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Corea del Norte bajo la lupa
Es tiempo de poner los derechos humanos en Corea del Norte en primer plano
Históricamente, las preocupaciones relacionadas con la paz y el desarme nuclear han tenido prioridad en la relación con Corea del Norte. Sin embargo, al ser el país más cerrado y opresivo del mundo, la situación de la población civil y la vulneración de los derechos humanos es un asunto urgente que, según el Comité para los Derechos Humanos en Corea del Norte (HRNK), presenta tres frentes especialmente delicados: el sistema de prisiones políticas y campos de trabajo forzado; el hambre y la negación del acceso equitativo a alimentos y otras necesidades básicas, y la situación dramática de los refugiados que huyen a China, especialmente las mujeres, que son víctimas frecuentes de trata.Por The Committee for Human Rights in North Korea
(HRNK) La negación de los derechos humanos en Corea del Norte es una injusticia que ya no se puede ignorar. Durante décadas, el pueblo de Corea del Norte ha vivido bajo un sistema totalitario tan cerrado y controlado que el mundo exterior prácticamente no supo nada sobre su situación. Las organizaciones de derechos humanos y los medios de comunicación internacionales carecían de acceso al país. El amargo conflicto entre las dos Coreas, separadas entre sí por un muro impenetrable de ideología y defensas, reforzó el aislamiento del Norte y el silencio de la comunidad internacional, que se preocupaba exclusivamente por los delicados temas de seguridad que dominaban la política en la península coreana.
Desde 1995, más de un millón de norcoreanos han muerto de hambre y por enfermedades relacionadas, mientras que cientos de miles más han huido a través de la frontera hacia China. Junto con esta catástrofe humana se han producido las primeras grietas en el muro de silencio que ha separado a Corea del Norte del mundo. Los trabajadores humanitarios, aunque restringidos en sus movimientos, se han convertido en testigos de prácticas represivas en el Norte, mientras que el testimonio de los refugiados ha pintado una imagen constante de los terribles abusos. Además, el gobierno de Pyongyang, que busca desesperadamente ayuda económica y alimentaria, ha normalizado las relaciones diplomáticas con muchos países democráticos, incluidos Canadá, Australia y la mayoría de los miembros de la Unión Europea. A medida que las grietas en el muro se agrandan, el régimen de Corea del Norte ya no puede ocultar su sistema de represión, sino que debe someterse cada vez más al escrutinio de las organizaciones de derechos humanos y de los gobiernos democráticos.
Ha llegado el momento, por lo tanto, de hablar en contra de esta represión e insistir en que los derechos humanos, tal como los define Naciones Unidas, se aplican tanto al pueblo de Corea del Norte como al pueblo de cualquier otro país. Significativamente, Corea del Norte ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por lo tanto, debe a sus propios ciudadanos y a la comunidad mundial el compromiso de cumplir con las disposiciones de estos documentos y debe rendir cuentas por las políticas y acciones que violen estas normas. Corea del Norte ha violado sistemáticamente los acuerdos internacionales, pero ya no se le debe permitir que incumpla sus obligaciones fundamentales con sus ciudadanos.
La información disponible sobre los derechos humanos en Corea del Norte, aunque incompleta, es más que adecuada para plantearse preocupaciones serias. Corea del Norte es un Estado totalitario, posiblemente el sistema más cerrado y opresivo del mundo. La negación de los derechos humanos fundamentales en Corea del Norte no se limita a individuos o grupos particulares, sino que afecta a toda la población. El gobierno detiene y encarcela a las personas a voluntad, sacándolas de sus casas y enviándolas directamente a prisión. La revisión judicial no existe y el sistema de justicia penal opera a instancias del gobierno. La población está sujeta a un aluvión de propaganda por parte de los medios controlados por el gobierno, cuyo único propósito es glorificar al liderazgo. Las radios disponibles para la mayoría de los norcoreanos reciben solo transmisiones gubernamentales; los altavoces en los lugares de reunión transmiten programas oficiales. El adoctrinamiento cuenta con el apoyo de asociaciones de vecinos y escuelas de todos los niveles. Las opiniones de todos los norcoreanos son monitoreadas por las organizaciones de seguridad del gobierno y la vigilancia electrónica se utiliza en muchos hogares privados. Se alienta a los niños a informar sobre sus padres. No se permiten reuniones públicas independientes y todas las organizaciones son creadas y controladas por el gobierno. La Federación General de Sindicatos se utiliza para controlar las opiniones de los trabajadores y hacer cumplir los requisitos y normas laborales. No hay libertad religiosa y todo arte debe promover el mito de los Kim.
