Artículos
Promoción de la Apertura Política en Cuba
Ficción y realidad de un sistema social en falta
Pese a la difundida proclama de los buenos servicios básicos disponibles para toda la población cubana, la realidad histórica ha sido que nunca se estuvo a la altura de la leyenda, mucho menos ahora, cuando las carencias en materia de salud, educación y alimentación son de una evidencia abrumadora e indignante.Por Dunia Medina Moreno
Son muchos los que se preguntan, fuera de Cuba, dónde fueron a parar los conocidos servicios de salud, educación y la canasta básica con que se promovía el régimen cubano en el exterior. ¿Era propaganda o funcionaban? ¿Y en qué estado se encuentran hoy, de todos modos?
Pues bien, esos servicios, para hacerla corta, fueron a parar al cesto de basura. Tomemos un primer ejemplo. El Hospital Salvador Allende, en Covadonga, está cerrado a la población sin explicación oficial alguna. ¿Cuántos enfermos bien afectados dejan de recibir asistencia médica a través de este centro hospitalario?
Para ver a un médico es siempre un calvario. Es como arar en el mar. Es imposible consultar a un especialista, pues rotundamente te niegan el servicio. Los mismos médicos que en el exterior te cruzan el Río Amazonas a nado, en Cuba les niegan el servicio a sus coterráneos.
Sigamos. Casi no hay medicamentos, la crisis es demasiada, y de los pocos medicamentos que llegan a la farmacia el 80% lo disponen para sí administradores y empleados. En el mercado negro los precios se disparan.
Las colas para adquirir medicamentos por el llamado tarjetón son de más de una semana. ¿Dónde duermen las personas, me quieren decir? Y cuando llega el camión que distribuye los medicamentos, luego de larga espera, sale una administradora y dice que varios no entraron.
Ahora combinemos la falta de atención con la falta de insumos médicos, y se dan cosas como la siguiente. En el policlínico Luis Pasteur la paciente Norma tenía que realizarse un análisis de sangre. Ella hace la cola, y cuando le llega el turno, la laboratorista, llamada Blanca, les pregunta a todos los pacientes que se encuentran en el lugar si trajeron sus propias jeringuillas.
Norma le pregunta, sorprendida, cómo es eso de tener que traer su propia jeringuilla, y Blanca le responde que hace meses que no entran las jeringuillas al policlínico. Conclusión: Norma tuvo que regresar a su casa e indagar con algún vecino que tuviera una jeringuilla.
En educación, otro de los ítems de que se jactaba el régimen, las falencias son similares. Las escuelas carecen de material de estudios como libretas, lápices o libros de texto. Los padres de los alumnos son los que tienen que comprar los ventiladores para que los niños no pasen un calor horrible, así como los utensilios de limpieza y la pintura cuando hace falta pintar el aula.
Y en cuanto a los alimentos, la canasta básica es pésima. Lo que te venden los comunistas son dos libras de azúcar refinada y una libra de azúcar cruda, cuando el rubro elemental de la economía cubana de basaba en la industria azucarera. Luego tienes una libra de pollo por persona y por mes, una libra de aceite por trimestre, un paquete de cuatro onzas de café y un paquete de sal trimestrales.
Ficciones
Y no es que antes las cosas fueran mucho mejores. Nunca en Cuba la medicina ha sido cómo dicen los comunistas, que presentan al país como potencia médica. Los médicos se quejaban ante los pacientes que percibían un bajo ingreso monetario con respecto al costo de vida.
Acentuaban que no les pagaban las guardias médicas -que eran muy frecuentes-, ni la nocturnidad. Tampoco tenían derecho al descanso de la post-guardia porque debían incorporarse al trabajo diurno. Del lado de los pacientes, para obtener una consulta con un especialista resultaba más fácil viajar a la Luna: demoraban de 3 a 6 meses.
Esta escasez de todo tipo afecta a la mayoría de la población y contrasta con algunos sectores, extranjeros y locales, que tienen mejor acceso a bienes y servicios.
Con las misiones médicas al exterior se acentuaron la falta de asistencia médica por la ausencia de los especialistas y la carencia de medicamentos vitales para enfermedades crónicas. Se donaba lo que después carecía el pueblo, y como resultado, la ayuda solidaria a otros países se convertía en una contrariedad en la vida diaria de los cubanos, sobre todo de la gente mayor.
Por otro lado, los extranjeros con suficientes recursos siguen gozando de los servicios médicos VIP. El extranjero solicita al centro hospitalario el servicio que desea y la estancia, y el cubano de a pie ni tiene derecho dentro de su país a recibir un servicio médico con calidad.
Los cubanos que tienen dólares por las remesas y otros ingresos del exterior disponen, también ellos, de mejores bienes y servicios que el resto de la población. Estos son los que compran en las tiendas de MLC alimentos, lácteos o productos de aseo, y pueden comprar medicamentos en las farmacias de los hoteles y acceder a atención médica.
