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Monitoreo de la gobernabilidad democrática
República Dominicana: reelección sin sorpresas en un clima de incertidumbre
Leonel Fernández, candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ha logrado renovar su mandato hasta 2012 y convertirse por tercera vez en Presidente de la Republica Dominicana. Una serie de desafíos de naturaleza primordialmente económica y externa formarán parte del escenario dominicano que el reelecto presidente deberá manejar.Por Matías Franchini
En un proceso cuyos resultados fueron acertadamente anticipados por las encuestas de opinión, el electorado dominicano reeligió a Leonel Fernández como titular del poder ejecutivo nacional, en las últimas elecciones presidenciales de 2008 en América Latina. Con casi el 54% de los votos, según datos oficiales de la Junta Central Electoral, el candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha logrado renovar su mandato hasta 2012 y convertirse por tercera vez en Presidente de la Republica Dominicana (1996-2000, 2004-2208, 2008-2012). El contundente apoyo popular, solo algo inferior al 57% de la contienda de 2004, le ha permitido al Presidente triunfar en primera ronda (en la medida en que la normativa electoral establece la necesidad de un ballotage entre los dos candidatos mas votados si ninguno de ellos logra la mayoría absoluta de los votos) e imponerse en 27 de las 32 circunscripciones electorales del país y en todas los colegios electorales del exterior.
Como se mencionó, esta holgada victoria de Fernández no ha sido una sorpresa, ya que desde el inicio de la campaña, hace mas o menos un año, la mayoría de las encuestadoras lo venían ubicando como ganador de la contienda por un amplio margen. En este sentido, la única duda, ya despejada claro, era si lo lograría en primera o en segunda ronda. En cuanto a los demás protagonistas de la elección, el principal candidato de la oposición, Miguel Vargas Maldonado, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), logró un resultado algo por encima de las expectativas: el 40,5% que lo pone en un segundo lugar bien alejado del devaluado Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) del ex presidente Joaquín Balaguer, que con su candidato “invicto” Amable Aristy, no alcanzó siquiera 5% de apoyo.
Estos resultados no hacen más que reforzar una tendencia que se ha venido dando en las últimas elecciones: un progresivo deterioro de la capacidad de representación del PRSC y un crecimiento del apoyo popular al PLD y PRD, que tienden a convertirse en los dos principales partidos del sistema. Especialmente el PLD ha venido construyendo una situación de privilegio en el último lustro, al ganar rotundamente los últimos tres procesos electorales (2004, 2006 y 2008).
Volviendo a la elección del 16 de mayo, la misma se realizó en un marco de normalidad y bajo la mirada de una serie de observadores internacionales. En este sentido, la misión de la OEA a cargo de José Octavio Bordón, saludó la limpieza del ejercicio democrático aunque llamó la atención sobre aislados episodios de violencia (que durante la campaña y la elección dejaron incluso víctimas fatales) y la utilización de recursos del estado por parte de la candidatura oficial, una especie de “tradición regional” en las palabras del jefe de misión. De todos modos, se preocupó en insistir en que estas desafortunadas circunstancias no habían incidido en el resultado final de la elección.
Justamente fue la utilización de recursos del estado para fines partidarios uno de los tópicos de la campaña electoral junto con denuncias de corrupción y ataques personales que en parte empañaron un debate mas profundo sobre los complejos desafíos que enfrenta el país y que más abajo se reseñan brevemente. El gobierno del Presidente Fernández fue acusado de montar una nómina paralela en la administración pública con el único objetivo de captar adhesiones para su candidatura y denunciado ante la Corte Suprema de Justicia por un supuesto contrato irregular por U$S 130 millones con una empresa llamada Sun Land. También se quejaron sus opositores de una ilegal mayor presencia Fernández en los medios de comunicación, especialmente los públicos. La insistencia del candidato del PRD en este tema fue tal que en su discurso de aceptación de resultados en la noche del 16 de mayo, se mostró indignado por el “uso descarado” de los recursos del estado por parte del oficialismo. Por su lado, la campaña del presidente Fernández no solo se ocupó de negar las denuncias sino que también acusó a su principal contendiente Miguel Vargas por hechos de corrupción cometidos durante su tiempo en el Ministerio de Obras Publicas de la administración de Hipólito Mejía (2000-2004).
Leonel 2008-2012
Saliendo un poco del cuadro electoral, cabe hacer dos consideraciones breves y obligadas en relación al cuadro de situación que enfrentará Leonel Fernández en su tercer mandato: una referente al cuadro de gobernabilidad institucional y la otra referente a la administración y los desafíos económicos.
