Diálogo Latino Cubano
Promoción de la Apertura Política en Cuba
Grabando con Porno Para Ricardo, una experiencia punk
Aprovechando su estadía en Argentina, los PPR se dedicaron además a grabar un disco que reúne sus clásicos, verdaderos hits que en verdad nunca lo fueron, por el mero hecho de estar prohibidos en su tierra.Por Marcos Gava
Entre el 13 y el 28 de febrero, la banda punk cubana Porno Para Ricardo estuvo en Buenos Aires participando de una doble celebración: el 15 aniversario del Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina (CADAL) y sus propios 20 años de trayectoria en el camino de la música.
Aprovechando su estadía en Argentina, los PPR se dedicaron además a grabar un disco que reúne sus clásicos, verdaderos hits que en verdad nunca lo fueron, por el mero hecho de estar prohibidos en su tierra. Fueron 15 días de concentración y compromiso con la concreción de ese objetivo, pues el cronograma apelaba a la intensidad para poder finalizar el proceso de grabación y adelantar la edición y mezcla lo máximo posible en presencia de los miembros de la banda, antes de su vuelta a Cuba.
La grabación, sin lugar a dudas, sirvió además como práctica para el show que la banda ofreció el 26 de febrero en El Emergente, una reconocida sala de conciertos y centro cultural, de influencia en el under porteño. El ensamble logrado después de 2 semanas de labor continua, en jornadas de grabación de más de 12 horas, se vio definitivamente reflejada en la ejecución del show, transmitiendo un punk de ideas nítidas, muchos cambios de clima y de ritmos, y una caudalosa distorsión.
Es importante tener en cuenta que PPR no puede ensayar en Cuba: sus integrantes tienen prohibido reunirse en privado con este objeto. Es decir, más que una banda es un mito, o un rumor en la clandestinidad de la opinión divergente, otro ítem en el mercado negro de ideas.
Por eso hay que agregar una tercera razón de festejo: la mera reunión de la banda para ensayar, y luego, la oportunidad de grabar con calidad técnica esas canciones de protesta en tono de punk-rock tan inoportunas para el status quo imperante.
Previo a la grabación se realizaron varios ensayos, en los que se fueron recuperando las elasticidades y las agilidades, volviendo de esta forma a establecer conceptos claros sobe cada tema, sus arreglos y su sonido conceptual. Por más que se trate de una banda punk, la construcción de los temas de PPR es compleja, y en cada tema sus integrantes pasan por distintos humores y estados, de la calma a la acción, de lo plácido al caos, invitándonos a una montaña rusa emocional.
En términos de sonido, se buscó que este sea el trabajo de mayor calidad realizado por la banda; se establecieron ciertas referencias musicales sobre las cuales trabajar la mezcla, incluyendo agrupaciones argentinas como Divididos o Sumo, de las que los PPR son fans declarados. El proceso de grabación y mezcla se vivió con mucho enfoque, con una banda inspirada, haciendo aportes, demostrando conocimiento, felices de concretar el proyecto.
Las exigencias de PPR consigo misma respecto a la ejecución de los arreglos fueron muy altas, lo cual llevó a revisar varios aspectos de las melodías hasta lograr el resultado buscado.
Repletas de detalles, son canciones que ellos conocen muy bien, y que quisieron reflejar con todos sus elementos. Asimismo, el hecho de contar con mejores y más variadas herramientas técnicas les permitió explorar en nuevos recovecos de la producción. Por eso mismo, con esta grabación los temas alcanzaron una evolución, que en algunos casos terminaron siendo reversiones de aquellos viejos temas, con toques más funk que podrían acercarlos al sonido de The Killers, y en otros casos resultaron en una búsqueda más filosófica, incluyendo la grabación de arreglos de violín y acordeón para recrear la épica soviética, por ejemplo.
El cancionero de PPR puede resultar atractivo para todo aquel que disfrute del sonido pop de agrupaciones como The Clash, The Cure o The Police, aunque no carece del rasgo punk más típico de bandas pioneras como Sex Pistols o The Exploited, explícito en el desparpajo y en la intensidad de su espíritu combativo.
Influencias del grunge, como The Pixies, se fusionan con una base de hard-rock para dar sustento a una banda fuerte, energética, con una personalidad ansiosa y creativa. Esto se ve reflejado en sus canciones, que son propuestas conceptuales avasalladoras, un verdadero recorrido adrenalínico por el lado oscuro de Cuba: relatos de la desventura cubana bajo el régimen comunista, el sinsentido de la rutina pautada por burócratas y censores culturales, el cruel ejercicio de supervivencia y competencia constante, la falta de empatía social y el desinterés general ante un devenir prefijado, el hartazgo y el tedio ante la omnipresencia del Gran Hermano político.
