Derechos Humanos y
Solidaridad Democrática Internacional

Prensa

20-08-2013

El apresurado exitismo no-K

El desafío de desarticular el aparato clientelista y la práctica populista, profundizados en esta década declamada, traerá resistencia del kirchnerismo residual que intentará bloquear cualquier reforma del Estado. El próximo presidente, sea del signo que fuere, ¿sabrá formar una amplia coalición política capaz de reducir el costo del Estado? ¿Tendrá la decisión de atraer la inversión privada nacional y extranjera en un ambiente respetuoso de los contratos y reglas de juego claras y transparentes?
Fuente: El Cronista (Argentina)

Ricardo López Göttig, Doctor en Historia y Analista de CADAL

Apenas se conocieron los primeros resultados de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, se despertó el exitismo de quienes no son kirchneristas, muchos celebrando el fin de un ciclo. Las PASO están funcionando como una “primera vuelta” y las elecciones legislativas de octubre como ballottage, por lo que ahora se están produciendo reacomodamientos y desplazamientos estratégicos pensando en la renovación presidencial del 2015.

Los argentinos pasan fácilmente de la euforia a la depresión, y de allí a una nueva cima de euforia, en un ejercicio agotador de sístoles y diástoles que generan picos de presión arterial a inversores y emprendedores que desean pensar en el largo plazo. Las reglas varían de un período al otro, como si el reglamento de un deporte se cambiara para cada campeonato. Esta hipertensión económica desalienta al espíritu emprendedor y destruye implacablemente la capacidad de ahorro.

La presidente Cristina Fernández de Kirchner terminará su mandato en diciembre del 2015 y, hasta entonces, tomará decisiones que afecten severamente la política económica de su sucesor. Puede seguir expandiendo el gasto público con el nombramiento de sus seguidores más fieles como empleados militantes en la planta permanente del Estado, tal como lo ha venido haciendo el kirchnerismo en este decenio. Puede seguir imprimiendo billetes que alimentan la inflación, restringir aún más los mercados y despilfarrar el dinero público en empresas estatales altamente deficitarias.

Los obstáculos intervencionistas y proteccionistas serían desmontados con gran dificultad por el próximo gobierno, si es que optara por una política que fomente la inserción en los mercados internacionales y la iniciativa privada. Pero el horizonte de ideas sobre la economía es difuso cuando se buscan pistas en lo que expresan los potenciales candidatos para el 2015. Ningún presidenciable se anima a esbozar una orientación favorable hacia la economía de mercado, temeroso de ser rápidamente tildado de “noventista”, un mote que sepulta el debate y las posibilidades de cualquier aspirante con ambiciones a ocupar el sillón de Rivadavia.

El desafío de desarticular el aparato clientelista y la práctica populista, profundizados en esta década declamada, traerá resistencia del kirchnerismo residual que intentará bloquear cualquier reforma del Estado. El próximo presidente, sea del signo que fuere, ¿sabrá formar una amplia coalición política capaz de reducir el costo del Estado y de encauzarlo en sus legítimas funciones? ¿Tendrá la decisión de atraer la inversión privada nacional y extranjera en un ambiente respetuoso de los contratos y reglas de juego claras y transparentes? ¿Podrá vertebrar una mayoría parlamentaria con otros partidos políticos y obtener el apoyo comprometido de gobernadores e intendentes?

Cristina Fernández de Kirchner está habilitada para competir por un próximo y último mandato presidencial en el año 2019, y ya ha demostrado que tiene una gran habilidad para su recuperación electoral. Si el próximo primer magistrado no tiene éxito o pierde la confianza de la ciudadanía, como le ocurrió a Fernando de la Rúa, no sería descabellado que el kirchnerismo se presente dentro de seis años como la salvación de la Patria.

Los acercamientos y alejamientos de las principales figuras políticas no son más que una práctica de supervivencia que nada significa para la vida cotidiana del ciudadano común. Y es que la prosperidad, la paz y la libertad no dependen del cambio de elencos gobernantes, sino del respeto a la Constitución y las instituciones.

Fuente: Diario El Cronista Comercial (Buenos Aires, Argentina), 20 de agosto de 2013

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