El panorama que se presenta para el presidente Fernández es bastante auspicioso en términos de gobernabilidad institucional, en la medida en que a su indiscutible y mayoritaria victoria electoral se agrega una fuerte presencia de su partido en el Congreso, fruto de las elecciones de 2006. Desde aquel proceso, el PLD controla ambas cámaras legislativas con 22 de los 32 senadores y 96 de los 178 diputados. De esta forma, y por lo menos hasta mediados de 2010 (año en que se renovará totalmente el Congreso una vez más), el peso de su partido en la arena política dominicana le dará cierta garantía de estabilidad. Garantía que a su vez es reforzada por el liderazgo sobre el partido que Fernández ha logrado en los últimos años, aún por sobre las resistencias que en algunos sectores del PLD generó su candidatura a la reelección.
Frente a esta situación holgada en materia política hasta por lo menos 2010, una serie de desafíos de naturaleza primordialmente económica y externa formarán parte del escenario dominicano que el reelecto presidente deberá manejar, especialmente relacionados con Estados Unidos y el contexto internacional. El futuro incierto de la economía estadounidense plantea una serie de problemas para la República Dominicana en la medida de su dependencia en términos de comercio y el peso de las remesas de sus emigrantes en aquel país en la economía de la isla. Una eventual recesión en Estados Unidos traería sin duda serios retos a la capacidad de administración de Fernández. Por otro lado y de fuente internacional, la crisis de los alimentos y el crecimiento incesante de los precios del petróleo ya han afectado considerablemente a la economía dominicana, obligando al gobierno a tomar una serie de medidas y establecer una batería de subsidios para atenuar su impacto en la población, lo que a su vez genera alguna duda sobre el futuro del desempeño fiscal del sector público y con ello la tan defendida estabilidad macroeconómica, uno de los principales activos de la administración actual.
El presidente Fernández, que ya logró sortear con éxito una situación de crisis en los primeros tiempos de su mandato actual, ha buscado tranquilizar a su población en relación al futuro y ha insistido con que la salida se encuentra en adoptar medidas tendientes a mejorar la competitividad de la economía y su capacidad de inserción global. Habrá que ver si los nuevos cuatro años de mandato son testigos de esta promesa.
Matías Franchini es Investigador Asociado del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
Matías FranchiniConsejero AcadémicoEs Profesor Principal de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, en Bogotá. Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Brasilia y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Católica de Buenos Aires. Fue investigador visitante en la Woodrow Wilson School de la Universidad de Princeton. Es autor de varias publicaciones en inglés, portugués y español en las áreas de gobernanza global, estudios latinoamericanos y política internacional del cambio climático.
En un proceso cuyos resultados fueron acertadamente anticipados por las encuestas de opinión, el electorado dominicano reeligió a Leonel Fernández como titular del poder ejecutivo nacional, en las últimas elecciones presidenciales de 2008 en América Latina. Con casi el 54% de los votos, según datos oficiales de la Junta Central Electoral, el candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha logrado renovar su mandato hasta 2012 y convertirse por tercera vez en Presidente de la Republica Dominicana (1996-2000, 2004-2208, 2008-2012). El contundente apoyo popular, solo algo inferior al 57% de la contienda de 2004, le ha permitido al Presidente triunfar en primera ronda (en la medida en que la normativa electoral establece la necesidad de un ballotage entre los dos candidatos mas votados si ninguno de ellos logra la mayoría absoluta de los votos) e imponerse en 27 de las 32 circunscripciones electorales del país y en todas los colegios electorales del exterior.
Como se mencionó, esta holgada victoria de Fernández no ha sido una sorpresa, ya que desde el inicio de la campaña, hace mas o menos un año, la mayoría de las encuestadoras lo venían ubicando como ganador de la contienda por un amplio margen. En este sentido, la única duda, ya despejada claro, era si lo lograría en primera o en segunda ronda. En cuanto a los demás protagonistas de la elección, el principal candidato de la oposición, Miguel Vargas Maldonado, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), logró un resultado algo por encima de las expectativas: el 40,5% que lo pone en un segundo lugar bien alejado del devaluado Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) del ex presidente Joaquín Balaguer, que con su candidato “invicto” Amable Aristy, no alcanzó siquiera 5% de apoyo.
Estos resultados no hacen más que reforzar una tendencia que se ha venido dando en las últimas elecciones: un progresivo deterioro de la capacidad de representación del PRSC y un crecimiento del apoyo popular al PLD y PRD, que tienden a convertirse en los dos principales partidos del sistema. Especialmente el PLD ha venido construyendo una situación de privilegio en el último lustro, al ganar rotundamente los últimos tres procesos electorales (2004, 2006 y 2008).
