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Corea del Norte bajo la lupa
Nace la ideología de Kim Jong Un, comienza el «kimjongunismo»
Nace la ideología de Kim Jong Un, comienza la era del «kimjongunismo»
Los servicios de inteligencia de Corea del Sur aseguran que en las reuniones del Partido de los Trabajadores, el principal órgano político de Corea del Norte, ya no se exhiben los retratos antes omnipresentes de Kim Il Sung y Kim Jong Il, abuelo y padre del líder actual. La señal es clara. De cara a su décimo aniversario en el poder en diciembre, Kim Jong Un está haciendo lo mismo que hicieron sus antecesores: fundar una nueva ideología estatal centrada en su propia figura.Por Fyodor Tertitskiy
Estatutas de Kim Il Sung (izq.) y Kim Jong Il (dcha.), abuelo y padre del actual líder norcoreano, en el centro de Pyongyang.(NK News) A fines de octubre, la agencia de inteligencia de Corea del Sur afirmó que la República Popular Democrática de Corea había introducido un nuevo concepto ideológico: el kimjongunismo (정은 주의).
Si bien el término no ha aparecido en ninguna propaganda pública del régimen hasta ahora, la adopción de Kim Jong Un de su propio “ismo” coincide en apariencia con la eliminación de los retratos de Kim Il Sung y Kim Jong Il [N. del E.: su abuelo y su padre, líderes del país antes que él] de los escenarios en las principales reuniones del partido. La señal no puede ser más clara.
A Kim Jong Un no le gustan ciertos aspectos del sistema que su padre y su abuelo han forjado, específicamente el que vincula la legitimidad del sucesor –es decir, él– a la deferencia hacia sus predecesores. El líder actual quiere ser su propio autócrata.
Precedentes históricos
Como siempre ocurre cuando se analiza la ideología norcoreana, se debe comenzar por la historia. Tanto el padre como el abuelo de Kim Jong Un tuvieron sus propios “ismos” que fueron introducidos en determinado momento de sus gobiernos.
El “kimilsungismo” de Kim Il Sung se originó en la década de 1970 para gran consternación de la Unión Soviética. El liderazgo del bloque comunista había declarado que ponerles el nombre de líderes vivos a doctrinas ideológicas era un acto de blasfemia contrario a la voluntad colectiva del Partido Comunista después de la muerte de Stalin en 1953.
Pero el líder fundador de Corea del Norte ya había obtenido suficiente autonomía para su país y entonces pudo promover su nueva ideología sin grandes obstáculos. Pese a ello, Moscú no abandonó su apoyo a Pyongyang.
Tanto el padre como el abuelo de Kim Jong Un tuvieron sus propios “ismos”: el “kimilsungismo” de Kim Il Sung en la década de 1970 y, después de su muerte en 1994, el “kimjongilismo” de su hijo, Kim Jong Il.
Luego, a principios de la década de 1980, surgió el “kimilsungismo-kimjongilismo” como la nueva enseñanza sagrada en Corea del Norte. Fue en aquella época que Kim Il Sung tomó la decisión definitiva de nombrar a su hijo, Kim Jong Il, como sucesor. A diferencia de los periódicos, los archivos radiofónicos de Corea del Norte no están disponibles públicamente, pero gracias a los medios de comunicación de Corea del Sur sabemos que el 3 de marzo de 1982 Corea del Norte transmitió el mensaje de que “el kimilsungismo-kimjongilismo es el pensamiento rector de los pueblos del mundo”.
El “kimjongilismo” se convirtió en un nombre independiente solo después de la muerte de Kim Il Sung en 1994, pero no demasiado después. Tras la desaparición del Gran Líder el 8 de julio de ese año, la edición del 22 de julio del Rodong Sinmun [N. del E.: el diario oficial del Partido de los Trabajadores] empezó a publicar el término "kimjongilismo", indicando casi de inmediato que Kim Jong Il estaba completamente a cargo.
Una competencia secreta
La evolución de la ideología estatal bajo Kim Jong Un, en el poder desde diciembre de 2011, deja la impresión de que al actual líder le importa mucho menos preservar la memoria de su padre de lo que a Kim Jong Il le importó hacer lo propio con el suyo.