Dunia Medina MorenoActivista y miembro de la Red Femenina de Cuba y del Partido Demócrata Cristiano de Cuba.
Son muchos los que se preguntan, fuera de Cuba, dónde fueron a parar los conocidos servicios de salud, educación y la canasta básica con que se promovía el régimen cubano en el exterior. ¿Era propaganda o funcionaban? ¿Y en qué estado se encuentran hoy, de todos modos?
Pues bien, esos servicios, para hacerla corta, fueron a parar al cesto de basura. Tomemos un primer ejemplo. El Hospital Salvador Allende, en Covadonga, está cerrado a la población sin explicación oficial alguna. ¿Cuántos enfermos bien afectados dejan de recibir asistencia médica a través de este centro hospitalario?
Para ver a un médico es siempre un calvario. Es como arar en el mar. Es imposible consultar a un especialista, pues rotundamente te niegan el servicio. Los mismos médicos que en el exterior te cruzan el Río Amazonas a nado, en Cuba les niegan el servicio a sus coterráneos.
Sigamos. Casi no hay medicamentos, la crisis es demasiada, y de los pocos medicamentos que llegan a la farmacia el 80% lo disponen para sí administradores y empleados. En el mercado negro los precios se disparan.
Las colas para adquirir medicamentos por el llamado tarjetón son de más de una semana. ¿Dónde duermen las personas, me quieren decir? Y cuando llega el camión que distribuye los medicamentos, luego de larga espera, sale una administradora y dice que varios no entraron.
Ahora combinemos la falta de atención con la falta de insumos médicos, y se dan cosas como la siguiente. En el policlínico Luis Pasteur la paciente Norma tenía que realizarse un análisis de sangre. Ella hace la cola, y cuando le llega el turno, la laboratorista, llamada Blanca, les pregunta a todos los pacientes que se encuentran en el lugar si trajeron sus propias jeringuillas.
Norma le pregunta, sorprendida, cómo es eso de tener que traer su propia jeringuilla, y Blanca le responde que hace meses que no entran las jeringuillas al policlínico. Conclusión: Norma tuvo que regresar a su casa e indagar con algún vecino que tuviera una jeringuilla.
En educación, otro de los ítems de que se jactaba el régimen, las falencias son similares. Las escuelas carecen de material de estudios como libretas, lápices o libros de texto. Los padres de los alumnos son los que tienen que comprar los ventiladores para que los niños no pasen un calor horrible, así como los utensilios de limpieza y la pintura cuando hace falta pintar el aula.
Y en cuanto a los alimentos, la canasta básica es pésima. Lo que te venden los comunistas son dos libras de azúcar refinada y una libra de azúcar cruda, cuando el rubro elemental de la economía cubana de basaba en la industria azucarera. Luego tienes una libra de pollo por persona y por mes, una libra de aceite por trimestre, un paquete de cuatro onzas de café y un paquete de sal trimestrales.
Ficciones
Y no es que antes las cosas fueran mucho mejores. Nunca en Cuba la medicina ha sido cómo dicen los comunistas, que presentan al país como potencia médica. Los médicos se quejaban ante los pacientes que percibían un bajo ingreso monetario con respecto al costo de vida.
Acentuaban que no les pagaban las guardias médicas -que eran muy frecuentes-, ni la nocturnidad. Tampoco tenían derecho al descanso de la post-guardia porque debían incorporarse al trabajo diurno. Del lado de los pacientes, para obtener una consulta con un especialista resultaba más fácil viajar a la Luna: demoraban de 3 a 6 meses.
Esta escasez de todo tipo afecta a la mayoría de la población y contrasta con algunos sectores, extranjeros y locales, que tienen mejor acceso a bienes y servicios.
Con las misiones médicas al exterior se acentuaron la falta de asistencia médica por la ausencia de los especialistas y la carencia de medicamentos vitales para enfermedades crónicas. Se donaba lo que después carecía el pueblo, y como resultado, la ayuda solidaria a otros países se convertía en una contrariedad en la vida diaria de los cubanos, sobre todo de la gente mayor.
Por otro lado, los extranjeros con suficientes recursos siguen gozando de los servicios médicos VIP. El extranjero solicita al centro hospitalario el servicio que desea y la estancia, y el cubano de a pie ni tiene derecho dentro de su país a recibir un servicio médico con calidad.
Los cubanos que tienen dólares por las remesas y otros ingresos del exterior disponen, también ellos, de mejores bienes y servicios que el resto de la población. Estos son los que compran en las tiendas de MLC alimentos, lácteos o productos de aseo, y pueden comprar medicamentos en las farmacias de los hoteles y acceder a atención médica.