Prensa
¿Qué hacés con Cuba?
Fuente: Revista Qué Pasa (Chile)
Néstor Kirchner utiliza a Cuba como moneda de cambio: cuando busca satisfacer al ala izquierda de su coalición, se acerca a Fidel Castro. Y cuando debe negociar con Estados Unidos y el FMI, se aleja del dictador. Un acto de equilibrio que despierta críticas en Argentina.
Por Gonzalo Domic
Cuba es para el presidente argentino, Néstor Kirchner, una verdadera válvula de escape. Cuando necesita ampliar el apoyo del sector radical de su coalición, se acerca a la isla y se permite gestos amistosos hacia el régimen castrista. Busca capitalizar así el inmenso sentimiento antinorteamericano de la población argentina. Sin embargo, todo varía cuando necesita el respaldo de Washington para continuar la negociación de la deuda externa, sobre todo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo del cual Estados Unidos es el principal accionista.
Y así fue como el 25 de mayo de 2003, Kirchner recibió la banda presidencial -habiendo obtenido sólo 22% de los votos- frente a un privilegiado asistente de primera fila: Fidel Castro.
Después vino la restauración de las relaciones diplomáticas en octubre último, fecha en que el canciller argentino, Rafael Bielsa, visitó La Habana y presentó al nuevo embajador argentino ante Cuba, Raúl Taleb. En la ocasión, Bielsa no recibió a los familiares de los detenidos del régimen castrista.
"Ése fue un gesto interno para mantener la armonía dentro de la coalición de gobierno", explica a Qué Pasa Julio Burdman, politólogo argentino.
Y es que el antinorteamericanismo prende rápido al otro lado de la cordillera, por la responsabilidad que le atribuyen en Argentina al modelo económico de libre mercado en la crisis que derivó en el "corralito". Ejemplo de este sentimiento es que 92% de la población se declara contraria a la ocupación actual de Irak, la proporción más alta del mundo.
Pero llegó enero, y faltaba muy poco para que el FMI se pronunciara sobre la revisión de la segunda parte del acuerdo que firmó con el gobierno de Kirchner en septiembre, donde se establecieron metas macroeconómicas y plazos para el pago de los más de US$12 mil millones que Buenos Aires le debe al organismo de crédito.
La Cumbre Extraordinaria de las Américas en Monterrey, México, se presentaba como la ocasión ideal para que el presidente George W. Bush diera el empujoncito final a los directores del FMI en favor de Argentina. Y así fue. Kirchner se reunió separadamente con Bush y con el mandamás del FMI, Horst Köhler, y el respaldo fue conseguido.
Después de Monterrey, y con el apoyo norteamericano en la mano, Kirchner canceló una visita oficial a La Habana agendada por el canciller Bielsa en su visita de octubre. De este modo, calmaba la preocupación que manifestó Roger Noriega, secretario de Asuntos Hemisféricos de EE.UU., respecto del "giro hacia la izquierda" de la Casa Rosada. Después de la suspensión, Noriega calificó a Kirchner como un "buen socio".
Sin embargo, el sentimiento antinorteamericano argentino no es sinónimo de un apoyo al régimen castrista por parte de todos los trasandinos. "Las opiniones en el país están muy divididas sobre Fidel Castro, por desconocimiento y porque no hay referentes locales con solvencia moral que critiquen la dictadura cubana", señala a Qué Pasa Gabriel Salvia, director del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal).
Así se explica que la carta enviada la semana pasada por cinco intelectuales trasandinos al canciller Bielsa a través de Cadal, solicitándole que el embajador Taleb invite a la disidencia cubana a los actos oficiales de la embajada en Cuba, dejara sin una respuesta coherente a la Cancillería de Argentina.
La "Carta de Reconocimiento al Movimiento Cívico Cubano" fue firmada por los escritores Marcos Aguinis, María Sáenz Quesada, Sylvina Walger, Juan José Sebreli y Fernando Ruiz. Este último critica la falta de una postura definida del gobierno argentino. "La política exterior de Kirchner está basada en símbolos vacíos, que se cambian en cuestión de horas. Es una política condicionada a Estados Unidos", dice a Qué Pasa. En la misiva, además, preguntan la postura oficial del gobierno respecto "de las sentencias de la justicia de Cuba en los procesos sumarísimos contra opositores pacíficos". Los intelectuales se refieren a los 75 periodistas encarcelados en marzo de 2003, muchos de ellos condenados en cortos juicios a 28 años de cárcel, y a los tres fusilados en abril último por intentar escapar a Miami en un barco secuestrado, según dictaminó la corte revolucionaria.
