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      Conviviendo con el horror

      Conviviendo con el horrorHomero Gómez González, activista en defensa de la mariposa monarca, asesinado en enero. (Foto: Facebook)

      Son las novias del sol, el alma de los muertos”. El 12 de enero Homero Gómez González invitaba así por twitter a los mexicanos al Santuario de las mariposas monarca, en los bosques de Michoacán, a asistir a la llegada de millones de estas mariposas que vuelan 4.000 kilómetros desde el norte como parte de su ciclo vital. Este fue el último mensaje de Gómez González, un conocido activista por la defensa ambiental del bosque michoacano y de la mariposa monarca. Desapareció el 13 de enero. A fines de ese mes apareció su cadáver.

      El asesinato del activista michoacano es uno más en la larga lista de activistas sociales y ambientales asesinados en América Latina. La región es una de las más peligrosas del mundo, según Michel Forst, relator especial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos.

      Ante este drama humano que mina los cimientos de la democracia, las estadísticas pueden estar demás. Pero algunos números pueden ayudar a visibilizar el horror. Según la ONG Human Rights Data Analysis Group, solo en Colombia, por ejemplo, entre el 2016 y el 2018 fueron asesinados 635 líderes sociales. Otra ONG, Front Line Defenders, estima que el 75% de los asesinatos de líderes sociales en el 2018 ocurrió en América Latina.

      Las amenazas contra los líderes sociales y ambientales en la región tienen un origen variado y complejo. A la represión por parte de los gobiernos autocráticos de la región –Cuba, Nicaragua y Venezuela--, se suma la acción estatal en naciones formalmente democráticas, donde el desinterés de las autoridades por perseguir las amenazas y abusos a los líderes sociales abona el terreno para el terror. Las razones van desde la corrupción directa a la defensa fraudulenta de intereses particulares o corporativos.

      Los intereses empresariales también han estado detrás algunos de actos de represión contra dirigentes de la sociedad civil que cuestionan grandes proyectos de infraestructura y de explotación de recursos naturales. En muchas de estas situaciones nos encontramos con grandes zonas grises entre el ámbito de acción de las instituciones del Estado y el de las empresas en áreas como la seguridad.

      Y están las mafias que explotan ilegalmente yacimientos de oro o bosques protegidos, usualmente en alianza con el narcotráfico, y que son las más importantes cuando hablamos de asesinatos y violencia extrema.

      Pero en última instancia, el actuar de estos grupos responde a la ausencia del Estado. Colombia y México son claros ejemplos. En Colombia los asesinatos de líderes sociales han aumentado tras la desmovilización de fuerzas que se realizó como parte de los acuerdos de paz con las Farc, que dejó amplias áreas del país convertidas en tierras de nadie. En México, el narcotráfico y su manto de corrupción tienen a parte del territorio fuera de la tutela de la autoridad.

      Es posible, como señalan algunas autoridades y organizaciones empresariales, que algunos dirigentes sociales y ambientales respondan a intereses particulares; ideológicos en algunos casos, más turbios en otros. Pero eso no es excusa para tolerar lo que está sucediendo. Investigar los abusos y castigarlos, identificar las acciones necesarias para prevenirlos y construir una institucionalidad democrática que se respete y funcione son tareas urgentes para todos los gobiernos de la región.

      Raúl Ferro es Director del Consejo Consultivo de CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina)


      Sobre la firma

      Raúl Ferro
      Raúl Ferro

      periodista y Director del Consejo Consultivo del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

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