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Análisis Latino
Honduras: una democracia altamente defectuosa y un sistema político, social y económico estancado
Honduras es un estado de gran vulnerabilidad y estancamiento. Los obstáculos que el país enfrenta en su camino hacia una democracia consolidada no son nuevos, sino que históricamente, caracterizan la transformación política del país desde la reinserción democrática en 1982.Por Maite Argüelles
Siendo uno de los países más violentos y con una altísima tasa de homicidios del mundo, Honduras acarrea grandes problemas políticos, económicos y, sobre todo, sociales debido a una gran desigualdad y pobreza. Aunque había vuelto a la democracia en los años ochenta y parecía mantenerse en la vía democrática a comienzos del siglo XXI, se caracterizaba por un estado débil, una gobernanza deficiente, un alto grado de corrupción de la administración pública y la presencia de actores paraestatales, como las bandas criminales y pandillas, que amenazaban al estado hondureño y a su población. Hasta el día de hoy estas problemáticas siguen siendo un obstáculo para el desarrollo hondureño.
El Bertelsmann Transformation Index (BTI), con su análisis bienal de los procesos de transformación social, permite vislumbrar la escasa evolución y transformaciones hondureñas. El BTI combina el análisis cualitativo y evaluaciones numéricas de 137 países en vías de desarrollo y en transición hacia la democracia y la economía de mercado. De este modo, se puntúa distintos indicadores agrupados en 3 dimensiones (política, económica y de gobernanza) en una escala de 1 (peor) a 10 (mejor puntaje) para así observar la transformación de cada uno de estos países.
En el siguiente gráfico se puede observar cambios y retrocesos en las 3 variables. Se puede apreciar que la transformación política y el índice de gobernanza fueron sujetas a los mayores cambios, aunque en el último informe del BTI la tendencia negativa de las ediciones anteriores parece revertirse. De este modo, Honduras pasó de una calificación de democracia defectuosa (BTI 2006-2016) a la democracia altamente defectuosa (BTI 2018) hasta que dejó de calificarse como democracia (BTI 2020-2022). Sin embargo, el BTI 2024 atestigua un nuevo cambio de categoría, después de que mejoras en la participación política y la separación de poderes hayan permitido que Honduras pasara a ser de una autocracia moderada a una democracia altamente defectuosa. A continuación, se explicarán tales cambios y retrocesos de Honduras según los informes narrativos del BTI publicado desde 2006-2024.
Transformación política
A partir de 1982, con la democratización centroamericana, Honduras por casi tres décadas mantuvo una democracia representativa debilitada, con grandes deficiencias sustanciales del estado hondureño, una limitada economía, extremadamente vulnerable ante los desastres naturales, una vasta desigualdad social y un alto grado de exclusión social de la población rural.
Durante la primera década del nuevo siglo, la democracia hondureña había reformado su sistema político. Por ejemplo, en 2001 por primera vez se votaron a los candidatos para el parlamento, presidencia y municipios por separado, permitiendo así que partidos políticos pequeños obtuvieran escaños parlamentarios, a pesar del arraigado sistema bipartidista hondureño. Consecuentemente, las elecciones fueron consideradas libres, justas y legítimas en las primeras ediciones del BTI, lo que se refleja en un puntaje de 9 en los informes de 2006 y 2008. Sin embargo, a partir de 2017 y en el contexto de una crisis política, el presidente Juan Orlando Hernández se aprovechó de la debilidad del poder judicial y del control político que tenía sobre el Poder Legislativo y logró una reelección polémica para el período 2017-2022. El puntaje del BTI 2020, entonces, se redujo 5 puntos, evidenciando la irregularidad y el fraude de las elecciones. Por lo tanto, cabe preguntarse cómo el sistema político llegó a semejantes crisis políticas.
Uno de los problemas estructurales políticos es la poca independencia del poder judicial. Históricamente, el poder judicial de Honduras siempre fue politizado e ineficiente. Las redes clientelistas, personalistas y los importantes grupos económicos tenían un gran poder sobre la Justicia, por lo que nunca fue completamente independiente pese a las garantías constitucionales. Desde el inicio de siglo siempre tuvo un bajo puntaje en el BTI, como lo manifiesta el BTI 2006 con un puntaje de 5, el cual empeoró con la mayor politización del presidente Hernández en 2017, reflejado en la caída del puntaje a partir del BTI 2018.