"Nos tienen 75 prisioneros en condiciones infrahumanas, que son gestores del Movimiento Varela (por los DD.HH.). Además, nos amenazan, nos expulsan de nuestros trabajos y nos detienen arbitrariamente", relata a Qué Pasa Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano de Liberación, quien recibió el premio de Derechos Humanos de la Unión Europea y fue candidato al Nobel de la Paz en 2003.
Fidel no reconoce que la oposición -organizada en el Movimiento Varela- logró reunir 25 mil firmas en octubre, 15 mil más que las exigidas por la Constitución, para modificar la ley electoral, para reconocer los derechos a la libre expresión, asociación y a formar empresas, y para declarar una amnistía para los presos políticos.
Por ello, la solicitud de los intelectuales argentinos en favor de la disidencia es un llamado de atención sobre Cuba. Pero aún no hay una respuesta del gobierno de Kirchner y probablemente nunca la habrá.
Según Payá, es la presión de la dictadura castrista la que hace que otros gobiernos cedan y no inviten a los disidentes a sus embajadas.
Pese a los avances con Washington, Kirchner difícilmente apoyará a la oposición, como le gustaría a Estados Unidos. "No puedo invitar a los disidentes porque no representan al pueblo cubano... En Cuba no se violan los derechos humanos, por lo menos, no más ni menos que en otros países del mundo", ha sostenido el embajador Taleb.
Es por ello que la vacilante política exterior de Kirchner seguirá "haciendo equilibrios improvisada y habilidosamente", dice Burdman, según cómo vayan la negociación de la deuda y los apoyos internos. El único gesto que se permitió para apoyar a la oposición castrista fue cancelar el viaje a la isla, medida que hasta los disidentes criticaron. Preferían que fuera y se reuniera con ellos.
Y la zigzagueante postura volverá a apoyar a Castro en abril, cuando Argentina se abstenga de votar en contra de Cuba en la resolución que anualmente EE.UU. presenta ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Y claro, para esa fecha el acuerdo con el FMI ya estará arreglado.
FUENTE: Revista "Qué Pasa", Chile, 30 de enero de 2004.
Revista Qué Pasa (Chile)
Néstor Kirchner utiliza a Cuba como moneda de cambio: cuando busca satisfacer al ala izquierda de su coalición, se acerca a Fidel Castro. Y cuando debe negociar con Estados Unidos y el FMI, se aleja del dictador. Un acto de equilibrio que despierta críticas en Argentina.
Por Gonzalo Domic
Cuba es para el presidente argentino, Néstor Kirchner, una verdadera válvula de escape. Cuando necesita ampliar el apoyo del sector radical de su coalición, se acerca a la isla y se permite gestos amistosos hacia el régimen castrista. Busca capitalizar así el inmenso sentimiento antinorteamericano de la población argentina. Sin embargo, todo varía cuando necesita el respaldo de Washington para continuar la negociación de la deuda externa, sobre todo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo del cual Estados Unidos es el principal accionista.
Y así fue como el 25 de mayo de 2003, Kirchner recibió la banda presidencial -habiendo obtenido sólo 22% de los votos- frente a un privilegiado asistente de primera fila: Fidel Castro.
Después vino la restauración de las relaciones diplomáticas en octubre último, fecha en que el canciller argentino, Rafael Bielsa, visitó La Habana y presentó al nuevo embajador argentino ante Cuba, Raúl Taleb. En la ocasión, Bielsa no recibió a los familiares de los detenidos del régimen castrista.
"Ése fue un gesto interno para mantener la armonía dentro de la coalición de gobierno", explica a Qué Pasa Julio Burdman, politólogo argentino.
Y es que el antinorteamericanismo prende rápido al otro lado de la cordillera, por la responsabilidad que le atribuyen en Argentina al modelo económico de libre mercado en la crisis que derivó en el "corralito". Ejemplo de este sentimiento es que 92% de la población se declara contraria a la ocupación actual de Irak, la proporción más alta del mundo.
Pero llegó enero, y faltaba muy poco para que el FMI se pronunciara sobre la revisión de la segunda parte del acuerdo que firmó con el gobierno de Kirchner en septiembre, donde se establecieron metas macroeconómicas y plazos para el pago de los más de US$12 mil millones que Buenos Aires le debe al organismo de crédito.
