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Promoción de la Apertura Política en Cuba
El papel de Cuba frente al diferente tratamiento que tuvieron en Ginebra las dictaduras militares de Argentina y Chile
Por Gabriel C. Salvia
La mayoría de los familiares de víctimas de violaciones a los derechos humanos en la Argentina sienten simpatía o complacencia hacia la dictadura cubana de Fidel Castro, lo cual muestra una falta de información sobre la realidad política de la isla o una abierta contradicción en la honesta defensa de las libertades fundamentales. La cuestión se agrava al documentarse la complicidad del régimen de Fidel Castro al bloquear la condena en Ginebra a la dictadura militar argentina. ¿Cómo puede ser que los familiares de las víctimas de persecuciones y desapariciones forzosas puedan apoyar o mantenerse indiferentes frente a un régimen que contribuyó a silenciar esos hechos?
En una investigación académica realizada por Kezia McKeague se documenta la complicidad del régimen de Fidel Castro con la dictadura militar argentina y se destaca la diferencia que hubo respecto a la dictadura de Pinochet. Allí, McKeague señala que "Las múltiples fuentes de cooperación cubano-argentina pueden comprenderse mejor examinando el contraste con la política cubana hacia Chile. El régimen militar chileno se convirtió en paria de las Naciones Unidas, sujeto a investigaciones específicas del país y a varias condenas públicas. Cuba, junto con el resto del bloque socialista y de la mayoría de los países no alineados, votó consistentemente a favor de esas resoluciones condenatorias. La diferencia con Argentina no se relacionaba con los derechos humanos de los dos países, dado que la represión en Argentina fue incluso de mayor alcance (aunque más oculta) que en Chile".
Lo anterior quedó muy claro con motivo del inicio de las primeras sesiones del flamante Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde varios representantes expusieron en Ginebra en el "Segmento de alto nivel" entre el 19 y el 30 de junio de 2006. Al respecto, vale la pena destacar las intervenciones de Paulina Veloso, Ministra Secretaria de la Presidencia de Chile, y de Jorge Taiana, Canciller de la República Argentina.
La funcionaria chilena Paulina Veloso, señaló lo siguiente: "Quisiera aprovechar esta ocasión para hacer un reconocimiento especial a la labor realizada por la Comisión de Derechos Humanos durante sus sesenta años de existencia. Entre los logros de la Comisión sin duda debemos destacar los procedimientos especiales, que fueron decisivos para que nuestro país superara un período oscuro de su historia, cuando la democracia chilena fue interrumpida abruptamente y se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y libertades fundamentales".
Y a continuación agregó: "Es con una gran emoción que me dirijo a esta asamblea para agradecer y dar testimonio personal sobre el trabajo realizado, en relación a mi país, por la Comisión de Derechos Humanos. El año 1977, mi marido Alexei Jaccard, estudiante suizo-chileno de la Universidad de Ginebra, fue hecho desaparecer en Argentina, en el marco de la 'Operación Cóndor', llevada a cabo conjuntamente por las policías de Chile y Argentina. Entonces, cuando yo tenía 20 años fui recibida y apoyada por el Relator Especial para Chile señor Abdoulaye Dièye y por el Director de la entonces División de Derechos Humanos, señor Theo van Boven. Aunque dichas gestiones no tuvieron resultados concretos, el esfuerzo de la Comisión por reclamar los derechos de los desaparecidos, junto a la condena internacional, tuvo un impacto disuasivo que puede haber reducido el número de desaparecidos. En esos momentos de soledad y angustia, ese interés de la Comisión significó para mí un fuerte apoyo que me dio la fortaleza para seguir confiando en las personas, en los derechos humanos y en la comunidad organizada que los defiende".
Por su parte, el Canciller argentino Jorge Taiana, recordó lo siguiente: "El año 1976 produjo un punto de inflexión no sólo en la concepción sino en el lugar que ocupan los derechos humanos en la vida privada y en la agenda política de nuestro país. A partir del sufrimiento de la más brutal y sistemática práctica de violación de los derechos y libertades, el concepto de derechos humanos se hizo vivencia colectiva e histórica y se incorporó a nuestro lenguaje cotidiano e institucional. La lucha contra la dictadura fue encabezada por familiares de las víctimas y diversas organizaciones de derechos humanos, que nacieron en aquellos años. Las unió el horror y la valentía, y ellos dieron el ejemplo más genuino del ejercicio de la defensa de los derechos humanos desinteresada, democrática y solidaria".
Posteriormente, Taiana señaló que "Luego de dos décadas de democracia pero de justicia parcial asistimos desde la asunción del Presidente Kirchner en 2003 a un cambio de paradigma: por primera vez los tres poderes del Estado, respondiendo a los mandatos de la sociedad en su conjunto, han adoptado decisiones coincidentes para preservar los cuatro pilares de la lucha contra la impunidad: la memoria, la verdad, la justicia y la reparación".