A este problema se añade la cuestión de la separación de poderes. Si bien, tradicionalmente, los poderes judicial y legislativo no gozaban de plena independencia debido a la interferencia e influencia que tenían los grupos económicos, después de la democratización dicha interferencia había disminuido. Evidenciado en el puntaje del BTI 2006 con 8. Pero, a partir del golpe de estado de 2009, esta obstrucción comenzó a aumentar nuevamente, dejando claro que ambos poderes estaban interferidos. Desde el 2010 hasta el 2022 el puntaje disminuyó hasta llegar al puntaje mínimo de 3, debido a la fuerte politización. No obstante, con la llegada del nuevo gobierno de Xiomara Castro, el indicador de separación de poderes en el BTI 2024 observa una mejora, a 4 puntos. Castro ha tenido como eje de campaña la lucha contra la corrupción.
Para comprender el pobre desempeño en la transformación política es vital mencionar la poca estabilidad, a lo largo de la década de 2010, de las instituciones democráticas. Golpe de estado, elecciones irregulares y presidentes involucrados en el narcotráfico no permitieron que las instituciones democráticas actuaran libremente.
En 2009 las fuerzas militares junto con el Parlamento y el Poder judicial destituyeron al presidente, de ese entonces, Manuel Zelaya, generando un quiebre democrático. Pero, lo que ocasionó una mayor inestabilidad de las instituciones fue la presidencia de Juan Orlando Hernández (2014-2022) debido al gran control que ejercía sobre los poderes generando un gobierno cada vez más autocrático. El puntaje del BTI 2006 refleja estos cambios, ya que era alto con un 7.5; hasta el BTI 2016 que bajó dos puntos para llegar al mínimo en el BTI 2022 con 3 puntos. Finalmente, el BTI 2024 marca una leve mejora con 4 puntos, ante la llegada del último gobierno mediante elecciones legítimas.
El cambio político con las últimas elecciones, en 2022 es notorio, con los indicadores antes mencionados se observan leves mejoras y una mayor democratización. El gobierno electo de Xiomara Castro (partido libertad y refundación) tiene el desafío de mejorar la institucionalidad, la administración y ganar la confianza internacional, que se perdió con el último gobierno de Hernández. Sus promesas de campaña electorales versaron sobre combatir la profunda corrupción, mejorar la transparencia de las instituciones y la credibilidad internacional.
Transformación económica
Con respecto a la economía los puntajes del BTI y sus respectivos indicadores económicos se han mantenido estables a lo largo de los años. Sin embargo, el panorama económico no es positivo, a pesar de las políticas de liberación que han implementado los últimos gobiernos, la economía hondureña es bastante limitada, con una pobreza altísima y una gran desigualdad dentro de la población. Junto con la falta de oportunidades, el mercado laboral termina siendo informal en su mayoría y los jóvenes optan por unirse a grupos narcotraficantes. El indicador igualdad de oportunidades refleja esta problemática, con un puntaje bajo de 4, el cual se mantuvo constante entre los años del BTI 2006-2024.
En los últimos años, la economía hondureña se vio fuertemente afectada por la pandemia del COVID-19, ya que, como la mayoría de los países centroamericanos, sus ingresos dependen enormemente del comercio exterior. Sin embargo, actualmente lograron cierto crecimiento y ajuste del déficit, evidenciado en el puntaje de 6 en el BTI 2024. Los problemas como la baja competitividad y diversidad de bienes, la pésima infraestructura y la vulnerabilidad ante los desastres naturales hace que el país sea uno de los más pobres de la región, según un informe del Banco Mundial.
Por último, a nivel económico la falta del cuidado del medio ambiente y los desastres naturales, como las fuertes lluvias y huracanes atrasan aún más el desarrollo. Con respecto a la política medio ambiental todos los gobiernos desde 2006 no le brindaron importancia, reflejándose en puntajes de entre 4 y 3 en todos los informes del BTI.
Gobernanza
En el índice de gobernanza, el desempeño de Honduras evidencia un deterioro menos pronunciado que en la transformación política. No obstante, cuestiones como la corrupción, la incidencia de actores paraestatales y la politización de las instituciones hacen que la gobernanza sea ineficiente.
El mayor impedimento para una buena gobernanza es la influencia de bandas criminales y grupos económicos. Estos entablan lazos con políticos o personas allegadas a la administración. Por ejemplo, la construcción de consenso fue un indicador que se fue deteriorando con el transcurso del tiempo: en el BTI 2006 su puntaje era de 6 y a partir del 2018 comenzó a decrecer a 4.2 ante la administración más personalista de Juan Orlando Hernández. Finalmente, en BTI 2024 el puntaje de construcción de consenso es de 4.8, evidenciando un mayor compromiso de la nueva administración con los principios de una gobernanza democrática.