La Cumbre Extraordinaria de las Américas en Monterrey, México, se presentaba como la ocasión ideal para que el presidente George W. Bush diera el empujoncito final a los directores del FMI en favor de Argentina. Y así fue. Kirchner se reunió separadamente con Bush y con el mandamás del FMI, Horst Köhler, y el respaldo fue conseguido.
Después de Monterrey, y con el apoyo norteamericano en la mano, Kirchner canceló una visita oficial a La Habana agendada por el canciller Bielsa en su visita de octubre. De este modo, calmaba la preocupación que manifestó Roger Noriega, secretario de Asuntos Hemisféricos de EE.UU., respecto del "giro hacia la izquierda" de la Casa Rosada. Después de la suspensión, Noriega calificó a Kirchner como un "buen socio".
Sin embargo, el sentimiento antinorteamericano argentino no es sinónimo de un apoyo al régimen castrista por parte de todos los trasandinos. "Las opiniones en el país están muy divididas sobre Fidel Castro, por desconocimiento y porque no hay referentes locales con solvencia moral que critiquen la dictadura cubana", señala a Qué Pasa Gabriel Salvia, director del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal).
Así se explica que la carta enviada la semana pasada por cinco intelectuales trasandinos al canciller Bielsa a través de Cadal, solicitándole que el embajador Taleb invite a la disidencia cubana a los actos oficiales de la embajada en Cuba, dejara sin una respuesta coherente a la Cancillería de Argentina.
La "Carta de Reconocimiento al Movimiento Cívico Cubano" fue firmada por los escritores Marcos Aguinis, María Sáenz Quesada, Sylvina Walger, Juan José Sebreli y Fernando Ruiz. Este último critica la falta de una postura definida del gobierno argentino. "La política exterior de Kirchner está basada en símbolos vacíos, que se cambian en cuestión de horas. Es una política condicionada a Estados Unidos", dice a Qué Pasa. En la misiva, además, preguntan la postura oficial del gobierno respecto "de las sentencias de la justicia de Cuba en los procesos sumarísimos contra opositores pacíficos". Los intelectuales se refieren a los 75 periodistas encarcelados en marzo de 2003, muchos de ellos condenados en cortos juicios a 28 años de cárcel, y a los tres fusilados en abril último por intentar escapar a Miami en un barco secuestrado, según dictaminó la corte revolucionaria.
"Nos tienen 75 prisioneros en condiciones infrahumanas, que son gestores del Movimiento Varela (por los DD.HH.). Además, nos amenazan, nos expulsan de nuestros trabajos y nos detienen arbitrariamente", relata a Qué Pasa Oswaldo Payá, líder del Movimiento Cristiano de Liberación, quien recibió el premio de Derechos Humanos de la Unión Europea y fue candidato al Nobel de la Paz en 2003.
Fidel no reconoce que la oposición -organizada en el Movimiento Varela- logró reunir 25 mil firmas en octubre, 15 mil más que las exigidas por la Constitución, para modificar la ley electoral, para reconocer los derechos a la libre expresión, asociación y a formar empresas, y para declarar una amnistía para los presos políticos.
Por ello, la solicitud de los intelectuales argentinos en favor de la disidencia es un llamado de atención sobre Cuba. Pero aún no hay una respuesta del gobierno de Kirchner y probablemente nunca la habrá.
Según Payá, es la presión de la dictadura castrista la que hace que otros gobiernos cedan y no inviten a los disidentes a sus embajadas.
Pese a los avances con Washington, Kirchner difícilmente apoyará a la oposición, como le gustaría a Estados Unidos. "No puedo invitar a los disidentes porque no representan al pueblo cubano... En Cuba no se violan los derechos humanos, por lo menos, no más ni menos que en otros países del mundo", ha sostenido el embajador Taleb.
Es por ello que la vacilante política exterior de Kirchner seguirá "haciendo equilibrios improvisada y habilidosamente", dice Burdman, según cómo vayan la negociación de la deuda y los apoyos internos. El único gesto que se permitió para apoyar a la oposición castrista fue cancelar el viaje a la isla, medida que hasta los disidentes criticaron. Preferían que fuera y se reuniera con ellos.
Y la zigzagueante postura volverá a apoyar a Castro en abril, cuando Argentina se abstenga de votar en contra de Cuba en la resolución que anualmente EE.UU. presenta ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Y claro, para esa fecha el acuerdo con el FMI ya estará arreglado.
FUENTE: Revista "Qué Pasa", Chile, 30 de enero de 2004.