Pero, a diferencia del reconocimiento realizado por Paulina Veloso, lo más interesante del discurso del Canciller de la República Argentina fue cuando recordó lo siguiente: "La Comisión que hoy termina sus funciones fue efectivamente muchas veces politizada, ineficaz e inoperante. De hecho mi país sufrió esa politización, cuando bajo un equilibrio bipolar que era indiferente a los derechos humanos, las violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos en la Argentina durante la dictadura militar nunca fueron motivo de consideración por el pleno de esta Comisión".
El gobierno de Néstor Kirchner y los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos en la Argentina deberían preguntarse lo siguiente: ¿Por qué la dictadura de Pinochet fue condenada y la Argentina no? Realmente, a quienes les interesa en serio "la lucha contra la impunidad: la memoria, la verdad, la justicia y la reparación", deberían exigirle explicaciones a Fidel Castro, pues si la dictadura de Pinochet fue condenada en Ginebra, mientras que los militares argentinos se salvaron de esa condena internacional, ello se debió a la intervención del régimen cubano.
Kezia McKeague aporta más argumentos al respecto: "Cuba y Argentina cooperaron en la Comisión de Derechos Humanos a pesar de sus conspicuas diferencias ideológicas. ¿Por qué un régimen comunista apoyó a una junta militar fervientemente anticomunista cuyo principal objetivo era eliminar la subversión de izquierda?". Y agrega: "el régimen militar buscó activamente aliados como Cuba para evitar el aislamiento internacional experimentado por Chile. De cara a las críticas de los gobiernos europeos y de la administración Carter, las alianzas típicas se invertían en Ginebra, con una junta anticomunista, pro-occidente acudiendo a países socialistas y en desarrollo para protegerse de las cuestiones de derechos humanos. La membresía simultánea de Cuba en el bloque latinoamericano, el campo socialista y el movimiento de no alineados la ponía en una posición particularmente influyente para los intereses de Argentina".
Mc Keague concluye señalando que "Una convergencia básica de intereses hizo que Cuba estuviera dispuesta a condonar las violaciones de derechos humanos de Argentina, aunque otras motivaciones pragmáticas que tenían poco que ver con los derechos humanos determinaron el trato dispar hacia Argentina y Chile".
¿Por qué el gobierno de Kirchner no le exige explicaciones públicas al dictador Fidel Castro por su complicidad en bloquear la condena en Ginebra a la dictadura militar? ¿Por qué no hacen lo propio las organizaciones no gubernamentales que se dedican en la Argentina a la lucha contra la impunidad? La falta de respuesta a estos interrogantes pone en duda, en todos los casos, la honesta defensa de los derechos humanos.
Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
La mayoría de los familiares de víctimas de violaciones a los derechos humanos en la Argentina sienten simpatía o complacencia hacia la dictadura cubana de Fidel Castro, lo cual muestra una falta de información sobre la realidad política de la isla o una abierta contradicción en la honesta defensa de las libertades fundamentales. La cuestión se agrava al documentarse la complicidad del régimen de Fidel Castro al bloquear la condena en Ginebra a la dictadura militar argentina. ¿Cómo puede ser que los familiares de las víctimas de persecuciones y desapariciones forzosas puedan apoyar o mantenerse indiferentes frente a un régimen que contribuyó a silenciar esos hechos?
En una investigación académica realizada por Kezia McKeague se documenta la complicidad del régimen de Fidel Castro con la dictadura militar argentina y se destaca la diferencia que hubo respecto a la dictadura de Pinochet. Allí, McKeague señala que "Las múltiples fuentes de cooperación cubano-argentina pueden comprenderse mejor examinando el contraste con la política cubana hacia Chile. El régimen militar chileno se convirtió en paria de las Naciones Unidas, sujeto a investigaciones específicas del país y a varias condenas públicas. Cuba, junto con el resto del bloque socialista y de la mayoría de los países no alineados, votó consistentemente a favor de esas resoluciones condenatorias. La diferencia con Argentina no se relacionaba con los derechos humanos de los dos países, dado que la represión en Argentina fue incluso de mayor alcance (aunque más oculta) que en Chile".
Lo anterior quedó muy claro con motivo del inicio de las primeras sesiones del flamante Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, donde varios representantes expusieron en Ginebra en el "Segmento de alto nivel" entre el 19 y el 30 de junio de 2006. Al respecto, vale la pena destacar las intervenciones de Paulina Veloso, Ministra Secretaria de la Presidencia de Chile, y de Jorge Taiana, Canciller de la República Argentina.
La funcionaria chilena Paulina Veloso, señaló lo siguiente: "Quisiera aprovechar esta ocasión para hacer un reconocimiento especial a la labor realizada por la Comisión de Derechos Humanos durante sus sesenta años de existencia. Entre los logros de la Comisión sin duda debemos destacar los procedimientos especiales, que fueron decisivos para que nuestro país superara un período oscuro de su historia, cuando la democracia chilena fue interrumpida abruptamente y se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y libertades fundamentales".