Otra consecuencia que genera la corrupción gubernamental es la falta de credibilidad internacional, la cual se redujo dos puntos desde el BTI 2006, quedando en 5 puntos en el BTI 2024. Esto se evidenció especialmente a nivel regional, ya que las irregularidades electorales observadas por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en 2017 menoscabaron la credibilidad del gobierno de Hernández para los estados vecinos latinoamericanos. No obstante, el nuevo gobierno de Xiomara Castro ha intentado demostrar que Honduras está de nuevo en la escena internacional y ha abrazado la democracia. Como consecuencia, hace presencia en las Asambleas Generales de la ONU, subrayando su compromiso con la protección del medio ambiente, el cambio climático y la corrupción. Honduras siempre dependió financieramente de los organismos internacionales, como el FMI, por lo tanto, es importante mantener la credibilidad internacional.
Por último, la política pública más importante mantenida en el tiempo, aunque sin éxito, es la de anticorrupción. El respectivo indicador siempre mantuvo un puntaje bajo, de 2 puntos en el BTI 2006 y 3 en el BTI 2024. Si bien, el gobierno de Castro entabló conversaciones con la Secretaría General de Naciones Unidas con el objetivo de crear una comisión internacional para combatir la corrupción, fomentar la transparencia y el correcto funcionamiento del rendimiento de cuentas, la corrupción sigue siendo un problema, el cual perjudica al Estado de derecho y los derechos básicos de los ciudadanos. El informe de Human Rights Watch enumera y ejemplifica tales perjuicios sobre los derechos.
Conclusión
Honduras es un estado de gran vulnerabilidad y estancamiento. Los obstáculos que el país enfrenta en su camino hacia una democracia consolidada no son nuevos, sino que históricamente, caracterizan la transformación política del país desde la reinserción democrática en 1982.
Por su posición geográfica, Honduras es uno de los países principales de tránsito de drogas. Además, los grupos narcotraficantes toman provecho de la deficiente administración estatal para expandir su accionar delictivo. Conjuntamente, amenazan a cualquier autoridad política que intente combatir el narcotráfico o poner más orden. Incluso, hace poco tiempo, el expresidente Juan Orlando Hernández (2018-2022) fue condenado por la justicia norteamericana a 45 años de prisión por haber colaborado para la importación de drogas en Estados Unidos y por posesión de armas.
Las últimas elecciones presidenciales, legislativas y municipales fueron esperanzadoras por la alta participación política y la legitimidad de estas. Pero existen varios obstáculos que Honduras debe resolver para poder fortalecer su democracia.
Maite ArgüellesEstudiante de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica Argentina y voluntaria de CADAL.
Siendo uno de los países más violentos y con una altísima tasa de homicidios del mundo, Honduras acarrea grandes problemas políticos, económicos y, sobre todo, sociales debido a una gran desigualdad y pobreza. Aunque había vuelto a la democracia en los años ochenta y parecía mantenerse en la vía democrática a comienzos del siglo XXI, se caracterizaba por un estado débil, una gobernanza deficiente, un alto grado de corrupción de la administración pública y la presencia de actores paraestatales, como las bandas criminales y pandillas, que amenazaban al estado hondureño y a su población. Hasta el día de hoy estas problemáticas siguen siendo un obstáculo para el desarrollo hondureño.
El Bertelsmann Transformation Index (BTI), con su análisis bienal de los procesos de transformación social, permite vislumbrar la escasa evolución y transformaciones hondureñas. El BTI combina el análisis cualitativo y evaluaciones numéricas de 137 países en vías de desarrollo y en transición hacia la democracia y la economía de mercado. De este modo, se puntúa distintos indicadores agrupados en 3 dimensiones (política, económica y de gobernanza) en una escala de 1 (peor) a 10 (mejor puntaje) para así observar la transformación de cada uno de estos países.
En el siguiente gráfico se puede observar cambios y retrocesos en las 3 variables. Se puede apreciar que la transformación política y el índice de gobernanza fueron sujetas a los mayores cambios, aunque en el último informe del BTI la tendencia negativa de las ediciones anteriores parece revertirse. De este modo, Honduras pasó de una calificación de democracia defectuosa (BTI 2006-2016) a la democracia altamente defectuosa (BTI 2018) hasta que dejó de calificarse como democracia (BTI 2020-2022). Sin embargo, el BTI 2024 atestigua un nuevo cambio de categoría, después de que mejoras en la participación política y la separación de poderes hayan permitido que Honduras pasara a ser de una autocracia moderada a una democracia altamente defectuosa. A continuación, se explicarán tales cambios y retrocesos de Honduras según los informes narrativos del BTI publicado desde 2006-2024.