Hay bastantes señales de esto. Kim Jong Un se nombró a sí mismo secretario general del Partido a principios de este año, ocupando el lugar “eternamente” reservado para su padre fallecido. En la década de 1990, Kim Jong Il observó tres años de luto por su padre antes de adoptar nuevos títulos; su hijo Kim Jong Un ni siquiera esperó dos semanas después de la muerte de Kim Jong Il para nombrarse comandante supremo en diciembre de 2011.
Lo mismo probablemente se aplique a la madre de Kim Jong Un. Desde su ascenso al poder, casi toda la adulación pública hacia ella en el país se ha desvanecido e incluso su nombre, Ko Yong Hui, permanece prácticamente innombrado. Hasta aquí llega la piedad filial.
¿Un cambio en la política?
Suponiendo que la era del “kimjongunismo” ha llegado para quedarse, ¿podríamos llegar a ver la eliminación de las figuras de Kim Jong Il y Kim Il Sung de la tradición norcoreana? ¿Podría Kim Jong Un, libre de su legado ideológico, llevar a Corea del Norte en una nueva dirección? Mi respuesta es: probablemente no.
¿Podría Kim Jong Un, libre de su legado ideológico, llevar a Corea del Norte en una nueva dirección? Probablemente no.
Si el líder supremo lo hubiese querido, nadie podría haberle impedido ponerse el traje de Deng Xiaoping y explicar que el auténtico kimjongilismo-kimilsungista abrazaba en realidad la economía de mercado y cierta competencia política. ¿Acaso no dijeron el Gran Líder y el Gran Comandante que el espíritu de competencia es bueno para la economía y que las masas deben ser soberanas? Sí, lo hicieron.
Dejar de lado a los predecesores ideológicos no es algo nuevo en Corea del Norte. Kim Il Sung lo hizo con Marx, Lenin y Stalin, cuyas obras fueron finalmente prohibidas mientras la monumental estatuta de Kim Il Sung en el centro de Pyongyang empequeñecía aquellas imágenes. No es muy probable que Kim Jong Un llegue tan lejos como su abuelo, pero incluso si lo hace, es probable que el cambio de política que pueda resultar no sea fundamental.
Irónicamente, parte de la razón de esto es que el actual líder norcoreano quizás haya sido el kimjongilista más leal que el mundo ha visto: oscilación entre reformas y contrarreformas, arrebatos emocionales esporádicos, obsesión por el armamento nuclear, una vida marcada por el padre...Todo esto trae a la mente una imagen demasiado conocida de un cierto hombre de baja estatura, cabello permanentado y gafas de sol.
Si esto es el “kimjongunismo”, puede que no sea tan diferente del kimilsungismo y el kimjongilismo a los que se supone que llegó para reemplazar.
Traducción: Agustín Menéndez
Edición: Florencia Grieco
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente la opinión de CADAL.
Fyodor TertitskiyFyodor Tertitskiy es investigador de la Universidad Kookmin de Seúl y colaborador de NK News. Tiene un doctorado en Sociología de la Universidad Nacional de Seúl y es autor de Corea del Norte antes de Kim Il Sung.
(NK News) A fines de octubre, la agencia de inteligencia de Corea del Sur afirmó que la República Popular Democrática de Corea había introducido un nuevo concepto ideológico: el kimjongunismo (정은 주의).
Si bien el término no ha aparecido en ninguna propaganda pública del régimen hasta ahora, la adopción de Kim Jong Un de su propio “ismo” coincide en apariencia con la eliminación de los retratos de Kim Il Sung y Kim Jong Il [N. del E.: su abuelo y su padre, líderes del país antes que él] de los escenarios en las principales reuniones del partido. La señal no puede ser más clara.
A Kim Jong Un no le gustan ciertos aspectos del sistema que su padre y su abuelo han forjado, específicamente el que vincula la legitimidad del sucesor –es decir, él– a la deferencia hacia sus predecesores. El líder actual quiere ser su propio autócrata.
Precedentes históricos
Como siempre ocurre cuando se analiza la ideología norcoreana, se debe comenzar por la historia. Tanto el padre como el abuelo de Kim Jong Un tuvieron sus propios “ismos” que fueron introducidos en determinado momento de sus gobiernos.
El “kimilsungismo” de Kim Il Sung se originó en la década de 1970 para gran consternación de la Unión Soviética. El liderazgo del bloque comunista había declarado que ponerles el nombre de líderes vivos a doctrinas ideológicas era un acto de blasfemia contrario a la voluntad colectiva del Partido Comunista después de la muerte de Stalin en 1953.
