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Promoción de la Apertura Política en Cuba
Operación decapitación en La Habana y Hanoi
La prensa independiente, y los disidentes informan que existe una gran movilización de las fuerzas de seguridad en las calles y que la policía secreta, que va siempre de civil, está usando un chaleco negro identificatorio.
Por Fernando J. Ruiz
Más de sesenta detenciones en Cuba en “la semana de los chalecos negros”
Las primeras bombas de la guerra cayeron en Cuba y las tiró Fidel. Desde el martes al mediodía, la dictadura cubana comenzó un masivo encarcelamiento de militantes y periodistas de la emergente sociedad civil cubana. El jueves 20 a última hora seguían realizando detenciones.
Las crónicas que todavía siguen saliendo de la isla a través de los hombres y mujeres de la prensa independiente, y los disidentes a los que todavía no los detuvieron o cortaron el teléfono, informan que existe una gran movilización de las fuerzas de seguridad en las calles y que la policía secreta, que va siempre de civil, está usando un chaleco negro identificatorio.
Lo mismo ocurrió en Vietnam desde el lunes 17 de marzo, lo que demuestra que la organización de dictaduras unidas tiene reflejos similarmente perversos. En esa dictadura asiática fue detenido el famoso disidente Nguyen Dan Que, físico de sesenta y un años, editor de una publicación clandestina llamada El Futuro (Tuong Lai), quién pasó dieciocho años de su vida en la cárcel, y estaba libre desde 1998. Fidel visitó Vietnam durante el mes de febrero por lo que pueden haber compartido inquietudes con sus colegas asiáticos.
Hasta ahora, el número de disidentes detenidos en Cuba en los últimos tres días asciende a más de sesenta en todas las regiones de la isla. Entre ellos hay alrededor de doce políticos, tres sindicalistas, veintitrés periodistas, cuatro bibliotecarios independientes, el presidente de la asociación de pedagogos, y más de una veintena de activistas de derechos humanos. Desde el jueves 20 al mediodía también está presa Marta Beatriz Roque Cabello, presidenta de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba. Ella estaba haciendo, junto a cinco disidentes mas, una huelga de hambre líquida desde el 11 de marzo para pedir por la liberación de Oscar Biscet, y hoy a la madrugada la policía desbarató la huelga de hambre y se la llevó detenida.
Entre los detenidos hay varios a los que conocí en mi visita a Cuba en febrero. Entre ellos está Ricardo González, representante de Reporteros sin Fronteras y presidente de la Sociedad Profesional Márquez Sterling, una organización que se dedica a capacitar a los periodistas libres.
La última imagen que guardo de Ricardo es cuando, después de una entrevista, nos quedamos hablando en el living de su casa unos minutos mientras él tenía a su hijo de unos doce o trece años abrazado. Pensé entonces que ese abrazo no era casual, dado que eran tan altas las probabilidades de encierro para él, que todo abrazo a su hijo podía ser el último, pues precisamente eso es la cárcel para un padre.
Otro hijo que tiene desde el martes el padre en la cárcel es el de Osvaldo Alfonso, presidente del Partido Liberal de Cuba. Osvaldo fue dirigente del Partido Comunista hasta que la perestroika lo fue convirtiendo hacia el liberalismo político y económico. Su esposa, Claudia Márquez, de veinticinco años, es una de las periodistas más aguerridas y destacadas del país, corresponsal de un diario de Texas, soportó en su pequeño departamento una invasión de doce policías secretos desde las cuatro de la tarde hasta las once de la noche: Finalmente se llevaron libros, papeles, medicamentos y a su marido.
Los periodistas Raúl Rivero, Fara Armenteros, Manuel Orrio, Tania Castro y su hijo Iván, Omar Ruiz, el líder democristiano Oswaldo Payá, están esperando que los vengan a buscar. O quizás, cuando usted lea esto, ya los buscaron.