Queremos llamar especialmente la atención sobre tres grandes áreas donde los derechos fundamentales están siendo sistemáticamente vulnerados:
- El sistema de prisiones políticas y campos de trabajo: Corea del Norte mantiene un sistema de prisiones políticas y campos de trabajo que alberga a unas 200.000 personas. A menudo se detiene a familias enteras, incluidos los niños, debido a la supuesta desviación política de uno de sus miembros. Los presos son sometidos a trabajos forzados en condiciones brutales y la tortura es común. Muchos presos han muerto de hambre y enfermedades, y muchos otros han sido ejecutados, a menudo en público frente a grandes multitudes que incluyen niños pequeños. Se estima que unos 400.000 prisioneros han muerto en estos campos durante las últimas tres décadas.
- El hambre y la negación del acceso equitativo a alimentos y otras necesidades básicas: el terrible costo que la hambruna en Corea del Norte ha cobrado en vidas humanas no ha afectado a todos los segmentos de la sociedad por igual. El gobierno de Corea del Norte clasifica a la población según su lealtad, y el sufrimiento ha sido más agudo entre los clasificados como “hostiles” o “vacilantes” (categorías que comprenden casi las tres cuartas partes de la población). A las personas en estas categorías desfavorecidas, incluidos los niños, se les niega el acceso equitativo no solo a los alimentos, sino también a la vivienda, la atención médica, el empleo y la educación. Esto explica la queja de las organizaciones de ayuda humanitaria de que los alimentos se distribuyen sobre la base de la lealtad al Estado, no según las necesidades. Algunas organizaciones se han retirado de Corea del Norte en protesta por la interferencia del gobierno en la distribución de alimentos (y el posible desvío de la ayuda alimentaria al ejército de Corea del Norte) y la negación a sus médicos del acceso a los niños y otras personas que necesitan atención médica.
- La difícil situación de los refugiados que huyen a China: Con el inicio de la hambruna a principios de la década de 1990, decenas de miles de norcoreanos (muchos de ellos mujeres, ancianos y niños desnutridos) han huido de su país, la mayoría cruzando la frontera hacia las provincias nororientales chinas de Jilin y Liaoning. Salir del país sin permiso se considera un delito en Corea del Norte, punible con un mínimo de siete años en un campo de reeducación, el eufemismo de un campo de prisioneros, o incluso con la muerte. China, aunque es parte de la Convención de Refugiados de 1951, se niega a otorgar el estatus de refugiado a estos fugitivos. Por el contrario, ha impuesto multas equivalentes a los ingresos de un año a las personas que albergan o ayudan a los norcoreanos, y se ha unido a funcionarios del Ministerio de Seguridad Popular de Corea del Norte para detener a los fugitivos y devolverlos a Corea del Norte. Según un informe de Amnistía Internacional, puede haber unos 300.000 refugiados que permanecen en China (y un número menor ha huido a Rusia y Mongolia), todos ellos viviendo con miedo, con muchas mujeres obligadas a prostituirse para poder sobrevivir.
