Prensa
El Puente Democrático
Escribo estas líneas en Lima, donde me encuentro con motivo de la constitución oficial de la red que le da el título a este artículo. No cabe duda de que la creación de la red obedece a una necesidad obvia: la participación de la sociedad civil, la organizada o no, en la resistencia contra las dictaduras.
Fuente: El Nacional (Venezuela)
HEINZ SONNTAG
Escribo estas líneas en Lima, donde me encuentro con motivo de la constitución oficial de la red que le da el título a este artículo. Originalmente una iniciativa del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina, Cadal, copresidido por el ex presidente chileno Patricio Aylwin y Gabriel Salvia y dedicado a la lucha contra la dictadura cubana, se ha ampliado mediante la incorporación de organizaciones no gubernamentales de varios países de la región, entre ellos, Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Perú y Venezuela (en nuestro país el Observatorio Hannah Arendt, entre otras) y ha redefinido su objetivo en el sentido de "realizar acciones de solidaridad internacional para apoyar los esfuerzos de los demócratas que viven en países gobernados por dictaduras e incidir en la implementación de una política exterior comprometida con los derechos humanos por parte de los países latinoamericanos". En esta redefinición, el Observatorio ha jugado un papel importante, pues la ha formulado como una condición para aceptar la invitación de Cadal para incorporarnos.
No cabe duda de que la creación de la red obedece a una necesidad obvia: la participación de la sociedad civil, la organizada o no, en la resistencia contra las dictaduras. En los últimos tiempos hemos podido observar, por ejemplo, que el presidente Lula da Silva de Brasil ha estrechado sus lazos con los regímenes neototalitarios de Venezuela, Bolivia y Ecuador, así como con la cincuentenaria dictadura de los hermanos Castro, aparte de establecer relaciones especiales con Irán, país estrechamente ligado a los neototalitarios.
La constitución se realizó en un acto celebrado en el edificio del Congreso de la República de Perú (lo cual le dio un fuerte contenido simbólico) y contó con la asistencia masiva de sus miembros. Aparte de los actos formales, hicimos dos paneles: uno sobre los nuevos desafíos al Estado de Derecho y la institucionalidad democrática en América Latina, y el otro sobre política exterior, derechos humanos y compromiso regional con la promoción de la democracia. El primero estuvo motivado por el hecho mismo del neototalitarismo, esto es: por el nuevo carácter de las dictaduras, que poco tiene que ver con las autocracias militaristas de antaño al estilo de Pinochet, Stroessner, Castelo Branco, los generales argentinos de los años setenta del siglo pasado y tantas otras en la historia de muchos países de la región.
Los nuevos desafíos consisten en la pretensión total de dominar todas las instituciones del Estado, transformarlas y quitarles su autonomía, y de controlar todas las esferas de la sociedad, incluyendo la económica, y convertir virtualmente a todos los ciudadanos en súbditos.
El segundo panel surgió de nuestra convicción de que hay que frenar la expansión del neototalitarismo, lo cual es una tarea tanto de cada país que no ha caído (¿aún?) en las manos de sus líderes como de la comunidad latinoamericana. La resistencia contra esas nuevas dictaduras es primordialmente tarea de las fuerzas políticas y sociales de los países en los que se han establecido. Pero es igualmente una función de la comunidad latinoamericana solidaria si es que ésta tiene todavía vigencia histórica, lo cual es parte firme de nuestra visión del futuro de América Latina y el Caribe.
Nuestro encuentro en Lima coincidió con la Asamblea General de la OEA. Pudimos escuchar voces que apuntan en la misma dirección que proponemos, no en último lugar en el llamado del presidente peruano Alan García en contra de la carrera armamentista que las nuevas dictaduras (especialmente de nuestro país) están promoviendo.
Fuente: Diario El Nacional (Caracas, Venezuela)
El Nacional (Venezuela)
HEINZ SONNTAG
Escribo estas líneas en Lima, donde me encuentro con motivo de la constitución oficial de la red que le da el título a este artículo. Originalmente una iniciativa del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina, Cadal, copresidido por el ex presidente chileno Patricio Aylwin y Gabriel Salvia y dedicado a la lucha contra la dictadura cubana, se ha ampliado mediante la incorporación de organizaciones no gubernamentales de varios países de la región, entre ellos, Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Perú y Venezuela (en nuestro país el Observatorio Hannah Arendt, entre otras) y ha redefinido su objetivo en el sentido de "realizar acciones de solidaridad internacional para apoyar los esfuerzos de los demócratas que viven en países gobernados por dictaduras e incidir en la implementación de una política exterior comprometida con los derechos humanos por parte de los países latinoamericanos". En esta redefinición, el Observatorio ha jugado un papel importante, pues la ha formulado como una condición para aceptar la invitación de Cadal para incorporarnos.
No cabe duda de que la creación de la red obedece a una necesidad obvia: la participación de la sociedad civil, la organizada o no, en la resistencia contra las dictaduras. En los últimos tiempos hemos podido observar, por ejemplo, que el presidente Lula da Silva de Brasil ha estrechado sus lazos con los regímenes neototalitarios de Venezuela, Bolivia y Ecuador, así como con la cincuentenaria dictadura de los hermanos Castro, aparte de establecer relaciones especiales con Irán, país estrechamente ligado a los neototalitarios.
La constitución se realizó en un acto celebrado en el edificio del Congreso de la República de Perú (lo cual le dio un fuerte contenido simbólico) y contó con la asistencia masiva de sus miembros. Aparte de los actos formales, hicimos dos paneles: uno sobre los nuevos desafíos al Estado de Derecho y la institucionalidad democrática en América Latina, y el otro sobre política exterior, derechos humanos y compromiso regional con la promoción de la democracia. El primero estuvo motivado por el hecho mismo del neototalitarismo, esto es: por el nuevo carácter de las dictaduras, que poco tiene que ver con las autocracias militaristas de antaño al estilo de Pinochet, Stroessner, Castelo Branco, los generales argentinos de los años setenta del siglo pasado y tantas otras en la historia de muchos países de la región.
Los nuevos desafíos consisten en la pretensión total de dominar todas las instituciones del Estado, transformarlas y quitarles su autonomía, y de controlar todas las esferas de la sociedad, incluyendo la económica, y convertir virtualmente a todos los ciudadanos en súbditos.
El segundo panel surgió de nuestra convicción de que hay que frenar la expansión del neototalitarismo, lo cual es una tarea tanto de cada país que no ha caído (¿aún?) en las manos de sus líderes como de la comunidad latinoamericana. La resistencia contra esas nuevas dictaduras es primordialmente tarea de las fuerzas políticas y sociales de los países en los que se han establecido. Pero es igualmente una función de la comunidad latinoamericana solidaria si es que ésta tiene todavía vigencia histórica, lo cual es parte firme de nuestra visión del futuro de América Latina y el Caribe.
Nuestro encuentro en Lima coincidió con la Asamblea General de la OEA. Pudimos escuchar voces que apuntan en la misma dirección que proponemos, no en último lugar en el llamado del presidente peruano Alan García en contra de la carrera armamentista que las nuevas dictaduras (especialmente de nuestro país) están promoviendo.
Fuente: Diario El Nacional (Caracas, Venezuela)