De todo esto hablan las canciones de PPR, en tono irónico y burlón, pero también ofreciendo una crítica sagaz de la sociedad cubana, exponiendo el desmembramiento social que resultó de la obligación individual de hacerse la propia economía clandestina para poder subsistir y de vivir en un espacio donde la libre expresión está gravemente restringida.
Grabar y mezclar sin pausa durante dos semanas fue una experiencia intensiva, algo que ya no se hace demasiado en el rubro. Pero en este caso existía una fecha límite y todo estuvo puesto en cumplirla. Se trabajó en 16 canales en plataforma Protools con una placa Focusrite; las guitarras utilizadas fueron una Fender Stratocaster (Gorki Águila) y una Ibanez RG (Ciro Díaz); amplificadores Fender Twin Reverb 1975 y un Roland Jazz Chorus respectivamente, ubicados dentro de “isocubs” para aislar su emisión, la que llegaba a la banda a través de auriculares. De esta manera se grabaron las bases de los 12 temas. La batería empleada por Renay Kayrus fue una Pearl Master Series y Yimel García Góngora usó un bajo Fender Precission Vintage, cuyo circuito eléctrico Gorki reconstruyó de un día para el otro por un desperfecto que generaba ruido. Coincidimos que valía la pena la operación porque el sonido de ese instrumento, tan seco y corpóreo, era ideal para la construcción sonora.
Sin lugar a dudas, Porno Para Ricardo es una de las mejores bandas punk del Continente. Su impronta musical tiene sello propio, sus shows en vivo son energéticos e impactantes. Su ingenuidad y su frescura se destacan en un mercado repleto de propuestas comerciales. La voz de Gorki Águila, profunda, grave y bien modulada es también un tesoro perdido en el océano de cantantes en el que estamos inmersos, mucho más en el ámbito del punk. Su rotundo mensaje por la libertad es real, está vigente y denuncia la ausencia de derechos humanos en la que viven inmersos hoy en 2018 como hace 50 años.
Después de dos décadas de historia, la grabación de estos 12 temas resultaba una necesidad: la banda entró al Estudio con el convencimiento de que plasmar estas canciones era una misión impostergable, un compromiso con su lucha y con su ideología, un acto de espiritualidad, un mensaje para la posteridad. El objetivo fue cumplido.
Marcos GavaLicenciado en Periodismo (Universidad del Salvador, Buenos Aires), cofundador y director general de ReporteAsia, el primer sitio web de noticias sobre Asia en español. Máster en Comunicación Internacional (Universidad de Chengchi, Taipei). Miembro del grupo China del CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales) e investigador del Centro de Estudios del Cinturón y la Ruta de la Universidad Católica, primer centro académico interdisciplinario sobre China en la provincia de Córdoba, Argentina. Actual Director Comercial de la Cámara de Comercio MERCOSUR-ASEAN (MACC). Consultor privado para el desarrollo de negocios y relaciones con Asia. Involucrado en el desarrollo y difusión del proyecto bioceánico chileno-argentino "Atacalar".
Entre el 13 y el 28 de febrero, la banda punk cubana Porno Para Ricardo estuvo en Buenos Aires participando de una doble celebración: el 15 aniversario del Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina (CADAL) y sus propios 20 años de trayectoria en el camino de la música.
Aprovechando su estadía en Argentina, los PPR se dedicaron además a grabar un disco que reúne sus clásicos, verdaderos hits que en verdad nunca lo fueron, por el mero hecho de estar prohibidos en su tierra. Fueron 15 días de concentración y compromiso con la concreción de ese objetivo, pues el cronograma apelaba a la intensidad para poder finalizar el proceso de grabación y adelantar la edición y mezcla lo máximo posible en presencia de los miembros de la banda, antes de su vuelta a Cuba.
La grabación, sin lugar a dudas, sirvió además como práctica para el show que la banda ofreció el 26 de febrero en El Emergente, una reconocida sala de conciertos y centro cultural, de influencia en el under porteño. El ensamble logrado después de 2 semanas de labor continua, en jornadas de grabación de más de 12 horas, se vio definitivamente reflejada en la ejecución del show, transmitiendo un punk de ideas nítidas, muchos cambios de clima y de ritmos, y una caudalosa distorsión.
Es importante tener en cuenta que PPR no puede ensayar en Cuba: sus integrantes tienen prohibido reunirse en privado con este objeto. Es decir, más que una banda es un mito, o un rumor en la clandestinidad de la opinión divergente, otro ítem en el mercado negro de ideas.
Por eso hay que agregar una tercera razón de festejo: la mera reunión de la banda para ensayar, y luego, la oportunidad de grabar con calidad técnica esas canciones de protesta en tono de punk-rock tan inoportunas para el status quo imperante.