Aunque la información disponible sobre las condiciones dentro de Corea del Norte aún es incompleta, sabemos lo suficiente como para concluir que allí se están violando los derechos humanos en un grado tal vez sin igual en ningún otro país del mundo. Un primer paso crítico para responder a esta tragedia es romper el bloqueo de información para que la verdadera imagen de las condiciones en Corea del Norte pueda revelarse al mundo. Con ese fin, las organizaciones de derechos humanos y de ayuda humanitaria deben tener el acceso al país que necesitan para evaluar el alcance total de la crisis. También se deben tomar otras medidas, que incluyen:
- Presionar a Corea del Norte para que permita que las organizaciones humanitarias independientes brinden ayuda contra la hambruna a las personas más necesitadas y verifique que esta ayuda llegue a aquellos a quienes se pretende ayudar.
- Exigir que la asistencia económica a Corea del Norte esté condicionada a mejoras significativas para abordar los tres problemas críticos de los derechos humanos, la protección de los refugiados y el alivio del hambre.
- Presionar a Pyongyang para que deje de criminalizar el acto de salir del país sin permiso y de castigar severamente a quienes son repatriados por la fuerza; y también insistir en que China reconozca a los fugitivos como refugiados políticos que no deben ser devueltos por la fuerza.
- Encontrar nuevas formas de proporcionar información al pueblo de Corea del Norte, poniendo así fin a su aislamiento forzoso.
- Desarrollar múltiples canales de intercambio y contacto con el pueblo norcoreano.
- Alentar a las empresas que invierten en Corea del Norte a desarrollar un código de conducta similar a los principios de Sullivan que se aplicaron en Sudáfrica para proteger a los trabajadores y otros ciudadanos.
Hasta ahora, las preocupaciones relacionadas con la paz y el desarme nuclear han primado sobre la defensa de los derechos humanos en el trato con Corea del Norte. Estas preocupaciones siguen siendo centrales. Pero no pueden abordarse satisfactoriamente mientras Corea del Norte siga siendo un país totalitario, aislado del mundo y en guerra con su propio pueblo. Ahora existe una oportunidad para promover los derechos humanos en Corea del Norte y alentar su apertura gradual a sus vecinos y al mundo. Con este fin nos hemos unido y comprometido nuestro esfuerzo común.
Traducción: Agustín Menéndez
Edición: Florencia Grieco
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente la opinión de CADAL.
The Committee for Human Rights in North KoreaEn octubre de 2001, un grupo de especialistas en política exterior y derechos humanos lanzó el Comité para los Derechos Humanos en Corea del Norte (HRNK) para promover los derechos humanos en este país.
(HRNK) La negación de los derechos humanos en Corea del Norte es una injusticia que ya no se puede ignorar. Durante décadas, el pueblo de Corea del Norte ha vivido bajo un sistema totalitario tan cerrado y controlado que el mundo exterior prácticamente no supo nada sobre su situación. Las organizaciones de derechos humanos y los medios de comunicación internacionales carecían de acceso al país. El amargo conflicto entre las dos Coreas, separadas entre sí por un muro impenetrable de ideología y defensas, reforzó el aislamiento del Norte y el silencio de la comunidad internacional, que se preocupaba exclusivamente por los delicados temas de seguridad que dominaban la política en la península coreana.
Desde 1995, más de un millón de norcoreanos han muerto de hambre y por enfermedades relacionadas, mientras que cientos de miles más han huido a través de la frontera hacia China. Junto con esta catástrofe humana se han producido las primeras grietas en el muro de silencio que ha separado a Corea del Norte del mundo. Los trabajadores humanitarios, aunque restringidos en sus movimientos, se han convertido en testigos de prácticas represivas en el Norte, mientras que el testimonio de los refugiados ha pintado una imagen constante de los terribles abusos. Además, el gobierno de Pyongyang, que busca desesperadamente ayuda económica y alimentaria, ha normalizado las relaciones diplomáticas con muchos países democráticos, incluidos Canadá, Australia y la mayoría de los miembros de la Unión Europea. A medida que las grietas en el muro se agrandan, el régimen de Corea del Norte ya no puede ocultar su sistema de represión, sino que debe someterse cada vez más al escrutinio de las organizaciones de derechos humanos y de los gobiernos democráticos.
