Prensa
La vigencia del análisis económico e institucional del periodista Germán Sopeña
(DyN) Además de recordarlo al capacitar a jóvenes en temas de comunicación y análisis económico, es importante también mantener vivas las cuestiones de fondo que tanto le preocupaban a Germán Sopeña y que a casi doce años de su muerte han registrado incluso mayores retrocesos, por lo cual cobran ahora mayor relevancia.
Fuente: Agencia Diarios y Noticias (Argentina)
Por Gabriel C. Salvia*
(DyN) - Al leer varios textos que el recordado Germán Sopeña publicó en el diario La Nación entre 1996 y 2001, sorprende la vigencia que tienen sus análisis.
Por ejemplo, el 19 de febrero de 2000 el periodista se refería al país del “revés” y afirmaba que “en los países avanzados se alienta a empresas y a la iniciativa individual a emprender todo aquello que no está expresamente prohibido y se castiga con severidad a quienes no respetan lo que está expresamente prohibido”.
“En la Argentina sucede a menudo al revés: los intentos de emprender una actividad legítima y en franca competencia suelen encontrar trabas enormes por parte de los intereses creados. Y, al revés, actividades y prácticas que son ilícitas no sufren penalización alguna y hasta suelen encontrar influyentes protectores en diversos niveles públicos", sostenía.
El 26 de marzo de 2000, el autor de “La libertad es un tren”, planteaba que en la Argentina lo que falta es una suma de creatividad, vocación y mentalidad tanto en el nivel público como privado. O, dicho de otro modo, que es urgente modificar pautas y actitudes culturales que van más allá de un gobierno de turno.
Lo que sigue, escrito el 21 de noviembre de 2000 cobra una actualidad aún mayor: puede decirse, sin temor a equivocarse, que el desarrollo y el progreso de los países dependen fundamentalmente del grado de cultura laboral que tienen sus habitantes. Y vale también la propuesta inversa: el estancamiento o la decadencia de un país -verbigracia, la Argentina- están directamente asociados con la pérdida de un valor esencial como lo es la cultura de trabajo.
El 9 de diciembre del mismo año, el politólogo nacido en Huinca Renancó (Córdoba), en el año 1946, advertía que el grave inconveniente es que la inversión no llega por Decreto ni por declaraciones de buena voluntad sino sólo si hay confianza. Todo el problema argentino actual reposa sobre la falta de confianza.
Más de Sopeña. El 25 de enero de 2001 escribía sobre las soluciones posibles para los déficits del país y aclaraba que cada vez que hubo retrocesos, lo que hubo en realidad fue el retorno a épocas de nueva intolerancia, ya fuese bajo un gobierno legalmente elegido -como en el caso del peronismo de 1946- o, más grave aún, con el acceso ilegítimo al poder de gobiernos militares que practicaron abiertamente la intolerancia con todo aquel que no pensara lo mismo. La tolerancia es la base de muchos otros progresos, además de la mejor vacuna, a largo plazo, contra los graves déficit argentinos en muchos órdenes, repicaba.
Desde 2011, el Programa Economía y Medios de Comunicación que organiza el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) lleva el nombre de Germán Sopeña.
Así, se rinde homenaje a quien fue un brillante periodista, pero especialmente una persona muy generosa, respetuosa y tolerante.
Sopeña solía participar dictando una clase en un seminario de periodismo económico. Lo hacía en un contexto de apertura, donde el periodismo argentino se fue especializando cada vez más y ofrecía un buen nicho para los jóvenes que buscaban insertarse en el mercado laboral.
Además, para muchos estudiantes de comunicación las cuestiones económicas eran vistas como incomprensibles, por lo cual especializarse en el periodismo económico los acercaba a un tema que inicialmente les provocaba rechazo y al mismo tiempo les podría abrir puertas en su carrera profesional. Todo un maestro.
El recordado Sopeña no llegó a ver los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, pues falleció en abril de 2001 en un accidente aéreo. No se puede saber, por lo tanto, qué opinaría el poder hoy sobre aquellos conceptos tan contundentes sobre la tolerancia, la confianza, la cultura del trabajo o el rol del Estado.
Tres meses antes de su muerte él manifestaba su preocupación sobre quienes ejercen cargos representativos, reclamándoles “que se pongan a la altura de las exigencias de la democracia que se supo construir”.
“Entre otras cosas, por sobre todo, que sepan decidirse por las opciones correctas para el progreso y no perderse en debates que mucho tienen que ver con intolerancia hacia las ideas y una gran tolerancia frente a prácticas inaceptables para un auténtico Estado de Derecho”, añadía.