Previo a la grabación se realizaron varios ensayos, en los que se fueron recuperando las elasticidades y las agilidades, volviendo de esta forma a establecer conceptos claros sobe cada tema, sus arreglos y su sonido conceptual. Por más que se trate de una banda punk, la construcción de los temas de PPR es compleja, y en cada tema sus integrantes pasan por distintos humores y estados, de la calma a la acción, de lo plácido al caos, invitándonos a una montaña rusa emocional.
En términos de sonido, se buscó que este sea el trabajo de mayor calidad realizado por la banda; se establecieron ciertas referencias musicales sobre las cuales trabajar la mezcla, incluyendo agrupaciones argentinas como Divididos o Sumo, de las que los PPR son fans declarados. El proceso de grabación y mezcla se vivió con mucho enfoque, con una banda inspirada, haciendo aportes, demostrando conocimiento, felices de concretar el proyecto.
Las exigencias de PPR consigo misma respecto a la ejecución de los arreglos fueron muy altas, lo cual llevó a revisar varios aspectos de las melodías hasta lograr el resultado buscado.
Repletas de detalles, son canciones que ellos conocen muy bien, y que quisieron reflejar con todos sus elementos. Asimismo, el hecho de contar con mejores y más variadas herramientas técnicas les permitió explorar en nuevos recovecos de la producción. Por eso mismo, con esta grabación los temas alcanzaron una evolución, que en algunos casos terminaron siendo reversiones de aquellos viejos temas, con toques más funk que podrían acercarlos al sonido de The Killers, y en otros casos resultaron en una búsqueda más filosófica, incluyendo la grabación de arreglos de violín y acordeón para recrear la épica soviética, por ejemplo.
El cancionero de PPR puede resultar atractivo para todo aquel que disfrute del sonido pop de agrupaciones como The Clash, The Cure o The Police, aunque no carece del rasgo punk más típico de bandas pioneras como Sex Pistols o The Exploited, explícito en el desparpajo y en la intensidad de su espíritu combativo.
Influencias del grunge, como The Pixies, se fusionan con una base de hard-rock para dar sustento a una banda fuerte, energética, con una personalidad ansiosa y creativa. Esto se ve reflejado en sus canciones, que son propuestas conceptuales avasalladoras, un verdadero recorrido adrenalínico por el lado oscuro de Cuba: relatos de la desventura cubana bajo el régimen comunista, el sinsentido de la rutina pautada por burócratas y censores culturales, el cruel ejercicio de supervivencia y competencia constante, la falta de empatía social y el desinterés general ante un devenir prefijado, el hartazgo y el tedio ante la omnipresencia del Gran Hermano político.
De todo esto hablan las canciones de PPR, en tono irónico y burlón, pero también ofreciendo una crítica sagaz de la sociedad cubana, exponiendo el desmembramiento social que resultó de la obligación individual de hacerse la propia economía clandestina para poder subsistir y de vivir en un espacio donde la libre expresión está gravemente restringida.
Grabar y mezclar sin pausa durante dos semanas fue una experiencia intensiva, algo que ya no se hace demasiado en el rubro. Pero en este caso existía una fecha límite y todo estuvo puesto en cumplirla. Se trabajó en 16 canales en plataforma Protools con una placa Focusrite; las guitarras utilizadas fueron una Fender Stratocaster (Gorki Águila) y una Ibanez RG (Ciro Díaz); amplificadores Fender Twin Reverb 1975 y un Roland Jazz Chorus respectivamente, ubicados dentro de “isocubs” para aislar su emisión, la que llegaba a la banda a través de auriculares. De esta manera se grabaron las bases de los 12 temas. La batería empleada por Renay Kayrus fue una Pearl Master Series y Yimel García Góngora usó un bajo Fender Precission Vintage, cuyo circuito eléctrico Gorki reconstruyó de un día para el otro por un desperfecto que generaba ruido. Coincidimos que valía la pena la operación porque el sonido de ese instrumento, tan seco y corpóreo, era ideal para la construcción sonora.
Sin lugar a dudas, Porno Para Ricardo es una de las mejores bandas punk del Continente. Su impronta musical tiene sello propio, sus shows en vivo son energéticos e impactantes. Su ingenuidad y su frescura se destacan en un mercado repleto de propuestas comerciales. La voz de Gorki Águila, profunda, grave y bien modulada es también un tesoro perdido en el océano de cantantes en el que estamos inmersos, mucho más en el ámbito del punk. Su rotundo mensaje por la libertad es real, está vigente y denuncia la ausencia de derechos humanos en la que viven inmersos hoy en 2018 como hace 50 años.
Después de dos décadas de historia, la grabación de estos 12 temas resultaba una necesidad: la banda entró al Estudio con el convencimiento de que plasmar estas canciones era una misión impostergable, un compromiso con su lucha y con su ideología, un acto de espiritualidad, un mensaje para la posteridad. El objetivo fue cumplido.