Ha llegado el momento, por lo tanto, de hablar en contra de esta represión e insistir en que los derechos humanos, tal como los define Naciones Unidas, se aplican tanto al pueblo de Corea del Norte como al pueblo de cualquier otro país. Significativamente, Corea del Norte ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por lo tanto, debe a sus propios ciudadanos y a la comunidad mundial el compromiso de cumplir con las disposiciones de estos documentos y debe rendir cuentas por las políticas y acciones que violen estas normas. Corea del Norte ha violado sistemáticamente los acuerdos internacionales, pero ya no se le debe permitir que incumpla sus obligaciones fundamentales con sus ciudadanos.
La información disponible sobre los derechos humanos en Corea del Norte, aunque incompleta, es más que adecuada para plantearse preocupaciones serias. Corea del Norte es un Estado totalitario, posiblemente el sistema más cerrado y opresivo del mundo. La negación de los derechos humanos fundamentales en Corea del Norte no se limita a individuos o grupos particulares, sino que afecta a toda la población. El gobierno detiene y encarcela a las personas a voluntad, sacándolas de sus casas y enviándolas directamente a prisión. La revisión judicial no existe y el sistema de justicia penal opera a instancias del gobierno. La población está sujeta a un aluvión de propaganda por parte de los medios controlados por el gobierno, cuyo único propósito es glorificar al liderazgo. Las radios disponibles para la mayoría de los norcoreanos reciben solo transmisiones gubernamentales; los altavoces en los lugares de reunión transmiten programas oficiales. El adoctrinamiento cuenta con el apoyo de asociaciones de vecinos y escuelas de todos los niveles. Las opiniones de todos los norcoreanos son monitoreadas por las organizaciones de seguridad del gobierno y la vigilancia electrónica se utiliza en muchos hogares privados. Se alienta a los niños a informar sobre sus padres. No se permiten reuniones públicas independientes y todas las organizaciones son creadas y controladas por el gobierno. La Federación General de Sindicatos se utiliza para controlar las opiniones de los trabajadores y hacer cumplir los requisitos y normas laborales. No hay libertad religiosa y todo arte debe promover el mito de los Kim.
Queremos llamar especialmente la atención sobre tres grandes áreas donde los derechos fundamentales están siendo sistemáticamente vulnerados:
- El sistema de prisiones políticas y campos de trabajo: Corea del Norte mantiene un sistema de prisiones políticas y campos de trabajo que alberga a unas 200.000 personas. A menudo se detiene a familias enteras, incluidos los niños, debido a la supuesta desviación política de uno de sus miembros. Los presos son sometidos a trabajos forzados en condiciones brutales y la tortura es común. Muchos presos han muerto de hambre y enfermedades, y muchos otros han sido ejecutados, a menudo en público frente a grandes multitudes que incluyen niños pequeños. Se estima que unos 400.000 prisioneros han muerto en estos campos durante las últimas tres décadas.
- El hambre y la negación del acceso equitativo a alimentos y otras necesidades básicas: el terrible costo que la hambruna en Corea del Norte ha cobrado en vidas humanas no ha afectado a todos los segmentos de la sociedad por igual. El gobierno de Corea del Norte clasifica a la población según su lealtad, y el sufrimiento ha sido más agudo entre los clasificados como “hostiles” o “vacilantes” (categorías que comprenden casi las tres cuartas partes de la población). A las personas en estas categorías desfavorecidas, incluidos los niños, se les niega el acceso equitativo no solo a los alimentos, sino también a la vivienda, la atención médica, el empleo y la educación. Esto explica la queja de las organizaciones de ayuda humanitaria de que los alimentos se distribuyen sobre la base de la lealtad al Estado, no según las necesidades. Algunas organizaciones se han retirado de Corea del Norte en protesta por la interferencia del gobierno en la distribución de alimentos (y el posible desvío de la ayuda alimentaria al ejército de Corea del Norte) y la negación a sus médicos del acceso a los niños y otras personas que necesitan atención médica.