La “nota oficial” publicada en el diario “mentirita”, como le dicen los cubanos al oficial Granma, es propio de una dictadura, perverso. El dictador intenta presentar la masiva detención de disidentes como parte de un conflicto con los Estados Unidos, a pesar de que el conflicto principal es el que tiene Cuba en su interior, donde le nació a la dictadura durante la última década una oposición democrática.
Sostiene el dictador que fueron detenidos quienes se reunieron con el principal diplomático de Estados Unidos en la isla, James Cason, o quienes asistieron a eventos en su residencia. Y es perverso pues hay por lo menos una decena de sedes diplomáticas que también tienen contactos activos con los disidentes y periodistas independientes, entre las que está la checa, la francesa, la española, la inglesa, la alemana o la mexicana.
La acusación es de “conspiración”, y es obvio que los opositores y disidentes están conspirando. No ven la hora de que se derrumbe una dictadura que lleva cuarenta y cuatro años, y usan todos los métodos pacíficos y democráticos a su alcance para que eso ocurra rápido. “Nuestra forma de conspirar es hacer todo públicamente”, me dijo un destacado periodista libre cubano.
El régimen pretende quizás revertir de un golpe todo el avance que realizó la sociedad civil cubana en los últimos años, pero ahora ya es probablemente tarde. Los veinte mil cubanos que han decidido plantarse frente al régimen, y asumir la disidencia pública, representan ya una fuerza irrevocable, mucho más irrevocable que la dictadura. Aunque los metan a todos en la cárcel.
Fernando Ruiz es Profesor de la Universidad Austral e Investigador del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina www.cadal.org
Fernando J. RuizConsejero AcadémicoEstudió Ciencias Políticas y realizó un doctorado en Comunicación. Como periodista e investigador recorrió y dio cursos y conferencias en la casi totalidad de los países de América Latina. Fue socio fundador y presidente del Foro de Periodismo Argentino 2019-2021. Fue jurado del premio Colpin (Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación). Fue consultor de Voces del Sur, la organización que agrupa a las principales entidades de periodistas de la región. Es profesor e investigador de tiempo completo de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. Es miembro de la Academia Nacional de Periodismo. Es autor de los siguientes libros: Las palabras son acciones. Historia política y profesional del diario La Opinión de Jacobo Timerman, 1971-1977 (Perfil, 2001); Otra grieta en la pared: informe y testimonios de la nueva prensa cubana (La Crujía, 2003); El señor de los mercados: historia de Ámbito Financiero, 1976-2001 (El Ateneo, 2005); Guerras Mediáticas. Las grandes batallas periodísticas desde la Revolución de Mayo hasta la actualidad (Sudamericana, 2014); Cazadores de noticias. Doscientos años en la vida cotidiana de los periodistas (Ariel, 2018); e Imágenes paganas: periodismo, democracia y pandemia en Argentina y América Latina (Cadal/Adenauer, 2021).
Más de sesenta detenciones en Cuba en “la semana de los chalecos negros”
Las primeras bombas de la guerra cayeron en Cuba y las tiró Fidel. Desde el martes al mediodía, la dictadura cubana comenzó un masivo encarcelamiento de militantes y periodistas de la emergente sociedad civil cubana. El jueves 20 a última hora seguían realizando detenciones.
Las crónicas que todavía siguen saliendo de la isla a través de los hombres y mujeres de la prensa independiente, y los disidentes a los que todavía no los detuvieron o cortaron el teléfono, informan que existe una gran movilización de las fuerzas de seguridad en las calles y que la policía secreta, que va siempre de civil, está usando un chaleco negro identificatorio.
Lo mismo ocurrió en Vietnam desde el lunes 17 de marzo, lo que demuestra que la organización de dictaduras unidas tiene reflejos similarmente perversos. En esa dictadura asiática fue detenido el famoso disidente Nguyen Dan Que, físico de sesenta y un años, editor de una publicación clandestina llamada El Futuro (Tuong Lai), quién pasó dieciocho años de su vida en la cárcel, y estaba libre desde 1998. Fidel visitó Vietnam durante el mes de febrero por lo que pueden haber compartido inquietudes con sus colegas asiáticos.
