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17-03-2002

Imposible callar

Una vez más Granma ha publicado declaraciones sobre las que no se puede quedar en silencio. Las afirmaciones de dos notorias figuras internacionales -Fidel Castro y Thor Heyerdahl- que trataré en este comentario aparecieron en la edición del órgano oficial del Partido Comunista cubano el 9 de febrero.
Por Lázaro Raúl González

Una vez más Granma ha publicado declaraciones sobre las que no se puede quedar en silencio. Las afirmaciones de dos notorias figuras internacionales -Fidel Castro y Thor Heyerdahl- que trataré en este comentario aparecieron en la edición del órgano oficial del Partido Comunista cubano el 9 de febrero.
En entrevista concedida al Granma, el gobernante cubano se refirió a la posibilidad de que un representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) asistiera a un encuentro sobre temas económicos en La Habana.
Adelantándose a la pluralidad de criterios que puede surgir en un foro de este tipo, Castro puntualizó: "Hoy se caracterizan esas discusiones por la altura, el respeto a las opiniones del adversario".
Señoras y señores del planeta Tierra, en los últimos 43 años bajo el actual régimen decenas de miles de cubanos han ido a parar a las cárceles -también miles han sido visitados, amenazados y reprimidos por la policía política- y millones han tenido que exiliarse por intentar ejercer los derechos consagrados en la Declaración Universal de la ONU, como expresar criterios opuestos al gobierno de manera respetuosa.
Del famoso antropólogo noruego Thor Heyerdahl en Cuba hay una muy positiva imagen. Personalmente este redactor recuerda todavía cuando disfrutó a los 14 años de edad la lectura sobre la expedición de la Kon Tiki. Luego se supo aquí del gran vikingo por sus investigaciones en la Isla de Pascua, en el Atlántico Sur, en el Indico.
En sus andanzas, el señor Heyerdahl no sólo confirmó sus teorías sobre migraciones culturales y antiguas civilizaciones, sino que también efectuó valiosos hallazgos en la naturaleza humana más moderna.
"Me preguntan a veces cómo resolver los problemas de los políticos, y yo les respondo. Pónganlos juntos en el mismo lugar, en el mar, sobre el mismo océano o bajo el mismo cielo y ustedes van a sorprenderse de la manera en que van a entenderse, porque son personas" -manifestó en La Habana el científico noruego.
Y en efecto, Heyerdahl descubrió hace más de treinta años lo que ahora nos cuenta el Granma. Sobre la endeble cubierta del Rha -símbolo circunstancial del planeta Tierra- él pudo convivir, trabajar e incluso triunfar con una tripulación multinacional, pluricultural y de diversidad filosófica.
Sobre el Rha, en medio del Atlántico, Norman Baker, un yanqui más o menos clásico, y Yuri Senkévich, un fiel representante del imperio soviético, pudieron ser, respectivamente y con similar eficiencia, técnico en comunicaciones y médico navegantes -y humanos al fin- capaces de charlar, de compartir sueños comunes.
Pero, señor Heyerdahl, ¿se imagina qué gran fracaso habría resultado para la humanidad si en la expedición usted hubiera impuesto doctrinas únicas, voz única, decisiones únicas y partido único donde cualquiera que discrepara hubiera sido echado por la borda del Rha?
Situación como ésta acontece en Cuba ahora mismo.
Quienes en la isla cuestionan el poder excluyente del sistema político y proponen otras opciones son humillados y/o descalificados por el régimen de Castro hasta la categoría de "no persona".
Esta situación no puede ser silenciada por nadie que se precie de representar al género humano. ¿Por qué habría de callárselo?

Lázaro Raúl González
 
 
 

 
 
 
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