Además de recordarlo al capacitar a jóvenes en temas de comunicación y análisis económico, es importante también mantener vivas las cuestiones de fondo que tanto le preocupaban a Germán Sopeña y que a casi doce años de su muerte han registrado incluso mayores retrocesos, por lo cual cobran ahora mayor relevancia.
*Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Agencia Diarios y Noticias (Argentina)
Por Gabriel C. Salvia*
(DyN) - Al leer varios textos que el recordado Germán Sopeña publicó en el diario La Nación entre 1996 y 2001, sorprende la vigencia que tienen sus análisis.
Por ejemplo, el 19 de febrero de 2000 el periodista se refería al país del “revés” y afirmaba que “en los países avanzados se alienta a empresas y a la iniciativa individual a emprender todo aquello que no está expresamente prohibido y se castiga con severidad a quienes no respetan lo que está expresamente prohibido”.
“En la Argentina sucede a menudo al revés: los intentos de emprender una actividad legítima y en franca competencia suelen encontrar trabas enormes por parte de los intereses creados. Y, al revés, actividades y prácticas que son ilícitas no sufren penalización alguna y hasta suelen encontrar influyentes protectores en diversos niveles públicos", sostenía.
El 26 de marzo de 2000, el autor de “La libertad es un tren”, planteaba que en la Argentina lo que falta es una suma de creatividad, vocación y mentalidad tanto en el nivel público como privado. O, dicho de otro modo, que es urgente modificar pautas y actitudes culturales que van más allá de un gobierno de turno.
Lo que sigue, escrito el 21 de noviembre de 2000 cobra una actualidad aún mayor: puede decirse, sin temor a equivocarse, que el desarrollo y el progreso de los países dependen fundamentalmente del grado de cultura laboral que tienen sus habitantes. Y vale también la propuesta inversa: el estancamiento o la decadencia de un país -verbigracia, la Argentina- están directamente asociados con la pérdida de un valor esencial como lo es la cultura de trabajo.
El 9 de diciembre del mismo año, el politólogo nacido en Huinca Renancó (Córdoba), en el año 1946, advertía que el grave inconveniente es que la inversión no llega por Decreto ni por declaraciones de buena voluntad sino sólo si hay confianza. Todo el problema argentino actual reposa sobre la falta de confianza.
Más de Sopeña. El 25 de enero de 2001 escribía sobre las soluciones posibles para los déficits del país y aclaraba que cada vez que hubo retrocesos, lo que hubo en realidad fue el retorno a épocas de nueva intolerancia, ya fuese bajo un gobierno legalmente elegido -como en el caso del peronismo de 1946- o, más grave aún, con el acceso ilegítimo al poder de gobiernos militares que practicaron abiertamente la intolerancia con todo aquel que no pensara lo mismo. La tolerancia es la base de muchos otros progresos, además de la mejor vacuna, a largo plazo, contra los graves déficit argentinos en muchos órdenes, repicaba.
Desde 2011, el Programa Economía y Medios de Comunicación que organiza el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL) lleva el nombre de Germán Sopeña.
Así, se rinde homenaje a quien fue un brillante periodista, pero especialmente una persona muy generosa, respetuosa y tolerante.
Sopeña solía participar dictando una clase en un seminario de periodismo económico. Lo hacía en un contexto de apertura, donde el periodismo argentino se fue especializando cada vez más y ofrecía un buen nicho para los jóvenes que buscaban insertarse en el mercado laboral.
Además, para muchos estudiantes de comunicación las cuestiones económicas eran vistas como incomprensibles, por lo cual especializarse en el periodismo económico los acercaba a un tema que inicialmente les provocaba rechazo y al mismo tiempo les podría abrir puertas en su carrera profesional. Todo un maestro.
El recordado Sopeña no llegó a ver los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, pues falleció en abril de 2001 en un accidente aéreo. No se puede saber, por lo tanto, qué opinaría el poder hoy sobre aquellos conceptos tan contundentes sobre la tolerancia, la confianza, la cultura del trabajo o el rol del Estado.
Tres meses antes de su muerte él manifestaba su preocupación sobre quienes ejercen cargos representativos, reclamándoles “que se pongan a la altura de las exigencias de la democracia que se supo construir”.
“Entre otras cosas, por sobre todo, que sepan decidirse por las opciones correctas para el progreso y no perderse en debates que mucho tienen que ver con intolerancia hacia las ideas y una gran tolerancia frente a prácticas inaceptables para un auténtico Estado de Derecho”, añadía.
Además de recordarlo al capacitar a jóvenes en temas de comunicación y análisis económico, es importante también mantener vivas las cuestiones de fondo que tanto le preocupaban a Germán Sopeña y que a casi doce años de su muerte han registrado incluso mayores retrocesos, por lo cual cobran ahora mayor relevancia.
*Gabriel C. Salvia es Director General del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).