Hasta ahora, el número de disidentes detenidos en Cuba en los últimos tres días asciende a más de sesenta en todas las regiones de la isla. Entre ellos hay alrededor de doce políticos, tres sindicalistas, veintitrés periodistas, cuatro bibliotecarios independientes, el presidente de la asociación de pedagogos, y más de una veintena de activistas de derechos humanos. Desde el jueves 20 al mediodía también está presa Marta Beatriz Roque Cabello, presidenta de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba. Ella estaba haciendo, junto a cinco disidentes mas, una huelga de hambre líquida desde el 11 de marzo para pedir por la liberación de Oscar Biscet, y hoy a la madrugada la policía desbarató la huelga de hambre y se la llevó detenida.
Entre los detenidos hay varios a los que conocí en mi visita a Cuba en febrero. Entre ellos está Ricardo González, representante de Reporteros sin Fronteras y presidente de la Sociedad Profesional Márquez Sterling, una organización que se dedica a capacitar a los periodistas libres.
La última imagen que guardo de Ricardo es cuando, después de una entrevista, nos quedamos hablando en el living de su casa unos minutos mientras él tenía a su hijo de unos doce o trece años abrazado. Pensé entonces que ese abrazo no era casual, dado que eran tan altas las probabilidades de encierro para él, que todo abrazo a su hijo podía ser el último, pues precisamente eso es la cárcel para un padre.
Otro hijo que tiene desde el martes el padre en la cárcel es el de Osvaldo Alfonso, presidente del Partido Liberal de Cuba. Osvaldo fue dirigente del Partido Comunista hasta que la perestroika lo fue convirtiendo hacia el liberalismo político y económico. Su esposa, Claudia Márquez, de veinticinco años, es una de las periodistas más aguerridas y destacadas del país, corresponsal de un diario de Texas, soportó en su pequeño departamento una invasión de doce policías secretos desde las cuatro de la tarde hasta las once de la noche: Finalmente se llevaron libros, papeles, medicamentos y a su marido.
Los periodistas Raúl Rivero, Fara Armenteros, Manuel Orrio, Tania Castro y su hijo Iván, Omar Ruiz, el líder democristiano Oswaldo Payá, están esperando que los vengan a buscar. O quizás, cuando usted lea esto, ya los buscaron.
La “nota oficial” publicada en el diario “mentirita”, como le dicen los cubanos al oficial Granma, es propio de una dictadura, perverso. El dictador intenta presentar la masiva detención de disidentes como parte de un conflicto con los Estados Unidos, a pesar de que el conflicto principal es el que tiene Cuba en su interior, donde le nació a la dictadura durante la última década una oposición democrática.
Sostiene el dictador que fueron detenidos quienes se reunieron con el principal diplomático de Estados Unidos en la isla, James Cason, o quienes asistieron a eventos en su residencia. Y es perverso pues hay por lo menos una decena de sedes diplomáticas que también tienen contactos activos con los disidentes y periodistas independientes, entre las que está la checa, la francesa, la española, la inglesa, la alemana o la mexicana.
La acusación es de “conspiración”, y es obvio que los opositores y disidentes están conspirando. No ven la hora de que se derrumbe una dictadura que lleva cuarenta y cuatro años, y usan todos los métodos pacíficos y democráticos a su alcance para que eso ocurra rápido. “Nuestra forma de conspirar es hacer todo públicamente”, me dijo un destacado periodista libre cubano.
El régimen pretende quizás revertir de un golpe todo el avance que realizó la sociedad civil cubana en los últimos años, pero ahora ya es probablemente tarde. Los veinte mil cubanos que han decidido plantarse frente al régimen, y asumir la disidencia pública, representan ya una fuerza irrevocable, mucho más irrevocable que la dictadura. Aunque los metan a todos en la cárcel.
Fernando Ruiz es Profesor de la Universidad Austral e Investigador del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina www.cadal.org