Pero el líder fundador de Corea del Norte ya había obtenido suficiente autonomía para su país y entonces pudo promover su nueva ideología sin grandes obstáculos. Pese a ello, Moscú no abandonó su apoyo a Pyongyang.
Luego, a principios de la década de 1980, surgió el “kimilsungismo-kimjongilismo” como la nueva enseñanza sagrada en Corea del Norte. Fue en aquella época que Kim Il Sung tomó la decisión definitiva de nombrar a su hijo, Kim Jong Il, como sucesor. A diferencia de los periódicos, los archivos radiofónicos de Corea del Norte no están disponibles públicamente, pero gracias a los medios de comunicación de Corea del Sur sabemos que el 3 de marzo de 1982 Corea del Norte transmitió el mensaje de que “el kimilsungismo-kimjongilismo es el pensamiento rector de los pueblos del mundo”.
El “kimjongilismo” se convirtió en un nombre independiente solo después de la muerte de Kim Il Sung en 1994, pero no demasiado después. Tras la desaparición del Gran Líder el 8 de julio de ese año, la edición del 22 de julio del Rodong Sinmun [N. del E.: el diario oficial del Partido de los Trabajadores] empezó a publicar el término "kimjongilismo", indicando casi de inmediato que Kim Jong Il estaba completamente a cargo.
Una competencia secreta
La evolución de la ideología estatal bajo Kim Jong Un, en el poder desde diciembre de 2011, deja la impresión de que al actual líder le importa mucho menos preservar la memoria de su padre de lo que a Kim Jong Il le importó hacer lo propio con el suyo.
Hay bastantes señales de esto. Kim Jong Un se nombró a sí mismo secretario general del Partido a principios de este año, ocupando el lugar “eternamente” reservado para su padre fallecido. En la década de 1990, Kim Jong Il observó tres años de luto por su padre antes de adoptar nuevos títulos; su hijo Kim Jong Un ni siquiera esperó dos semanas después de la muerte de Kim Jong Il para nombrarse comandante supremo en diciembre de 2011.
Lo mismo probablemente se aplique a la madre de Kim Jong Un. Desde su ascenso al poder, casi toda la adulación pública hacia ella en el país se ha desvanecido e incluso su nombre, Ko Yong Hui, permanece prácticamente innombrado. Hasta aquí llega la piedad filial.
¿Un cambio en la política?
Suponiendo que la era del “kimjongunismo” ha llegado para quedarse, ¿podríamos llegar a ver la eliminación de las figuras de Kim Jong Il y Kim Il Sung de la tradición norcoreana? ¿Podría Kim Jong Un, libre de su legado ideológico, llevar a Corea del Norte en una nueva dirección? Mi respuesta es: probablemente no.
Si el líder supremo lo hubiese querido, nadie podría haberle impedido ponerse el traje de Deng Xiaoping y explicar que el auténtico kimjongilismo-kimilsungista abrazaba en realidad la economía de mercado y cierta competencia política. ¿Acaso no dijeron el Gran Líder y el Gran Comandante que el espíritu de competencia es bueno para la economía y que las masas deben ser soberanas? Sí, lo hicieron.
Dejar de lado a los predecesores ideológicos no es algo nuevo en Corea del Norte. Kim Il Sung lo hizo con Marx, Lenin y Stalin, cuyas obras fueron finalmente prohibidas mientras la monumental estatuta de Kim Il Sung en el centro de Pyongyang empequeñecía aquellas imágenes. No es muy probable que Kim Jong Un llegue tan lejos como su abuelo, pero incluso si lo hace, es probable que el cambio de política que pueda resultar no sea fundamental.
Irónicamente, parte de la razón de esto es que el actual líder norcoreano quizás haya sido el kimjongilista más leal que el mundo ha visto: oscilación entre reformas y contrarreformas, arrebatos emocionales esporádicos, obsesión por el armamento nuclear, una vida marcada por el padre...Todo esto trae a la mente una imagen demasiado conocida de un cierto hombre de baja estatura, cabello permanentado y gafas de sol.
Si esto es el “kimjongunismo”, puede que no sea tan diferente del kimilsungismo y el kimjongilismo a los que se supone que llegó para reemplazar.
Traducción: Agustín Menéndez
Edición: Florencia Grieco
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente la opinión de CADAL.