado (UBA). Cursó estudios de Maestría en Historia (UTDT). Becario KGIP (Korean Government Invitation Program). Especializado en temas de la Península Coreana y la violación de Derechos Humanos en Corea del Norte. Actualmente trabaja en la Unidad de Información Financiera en el área de Coordinación Internacional en materia de lavado de activos. financiamiento del terrorismo y proliferación de armas de destrucción masiva. Colabora en distintos medios gráficos y radiales.
Por primera vez desde 2006 China y Rusia vetaron nuevas sanciones contra Corea del Norte desde el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El jueves 26 de mayo, y en el marco de la invasión rusa a Ucrania, ambos países se pronunciaron contra una nueva batería de sanciones financieras dirigidas, dando pie a fuertes cuestionamientos por parte de los demás países con poder de veto en el Consejo de Seguridad y el resto de la comunidad internacional.
Corea del Norte ha venido desarrollando su programa nuclear y misilístico con enorme éxito en las últimas dos décadas y en lo que va del año ha realizado más de una docena de pruebas de misiles balísticos, todas las cuales violan resoluciones anteriores del Consejo de Seguridad y que han recibido críticas de los países en la región al poner en riesgo a sus habitantes.
Para que se apruebe y adopte una resolución en el consejo es necesario obtener nueve votos a favor de 15 delegaciones que votan y, desde ya, ningún veto de los miembros permanentes (Rusia, China, Francia, Reino Unido y Estados Unidos). En este caso, los otros 13 miembros del Consejo de Seguridad votaron para adoptar la resolución.
La lectura por parte de los miembros permanentes atentos a esta nueva actitud por parte de China y Rusia es que ambos países van a defender y darle rienda suelta a Corea del Norte para que siga comportándose como el matón en la región. Ello demuestra una falta de coherencia, por un lado, en relación a las sanciones que anteriormente se aplicaban sin titubeos y de confianza que deberían proyectar ambos países en relación a brindar seguridad y asegurar y mantener la paz a nivel global y regional.
Dista mucho, este último punto, en ser cumplido por Rusia dada la invasión en Ucrania, la anterior anexión de Crimea en el año 2014, la invasión a Georgia en el 2008 y las reiteradas amenazas a todos los países que se encuentran entre la Federación Rusa y los países miembros de la OTAN. En el caso chino, la persecución de etnias minoritarias fronteras adentro, las amenazas constantes contra Taiwán para anexar la isla a la fuerza y la absoluta ausencia de canales democráticos para dirimir controversias y dirigir el país son otra muestra de que en la región del noreste asiático pocas esperanzas se albergan para un cambio.
Respecto al programa misilístico, se cree que las sanciones no sirven para detener los testeos y que, al contrario, afectan al grueso de la población sin afectar a la élite que vive mayoritariamente en Pyongyang. Se suma a ello el argumento de que en medio de la pandemia por COVID-19 que afecta a Corea del Norte, implementar sanciones empeora aún más la posibilidad de que ingrese ayuda humanitaria en un contexto sumamente delicado y achica el margen de acción del régimen para recibir las ya escasas divisas que consigue por sus propios medios.
En conclusión, detrás del telón de fondo de Naciones Unidas, ni China ni Rusia se sentaron a dialogar respecto del borrador con la batería de sanciones a aplicar y se descartó de plano la aplicación de la resolución. Se cree que con la amenaza de Estados Unidos, la OTAN y la presión internacional contra Rusia, la reacción de este último es contrarrestar dándole un paraguas de protección al vecino díscolo de la Península. Para China, en cambio, es una cuestión de imponer cierto freno a las pretensiones de Estados Unidos y remarcar un punto que se encuentra en discusión hace mucho tiempo: la eficacia y efectividad de las sanciones financieras para imponer una conducta o hacer respetar los principios de la Carta de las Naciones Unidas de una forma no coercitiva.
A futuro se espera que China y Rusia sigan en este camino irresponsable, mientras hacen valer su peso en el Consejo de Seguridad, brindando auxilio a aquellos gobiernos totalitarios y autoritarios que les permitan utilizar como peones en el juego estratégico contra Estados Unidos y sus aliados.