Transformación política
A partir de 1982, con la democratización centroamericana, Honduras por casi tres décadas mantuvo una democracia representativa debilitada, con grandes deficiencias sustanciales del estado hondureño, una limitada economía, extremadamente vulnerable ante los desastres naturales, una vasta desigualdad social y un alto grado de exclusión social de la población rural.
Durante la primera década del nuevo siglo, la democracia hondureña había reformado su sistema político. Por ejemplo, en 2001 por primera vez se votaron a los candidatos para el parlamento, presidencia y municipios por separado, permitiendo así que partidos políticos pequeños obtuvieran escaños parlamentarios, a pesar del arraigado sistema bipartidista hondureño. Consecuentemente, las elecciones fueron consideradas libres, justas y legítimas en las primeras ediciones del BTI, lo que se refleja en un puntaje de 9 en los informes de 2006 y 2008. Sin embargo, a partir de 2017 y en el contexto de una crisis política, el presidente Juan Orlando Hernández se aprovechó de la debilidad del poder judicial y del control político que tenía sobre el Poder Legislativo y logró una reelección polémica para el período 2017-2022. El puntaje del BTI 2020, entonces, se redujo 5 puntos, evidenciando la irregularidad y el fraude de las elecciones. Por lo tanto, cabe preguntarse cómo el sistema político llegó a semejantes crisis políticas.
Uno de los problemas estructurales políticos es la poca independencia del poder judicial. Históricamente, el poder judicial de Honduras siempre fue politizado e ineficiente. Las redes clientelistas, personalistas y los importantes grupos económicos tenían un gran poder sobre la Justicia, por lo que nunca fue completamente independiente pese a las garantías constitucionales. Desde el inicio de siglo siempre tuvo un bajo puntaje en el BTI, como lo manifiesta el BTI 2006 con un puntaje de 5, el cual empeoró con la mayor politización del presidente Hernández en 2017, reflejado en la caída del puntaje a partir del BTI 2018.
A este problema se añade la cuestión de la separación de poderes. Si bien, tradicionalmente, los poderes judicial y legislativo no gozaban de plena independencia debido a la interferencia e influencia que tenían los grupos económicos, después de la democratización dicha interferencia había disminuido. Evidenciado en el puntaje del BTI 2006 con 8. Pero, a partir del golpe de estado de 2009, esta obstrucción comenzó a aumentar nuevamente, dejando claro que ambos poderes estaban interferidos. Desde el 2010 hasta el 2022 el puntaje disminuyó hasta llegar al puntaje mínimo de 3, debido a la fuerte politización. No obstante, con la llegada del nuevo gobierno de Xiomara Castro, el indicador de separación de poderes en el BTI 2024 observa una mejora, a 4 puntos. Castro ha tenido como eje de campaña la lucha contra la corrupción.
Para comprender el pobre desempeño en la transformación política es vital mencionar la poca estabilidad, a lo largo de la década de 2010, de las instituciones democráticas. Golpe de estado, elecciones irregulares y presidentes involucrados en el narcotráfico no permitieron que las instituciones democráticas actuaran libremente.
En 2009 las fuerzas militares junto con el Parlamento y el Poder judicial destituyeron al presidente, de ese entonces, Manuel Zelaya, generando un quiebre democrático. Pero, lo que ocasionó una mayor inestabilidad de las instituciones fue la presidencia de Juan Orlando Hernández (2014-2022) debido al gran control que ejercía sobre los poderes generando un gobierno cada vez más autocrático. El puntaje del BTI 2006 refleja estos cambios, ya que era alto con un 7.5; hasta el BTI 2016 que bajó dos puntos para llegar al mínimo en el BTI 2022 con 3 puntos. Finalmente, el BTI 2024 marca una leve mejora con 4 puntos, ante la llegada del último gobierno mediante elecciones legítimas.
El cambio político con las últimas elecciones, en 2022 es notorio, con los indicadores antes mencionados se observan leves mejoras y una mayor democratización. El gobierno electo de Xiomara Castro (partido libertad y refundación) tiene el desafío de mejorar la institucionalidad, la administración y ganar la confianza internacional, que se perdió con el último gobierno de Hernández. Sus promesas de campaña electorales versaron sobre combatir la profunda corrupción, mejorar la transparencia de las instituciones y la credibilidad internacional.
Transformación económica
Con respecto a la economía los puntajes del BTI y sus respectivos indicadores económicos se han mantenido estables a lo largo de los años. Sin embargo, el panorama económico no es positivo, a pesar de las políticas de liberación que han implementado los últimos gobiernos, la economía hondureña es bastante limitada, con una pobreza altísima y una gran desigualdad dentro de la población. Junto con la falta de oportunidades, el mercado laboral termina siendo informal en su mayoría y los jóvenes optan por unirse a grupos narcotraficantes. El indicador igualdad de oportunidades refleja esta problemática, con un puntaje bajo de 4, el cual se mantuvo constante entre los años del BTI 2006-2024.