Volviendo a la elección del 16 de mayo, la misma se realizó en un marco de normalidad y bajo la mirada de una serie de observadores internacionales. En este sentido, la misión de la OEA a cargo de José Octavio Bordón, saludó la limpieza del ejercicio democrático aunque llamó la atención sobre aislados episodios de violencia (que durante la campaña y la elección dejaron incluso víctimas fatales) y la utilización de recursos del estado por parte de la candidatura oficial, una especie de “tradición regional” en las palabras del jefe de misión. De todos modos, se preocupó en insistir en que estas desafortunadas circunstancias no habían incidido en el resultado final de la elección.
Justamente fue la utilización de recursos del estado para fines partidarios uno de los tópicos de la campaña electoral junto con denuncias de corrupción y ataques personales que en parte empañaron un debate mas profundo sobre los complejos desafíos que enfrenta el país y que más abajo se reseñan brevemente. El gobierno del Presidente Fernández fue acusado de montar una nómina paralela en la administración pública con el único objetivo de captar adhesiones para su candidatura y denunciado ante la Corte Suprema de Justicia por un supuesto contrato irregular por U$S 130 millones con una empresa llamada Sun Land. También se quejaron sus opositores de una ilegal mayor presencia Fernández en los medios de comunicación, especialmente los públicos. La insistencia del candidato del PRD en este tema fue tal que en su discurso de aceptación de resultados en la noche del 16 de mayo, se mostró indignado por el “uso descarado” de los recursos del estado por parte del oficialismo. Por su lado, la campaña del presidente Fernández no solo se ocupó de negar las denuncias sino que también acusó a su principal contendiente Miguel Vargas por hechos de corrupción cometidos durante su tiempo en el Ministerio de Obras Publicas de la administración de Hipólito Mejía (2000-2004).
Leonel 2008-2012
Saliendo un poco del cuadro electoral, cabe hacer dos consideraciones breves y obligadas en relación al cuadro de situación que enfrentará Leonel Fernández en su tercer mandato: una referente al cuadro de gobernabilidad institucional y la otra referente a la administración y los desafíos económicos.
El panorama que se presenta para el presidente Fernández es bastante auspicioso en términos de gobernabilidad institucional, en la medida en que a su indiscutible y mayoritaria victoria electoral se agrega una fuerte presencia de su partido en el Congreso, fruto de las elecciones de 2006. Desde aquel proceso, el PLD controla ambas cámaras legislativas con 22 de los 32 senadores y 96 de los 178 diputados. De esta forma, y por lo menos hasta mediados de 2010 (año en que se renovará totalmente el Congreso una vez más), el peso de su partido en la arena política dominicana le dará cierta garantía de estabilidad. Garantía que a su vez es reforzada por el liderazgo sobre el partido que Fernández ha logrado en los últimos años, aún por sobre las resistencias que en algunos sectores del PLD generó su candidatura a la reelección.
Frente a esta situación holgada en materia política hasta por lo menos 2010, una serie de desafíos de naturaleza primordialmente económica y externa formarán parte del escenario dominicano que el reelecto presidente deberá manejar, especialmente relacionados con Estados Unidos y el contexto internacional. El futuro incierto de la economía estadounidense plantea una serie de problemas para la República Dominicana en la medida de su dependencia en términos de comercio y el peso de las remesas de sus emigrantes en aquel país en la economía de la isla. Una eventual recesión en Estados Unidos traería sin duda serios retos a la capacidad de administración de Fernández. Por otro lado y de fuente internacional, la crisis de los alimentos y el crecimiento incesante de los precios del petróleo ya han afectado considerablemente a la economía dominicana, obligando al gobierno a tomar una serie de medidas y establecer una batería de subsidios para atenuar su impacto en la población, lo que a su vez genera alguna duda sobre el futuro del desempeño fiscal del sector público y con ello la tan defendida estabilidad macroeconómica, uno de los principales activos de la administración actual.
El presidente Fernández, que ya logró sortear con éxito una situación de crisis en los primeros tiempos de su mandato actual, ha buscado tranquilizar a su población en relación al futuro y ha insistido con que la salida se encuentra en adoptar medidas tendientes a mejorar la competitividad de la economía y su capacidad de inserción global. Habrá que ver si los nuevos cuatro años de mandato son testigos de esta promesa.
Matías Franchini es Investigador Asociado del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).