Derechos Humanos y
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Monitoreo de la gobernabilidad democrática

30-08-2005

¿Qué está pasando con el escenario electoral argentino?

Por Carlos Fara

Se podría utilizar una estrofa de tango para describir el escenario: "raro, como encendido". Porque realmente están sucediendo situaciones extrañas, al mismo tiempo que la pirotecnia verbal sigue a la orden del día.
¿Qué tiene de raro?
- Cristina baja en provincia, pero Bielsa sube en Capital;
- Carrió abandona el discurso pesimista y denunciador por otro optimista y propositivo;
- López Murphy y Macri están teniendo campañas diferenciadas;
- Chiche Duhalde no responde a los agravios.
¿Qué esta sucediendo?
Según nuestra última medición de agosto en la zona metropolitana:
-  la imagen positiva de la gestión presidencial volvió a bajar, al igual que la aprobación en los principales ítems de gobierno;
- el 59 % cree que Kirchner pierde demasiado tiempo peleándose;
- se empezó a instalar un nivel de decepción que ya llega al 26 %;
- el 79 % piensa que el conflicto con Duhalde es solo una pelea de poder;
- la imagen personal del presidente baja, pero sobre todo la de Cristina Kirchner que pierde 11 puntos;
- se acentúa la demanda de cambios;
- crece la orientación a votar a la oposición para que controle al presidente (pasó de 24 a 36 % entre mayo y agosto).
Esto significa que el presidente está saturando a la opinión pública con su política de confrontación, aunque le reconoce su liderazgo, incidiendo negativamente en la percepción de la gestión en temas centrales como desocupación, inflación y seguridad. Paralelamente, ha perdido los argumentos morales en la pelea con Duhalde, quedando al desnudo las ansias por el poder bonaerense. Este marco genera apatía electoral y lo desdramatiza, al no percibirse que en la elección del 23 de octubre esté en juego algo fundamental.
Frente a estos datos, ¿por qué el gobierno insiste en echar leña al fuego en la pelea con Duhalde?
En primer lugar, porque esto desnuda cuál es la pelea que realmente le importa al presidente, independientemente de lo que indique la opinión pública y de lo aconsejable desde el punto de vista de la estrategia electoral.
En segundo término, porque el presidente privilegia estar en el centro de la escena, sin importarle mucho cómo.
En tercer lugar, porque Kirchner no es muy afecto a las sutilezas, sino que confía más en imponerse por la fuerza de la insistencia. Esto hace que el discurso y la estrategia sean muy predecibles, y le falten variantes de juego, dicho en términos futbolísticos.
Una estrategia electoral debe prevenirse de la saturación en una era mediática. Debe producir respiros, altibajos en la intensidad, porque la sobre exposición de un candidato puede quitarle el tono fresco y renovado que quizá posea al principio de la campaña. En ese sentido, es difícil imaginar que la primera ciudadana lleve a cabo una campaña muy diferente de lo visto hasta el momento.

¿Por qué ahora se instala la idea del complot?

Porque la opinión pública está desenganchada del escenario electoral, apática, desinformada y no está sintiendo ninguna motivación particular para ir a votar el 23 de octubre (es probable que asistamos a una abstención histórica para una elección legislativa). El gobierno siente que no puede capitalizar todo el apoyo que recibe en las encuestas: dos tercios de los que aprueban la gestión nacional en la Capital, y la mitad en GBA, optan por candidatos opositores.
Por eso recurre a un clásico de la historia de las campañas electorales: ponerse en víctima, demonizando al adversario elegido, y así polarizar la opción entre el bien y el mal. La idea es que solo volviendo dramático el escenario la sociedad se vuelque a favor del héroe de la película. La cuestión es que la lógica del héroe y el villano funciona ... cuando hay un villano para matar. Acá los "villanos" ya están en retirada, por lo tanto a la épica le falta un actor que vuelva creíble y atrapante el relato. Más aún cuando el "villano" formal -Chiche Duhalde- no está reaccionando a los ataques, conforme a una estrategia atinada.

Votar para adelante

Más allá de si a la campaña le sobran agravios y le faltan propuestas, Jacques Ségelá -ex asesor de Mitterrand- recordaba en su paso por Buenos Aires, que la gente no vota solo haciendo un balance, sino que vota un futuro.
Uno de los problemas que posee la campaña del oficialismo -y que según trascendió esta semana en los medios fue registrado en un estudio cualitativo que realizó el propio gobierno- es la ausencia de un discurso hacia el futuro. O sea: el balance cierra bien -renovación de la Corte, mano firme con los acreedores, más Estado, reactivación económica, derechos humanos- pero ¿y después qué? Responder esta pregunta es fundamental porque si no al relato le falta el aliciente imprescindible para seguir teniendo esperanzas.
Carrió se percató de esta cuestión y por eso clausuró la etapa de las denuncias, las críticas y el Apocalipsis. Si pretende ser presidenta, alguna luz en el fondo del túnel tiene que construir. El interrogante es si no realiza el giro demasiado tarde, y totalmente ligado a la necesidad electoral."

Carlos Fara es analista político.

 

Carlos Fara
Carlos Fara
Secretario
Presidente de Fara Veggetti desde 1991. Lleva 37 años dedicados a la consultoría política. Se especializa en Opinión Pública, Campañas Electorales y Comunicación de Gobierno. Ha recibido varios premios: entre ellos, el Premio Aristóteles a la Excelencia 2010 en el Dream Team del año, que se compone por los diez mejores consultores a nivel mundial en materia de campañas políticas. Ha participado en más de 200 campañas electorales en Argentina y Latinoamérica. Es ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos (ALaCoP), y fue el primer presidente de la Asociación Argentina de Consultores Políticos (AsACoP). Es presidente de la International Association of Political Consultants (IAPC) 2024-2025. Autor del primer libro en español dedicado íntegramente a la profesión, “¿Cómo ser un consultor político?”, que recibió el Premio de ALaCoP al Mejor Libro 2018.
 
 
 

 
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