En los últimos años, la economía hondureña se vio fuertemente afectada por la pandemia del COVID-19, ya que, como la mayoría de los países centroamericanos, sus ingresos dependen enormemente del comercio exterior. Sin embargo, actualmente lograron cierto crecimiento y ajuste del déficit, evidenciado en el puntaje de 6 en el BTI 2024. Los problemas como la baja competitividad y diversidad de bienes, la pésima infraestructura y la vulnerabilidad ante los desastres naturales hace que el país sea uno de los más pobres de la región, según un informe del Banco Mundial.
Por último, a nivel económico la falta del cuidado del medio ambiente y los desastres naturales, como las fuertes lluvias y huracanes atrasan aún más el desarrollo. Con respecto a la política medio ambiental todos los gobiernos desde 2006 no le brindaron importancia, reflejándose en puntajes de entre 4 y 3 en todos los informes del BTI.
Gobernanza
En el índice de gobernanza, el desempeño de Honduras evidencia un deterioro menos pronunciado que en la transformación política. No obstante, cuestiones como la corrupción, la incidencia de actores paraestatales y la politización de las instituciones hacen que la gobernanza sea ineficiente.
El mayor impedimento para una buena gobernanza es la influencia de bandas criminales y grupos económicos. Estos entablan lazos con políticos o personas allegadas a la administración. Por ejemplo, la construcción de consenso fue un indicador que se fue deteriorando con el transcurso del tiempo: en el BTI 2006 su puntaje era de 6 y a partir del 2018 comenzó a decrecer a 4.2 ante la administración más personalista de Juan Orlando Hernández. Finalmente, en BTI 2024 el puntaje de construcción de consenso es de 4.8, evidenciando un mayor compromiso de la nueva administración con los principios de una gobernanza democrática.
Otra consecuencia que genera la corrupción gubernamental es la falta de credibilidad internacional, la cual se redujo dos puntos desde el BTI 2006, quedando en 5 puntos en el BTI 2024. Esto se evidenció especialmente a nivel regional, ya que las irregularidades electorales observadas por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en 2017 menoscabaron la credibilidad del gobierno de Hernández para los estados vecinos latinoamericanos. No obstante, el nuevo gobierno de Xiomara Castro ha intentado demostrar que Honduras está de nuevo en la escena internacional y ha abrazado la democracia. Como consecuencia, hace presencia en las Asambleas Generales de la ONU, subrayando su compromiso con la protección del medio ambiente, el cambio climático y la corrupción. Honduras siempre dependió financieramente de los organismos internacionales, como el FMI, por lo tanto, es importante mantener la credibilidad internacional.
Por último, la política pública más importante mantenida en el tiempo, aunque sin éxito, es la de anticorrupción. El respectivo indicador siempre mantuvo un puntaje bajo, de 2 puntos en el BTI 2006 y 3 en el BTI 2024. Si bien, el gobierno de Castro entabló conversaciones con la Secretaría General de Naciones Unidas con el objetivo de crear una comisión internacional para combatir la corrupción, fomentar la transparencia y el correcto funcionamiento del rendimiento de cuentas, la corrupción sigue siendo un problema, el cual perjudica al Estado de derecho y los derechos básicos de los ciudadanos. El informe de Human Rights Watch enumera y ejemplifica tales perjuicios sobre los derechos.
Conclusión
Honduras es un estado de gran vulnerabilidad y estancamiento. Los obstáculos que el país enfrenta en su camino hacia una democracia consolidada no son nuevos, sino que históricamente, caracterizan la transformación política del país desde la reinserción democrática en 1982.
Por su posición geográfica, Honduras es uno de los países principales de tránsito de drogas. Además, los grupos narcotraficantes toman provecho de la deficiente administración estatal para expandir su accionar delictivo. Conjuntamente, amenazan a cualquier autoridad política que intente combatir el narcotráfico o poner más orden. Incluso, hace poco tiempo, el expresidente Juan Orlando Hernández (2018-2022) fue condenado por la justicia norteamericana a 45 años de prisión por haber colaborado para la importación de drogas en Estados Unidos y por posesión de armas.
Las últimas elecciones presidenciales, legislativas y municipales fueron esperanzadoras por la alta participación política y la legitimidad de estas. Pero existen varios obstáculos que Honduras debe resolver para poder fortalecer su democracia.