Y a continuación agregó: "Es con una gran emoción que me dirijo a esta asamblea para agradecer y dar testimonio personal sobre el trabajo realizado, en relación a mi país, por la Comisión de Derechos Humanos. El año 1977, mi marido Alexei Jaccard, estudiante suizo-chileno de la Universidad de Ginebra, fue hecho desaparecer en Argentina, en el marco de la 'Operación Cóndor', llevada a cabo conjuntamente por las policías de Chile y Argentina. Entonces, cuando yo tenía 20 años fui recibida y apoyada por el Relator Especial para Chile señor Abdoulaye Dièye y por el Director de la entonces División de Derechos Humanos, señor Theo van Boven. Aunque dichas gestiones no tuvieron resultados concretos, el esfuerzo de la Comisión por reclamar los derechos de los desaparecidos, junto a la condena internacional, tuvo un impacto disuasivo que puede haber reducido el número de desaparecidos. En esos momentos de soledad y angustia, ese interés de la Comisión significó para mí un fuerte apoyo que me dio la fortaleza para seguir confiando en las personas, en los derechos humanos y en la comunidad organizada que los defiende".
Por su parte, el Canciller argentino Jorge Taiana, recordó lo siguiente: "El año 1976 produjo un punto de inflexión no sólo en la concepción sino en el lugar que ocupan los derechos humanos en la vida privada y en la agenda política de nuestro país. A partir del sufrimiento de la más brutal y sistemática práctica de violación de los derechos y libertades, el concepto de derechos humanos se hizo vivencia colectiva e histórica y se incorporó a nuestro lenguaje cotidiano e institucional. La lucha contra la dictadura fue encabezada por familiares de las víctimas y diversas organizaciones de derechos humanos, que nacieron en aquellos años. Las unió el horror y la valentía, y ellos dieron el ejemplo más genuino del ejercicio de la defensa de los derechos humanos desinteresada, democrática y solidaria".
Posteriormente, Taiana señaló que "Luego de dos décadas de democracia pero de justicia parcial asistimos desde la asunción del Presidente Kirchner en 2003 a un cambio de paradigma: por primera vez los tres poderes del Estado, respondiendo a los mandatos de la sociedad en su conjunto, han adoptado decisiones coincidentes para preservar los cuatro pilares de la lucha contra la impunidad: la memoria, la verdad, la justicia y la reparación".
Pero, a diferencia del reconocimiento realizado por Paulina Veloso, lo más interesante del discurso del Canciller de la República Argentina fue cuando recordó lo siguiente: "La Comisión que hoy termina sus funciones fue efectivamente muchas veces politizada, ineficaz e inoperante. De hecho mi país sufrió esa politización, cuando bajo un equilibrio bipolar que era indiferente a los derechos humanos, las violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos en la Argentina durante la dictadura militar nunca fueron motivo de consideración por el pleno de esta Comisión".
El gobierno de Néstor Kirchner y los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos en la Argentina deberían preguntarse lo siguiente: ¿Por qué la dictadura de Pinochet fue condenada y la Argentina no? Realmente, a quienes les interesa en serio "la lucha contra la impunidad: la memoria, la verdad, la justicia y la reparación", deberían exigirle explicaciones a Fidel Castro, pues si la dictadura de Pinochet fue condenada en Ginebra, mientras que los militares argentinos se salvaron de esa condena internacional, ello se debió a la intervención del régimen cubano.
Kezia McKeague aporta más argumentos al respecto: "Cuba y Argentina cooperaron en la Comisión de Derechos Humanos a pesar de sus conspicuas diferencias ideológicas. ¿Por qué un régimen comunista apoyó a una junta militar fervientemente anticomunista cuyo principal objetivo era eliminar la subversión de izquierda?". Y agrega: "el régimen militar buscó activamente aliados como Cuba para evitar el aislamiento internacional experimentado por Chile. De cara a las críticas de los gobiernos europeos y de la administración Carter, las alianzas típicas se invertían en Ginebra, con una junta anticomunista, pro-occidente acudiendo a países socialistas y en desarrollo para protegerse de las cuestiones de derechos humanos. La membresía simultánea de Cuba en el bloque latinoamericano, el campo socialista y el movimiento de no alineados la ponía en una posición particularmente influyente para los intereses de Argentina".
Mc Keague concluye señalando que "Una convergencia básica de intereses hizo que Cuba estuviera dispuesta a condonar las violaciones de derechos humanos de Argentina, aunque otras motivaciones pragmáticas que tenían poco que ver con los derechos humanos determinaron el trato dispar hacia Argentina y Chile".
¿Por qué el gobierno de Kirchner no le exige explicaciones públicas al dictador Fidel Castro por su complicidad en bloquear la condena en Ginebra a la dictadura militar? ¿Por qué no hacen lo propio las organizaciones no gubernamentales que se dedican en la Argentina a la lucha contra la impunidad? La falta de respuesta a estos interrogantes pone en duda, en todos los casos, la honesta defensa de los derechos humanos.
Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).