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Observatorio de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos
Paraguay, China y el patetismo mercosureano
Son varias y muy vergonzosas las actitudes de doble standard de Argentina, Brasil y Uruguay respecto a la defensa de la democracia y los derechos humanos.Por Gabriel C. Salvia
El bloque del Mercosur que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay –y con incorporación pendiente de Venezuela- es muy cuestionado por sus resultados en materia de integración comercial; pero su mayor fracaso ha sido, sin lugar a dudas, en el plano político.
En algunos casos las posturas políticas en el ámbito del Mercosur llegan directamente al ridículo. Por ejemplo, el pasado lunes 25 de junio se realizó una teleconferencia desde Buenos Aires con la presencia de la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, junto al Primer Ministro de China, Wen Jiabao, y la participación de los jefes de gobierno de Brasil, Dilma Rousseff, y José Mujica, Uruguay, desde sus respectivos países, en cuya ocasión se llegó a plantear la posibilidad de un acuerdo de libre comercio entre China y el Mercosur.
Al respecto, el nuevo presidente de Paraguay, Federico Franco, no fue invitado a participar de la teleconferencia porque sus socios del Mercosur consideran ilegítimo a su gobierno, a raíz de la destitución del Presidente Fernando Lugo. Si bien es criticable la rapidez del juicio político a Lugo, el mismo se realizó de acuerdo a los requisitos que establece la constitución del Paraguay.
Lo paradójico es que ninguno de los tres abanderados de los derechos humanos de los países del Mercosur –en especial la anfitriona- se animó a cuestionar la legitimidad democrática de su interlocutor en la teleconferencia, es decir, el representante de la dictadura fascista de China. Y, lo peor, es que ni siquiera se les pasó por la cabeza, como –hay que decirlo- a la opinión pública en general.
Este es el mismísimo y pintoresco Mercosur que condena el embargo de Estados Unidos de América a Cuba –al que lo califican erróneamente como “bloqueo”- pero que adoptó el “Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de UNASUR sobre Compromiso con la Democracia”, en cuyo artículo 4º, inciso b, dispone en caso de ruptura o amenaza de ruptura del orden democrático, entre otras medidas destinadas a restablecer el proceso político institucional democrático, el “Cierre parcial o total de las fronteras terrestres, incluyendo la suspensión y/o limitación del comercio, tráfico aéreo y marítimo, comunicaciones, provisión de energía, servicios y suministros”. La adhesión de Lugo al establecimiento de un eventual “bloqueo” contra su propio país, fue una de las acusaciones del parlamento paraguayo para fundamentar su destitución.
Y son los mismos países que integran el Mercosur los que apoyaron en la OEA la suspensión del gobierno hondureño de Porfirio Lobo, al tiempo que hace unos meses en Cartagena de Indias proponían con vehemencia invitar a la dictadura cubana de partido único. Es que aun aceptando la ilegitimidad democrática del gobierno de Pepe Lobo, la “monarquía absolutista” de los Castro en Cuba califica muchísimo peor que Honduras.
Como puede apreciarse, son varias y muy vergonzosas las actitudes de doble standard de Argentina, Brasil y Uruguay respecto a la defensa de la democracia y los derechos humanos, que lamentablemente también se repiten en el resto de los organismos regionales.
Gabriel C. Salvia es titular de CADAL y director del proyecto Puente Democrático.
Gabriel C. SalviaDirector GeneralActivista de derechos humanos enfocado en la solidaridad democrática internacional. En 2024 recibió el Premio Gratias Agit del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Checa. Es autor de los libros "Memoria, derechos humanos y solidaridad democrática internacional" (2024) y "Bailando por un espejismo: apuntes sobre política, economía y diplomacia en los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner" (2017). Además, compiló varios libros, entre ellos "75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Miradas desde Cuba" (2023), "Los derechos humanos en las relaciones internacionales y la política exterior" (2021), "Desafíos para el fortalecimiento democrático en la Argentina" (2015), "Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en Argentina" (2013) y "Diplomacia y Derechos Humanos en Cuba" (2011), Sus columnas de opinión han sido publicadas en varios medios en español. Actualmente publica en Clarín, Perfil, Infobae y La Nación, de Argentina. Ha participado en eventos internacionales en América Latina, África, Asia, Europa, los Balcanes y en Estados Unidos. Desde 1992 se desempeña como director en Organizaciones de la Sociedad Civil y es miembro fundador de CADAL. Como periodista, trabajó entre 1992 y 1997 en gráfica, radio y TV especializado en temas parlamentarios, políticos y económicos, y posteriormente contribuyó con entrevistas en La Nación y Perfil.
El bloque del Mercosur que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay –y con incorporación pendiente de Venezuela- es muy cuestionado por sus resultados en materia de integración comercial; pero su mayor fracaso ha sido, sin lugar a dudas, en el plano político.
En algunos casos las posturas políticas en el ámbito del Mercosur llegan directamente al ridículo. Por ejemplo, el pasado lunes 25 de junio se realizó una teleconferencia desde Buenos Aires con la presencia de la presidenta de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, junto al Primer Ministro de China, Wen Jiabao, y la participación de los jefes de gobierno de Brasil, Dilma Rousseff, y José Mujica, Uruguay, desde sus respectivos países, en cuya ocasión se llegó a plantear la posibilidad de un acuerdo de libre comercio entre China y el Mercosur.
Al respecto, el nuevo presidente de Paraguay, Federico Franco, no fue invitado a participar de la teleconferencia porque sus socios del Mercosur consideran ilegítimo a su gobierno, a raíz de la destitución del Presidente Fernando Lugo. Si bien es criticable la rapidez del juicio político a Lugo, el mismo se realizó de acuerdo a los requisitos que establece la constitución del Paraguay.
Lo paradójico es que ninguno de los tres abanderados de los derechos humanos de los países del Mercosur –en especial la anfitriona- se animó a cuestionar la legitimidad democrática de su interlocutor en la teleconferencia, es decir, el representante de la dictadura fascista de China. Y, lo peor, es que ni siquiera se les pasó por la cabeza, como –hay que decirlo- a la opinión pública en general.
Este es el mismísimo y pintoresco Mercosur que condena el embargo de Estados Unidos de América a Cuba –al que lo califican erróneamente como “bloqueo”- pero que adoptó el “Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de UNASUR sobre Compromiso con la Democracia”, en cuyo artículo 4º, inciso b, dispone en caso de ruptura o amenaza de ruptura del orden democrático, entre otras medidas destinadas a restablecer el proceso político institucional democrático, el “Cierre parcial o total de las fronteras terrestres, incluyendo la suspensión y/o limitación del comercio, tráfico aéreo y marítimo, comunicaciones, provisión de energía, servicios y suministros”. La adhesión de Lugo al establecimiento de un eventual “bloqueo” contra su propio país, fue una de las acusaciones del parlamento paraguayo para fundamentar su destitución.
Y son los mismos países que integran el Mercosur los que apoyaron en la OEA la suspensión del gobierno hondureño de Porfirio Lobo, al tiempo que hace unos meses en Cartagena de Indias proponían con vehemencia invitar a la dictadura cubana de partido único. Es que aun aceptando la ilegitimidad democrática del gobierno de Pepe Lobo, la “monarquía absolutista” de los Castro en Cuba califica muchísimo peor que Honduras.
Como puede apreciarse, son varias y muy vergonzosas las actitudes de doble standard de Argentina, Brasil y Uruguay respecto a la defensa de la democracia y los derechos humanos, que lamentablemente también se repiten en el resto de los organismos regionales.
Gabriel C. Salvia es titular de CADAL y director del proyecto Puente Democrático.