- La difícil situación de los refugiados que huyen a China: Con el inicio de la hambruna a principios de la década de 1990, decenas de miles de norcoreanos (muchos de ellos mujeres, ancianos y niños desnutridos) han huido de su país, la mayoría cruzando la frontera hacia las provincias nororientales chinas de Jilin y Liaoning. Salir del país sin permiso se considera un delito en Corea del Norte, punible con un mínimo de siete años en un campo de reeducación, el eufemismo de un campo de prisioneros, o incluso con la muerte. China, aunque es parte de la Convención de Refugiados de 1951, se niega a otorgar el estatus de refugiado a estos fugitivos. Por el contrario, ha impuesto multas equivalentes a los ingresos de un año a las personas que albergan o ayudan a los norcoreanos, y se ha unido a funcionarios del Ministerio de Seguridad Popular de Corea del Norte para detener a los fugitivos y devolverlos a Corea del Norte. Según un informe de Amnistía Internacional, puede haber unos 300.000 refugiados que permanecen en China (y un número menor ha huido a Rusia y Mongolia), todos ellos viviendo con miedo, con muchas mujeres obligadas a prostituirse para poder sobrevivir.
Aunque la información disponible sobre las condiciones dentro de Corea del Norte aún es incompleta, sabemos lo suficiente como para concluir que allí se están violando los derechos humanos en un grado tal vez sin igual en ningún otro país del mundo. Un primer paso crítico para responder a esta tragedia es romper el bloqueo de información para que la verdadera imagen de las condiciones en Corea del Norte pueda revelarse al mundo. Con ese fin, las organizaciones de derechos humanos y de ayuda humanitaria deben tener el acceso al país que necesitan para evaluar el alcance total de la crisis. También se deben tomar otras medidas, que incluyen:
- Presionar a Corea del Norte para que permita que las organizaciones humanitarias independientes brinden ayuda contra la hambruna a las personas más necesitadas y verifique que esta ayuda llegue a aquellos a quienes se pretende ayudar.
- Exigir que la asistencia económica a Corea del Norte esté condicionada a mejoras significativas para abordar los tres problemas críticos de los derechos humanos, la protección de los refugiados y el alivio del hambre.
- Presionar a Pyongyang para que deje de criminalizar el acto de salir del país sin permiso y de castigar severamente a quienes son repatriados por la fuerza; y también insistir en que China reconozca a los fugitivos como refugiados políticos que no deben ser devueltos por la fuerza.
- Encontrar nuevas formas de proporcionar información al pueblo de Corea del Norte, poniendo así fin a su aislamiento forzoso.
- Desarrollar múltiples canales de intercambio y contacto con el pueblo norcoreano.
- Alentar a las empresas que invierten en Corea del Norte a desarrollar un código de conducta similar a los principios de Sullivan que se aplicaron en Sudáfrica para proteger a los trabajadores y otros ciudadanos.
Hasta ahora, las preocupaciones relacionadas con la paz y el desarme nuclear han primado sobre la defensa de los derechos humanos en el trato con Corea del Norte. Estas preocupaciones siguen siendo centrales. Pero no pueden abordarse satisfactoriamente mientras Corea del Norte siga siendo un país totalitario, aislado del mundo y en guerra con su propio pueblo. Ahora existe una oportunidad para promover los derechos humanos en Corea del Norte y alentar su apertura gradual a sus vecinos y al mundo. Con este fin nos hemos unido y comprometido nuestro esfuerzo común.
Traducción: Agustín Menéndez
Edición: Florencia Grieco
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente la opinión de CADAL.